¿Quién regaña al pitufito?


La violencia contra cualquier ser humano es inaceptable; contra las mujeres es repudiable y constituye un delito. ¡A las mujeres no se les toca ni con el pétalo de una rosa! La violencia contra las mujeres no tiene límites ni condiciones sociales: afecta tanto a la mujer del barrio popular como a la de las familias más reconocidas de la ciudad.

Hace pocos días, el secretario de Gobierno Bruno Hernández y el comandante de la Policía Metropolitana de Cartagena, el general Gelver Yecid Peña Araque, recibieron al agresor que quedó registrado en cámaras mientras golpeaba a una mujer en inmediaciones del puente de Bazurto.

El alcalde mayor, Dumek Turbay, manifestó que menos mal él no estaba en la ciudad… pero su secretario hizo lo correcto al anunciar que denunciarían por tentativa de homicidio al agresor. La reunión sostenida fue divulgada por los medios y redes sociales como un gran logro, una manifestación de rechazo a la violencia de género y al maltrato contra las mujeres.

Sin embargo, la realidad es más dura: en Cartagena los casos de violencia de género y contra las mujeres crecen de manera alarmante. Cada semana nuevos hechos se convierten en noticia, dejando en evidencia la vulnerabilidad de las víctimas y la necesidad de políticas públicas más contundentes y de una justicia que actúe sin titubeos, sin contar aquellos que no salen a la luz pública porque se ejercen en lo privado, en las sombras.

Hoy, otro caso de agresión es noticia en la ciudad: una mujer herida con arma blanca. Esta vez, el agresor es el hijo de “papá pitufo”, el zar del contrabando que afronta procesos y líos con la justicia por lavado de activos, contrabando en el que se han visto involucrados miembros de la Policía Nacional, funcionarios de la DIAN y aportes a campañas políticas.

¿Será que el secretario de Gobierno, el general de la Policía o el alcalde de la ciudad, ante este lamentable hecho, reprenderán al agresor —el heredero de papá pitufo— y lo harán público en los medios como lo hicieron con el otro caso? ¿O guardarán silencio?

Una cosa es un hijo de pueblo del barrio La Quinta, y otra muy distinta es el hijo de papá pitufo.

Como comunidad esperamos que la justicia actúe con la misma firmeza y sin privilegios, porque la violencia contra la mujer no admite jerarquías, apellidos ni silencios cómplices.