“Amen a los demás como YO los amo”, mensaje de Dios
Por René Arrieta Pérez
El mandato de Dios es una amorosa invitación a los hombres y mujeres capaces de amar para que amen a los demás como Él nos ama a todos.
En esta misión de difusión sobre el plan del fin de los tiempos de la humanidad, Dios, Padre amado, Creador del cielo y de la tierra me solicita que divulgue a todas las personas de este mundo su deseo y su mensaje de amor.
Dios me expresa:
“Hoy no solo vi la maldad de la humanidad, también el amor de unos a otros. Ese es el mensaje que debes dar, donde indiques cómo debemos amar a los demás. Ve y diles: ama a aquel que te hace daño. Escribe un artículo sobre el amor, porque Yo los amo. Ese mensaje llegará a aquellos que pueden amar y ser hijos del amor”.
Y Dios, mi Padre, me reitera: “Publica un artículo sobre el amor. Tu palabra es mi palabra, tú tienes los códigos”.
Amigos (as) lectores, les digo, este es un poderoso, misericordioso y amoroso mensaje de mi Padre, Dios Creador de todo el universo, Señor y amo de todo lo existente. Por consiguiente, te digo: si cumples su deseo, su mandato, verás, constatarás y experimentarás el poder de Su Palabra.
Tú fuiste creado a su imagen y semejanza, por lo tanto, si manifiestas el amor que te pide para con los demás, y, sobre todo, para con quien te hace daño, verás un momento mágico, especial, que llenará de paz tu vida. Sentirás Su Presencia en ti y la harás manifiesta en quien necesite de ella.
Les recuerdo que Dios no está en la vida de los hombres y mujeres de este mundo, porque todos le cerraron su corazón, salvo un puñado de seres. No obstante, Dios Padre siempre ha estado atento a su Creación, a la que concedió su imagen y semejanza, su luz, razón e inteligencia, la paz, y todos los dones que están particularizados en hombres y mujeres, ostensibles en los talentos que cada uno posee.
Recuerden el pasaje bíblico en donde Dios revela a Abraham, Padre de Naciones, que destruirá a Sodoma y Gomorra por su maldad. (Génesis 18:16-33).
Abraham recuerda que su sobrino Lot vive allí, entonces Abraham empieza a negociar con Dios por la salvación de esos pueblos y Dios acepta. Abraham inicia por preguntarle si perdonaría a las ciudades si en ellas encontraba a 50 justos. Dios accede; sin embargo, Abraham sigue negociando y reduciendo la cifra hasta 10, y aun así no existen esas 10 personas justas. Dios destruye las ciudades, pero salva a Lob y a sus hijas.
Veamos la representación del número en el pasaje bíblico, en el diálogo y negocio entre Dios y Abraham. Dios (Creador) y Abraham (a quien Él, Dios, llamó Padre de Naciones).
Dios está representado como hombre en el 5, el símbolo de la pentalfa, estrella de cinco puntas; igualmente en el Hombre de Vitruvio que dibujó Da Vinci. Ya esta información la entregué en el artículo pasado. [Ver en artículos anteriores].
Ante todo, el 1 es Dios Todo, Lo UNO, la mónada. Él y su universo, y el universo en Él. Reducción teosófica de 10.
Luego, el 5 es Dios (Él, Hombre) y (Dios Creador, con la humanidad). Número cinco, reducción teosófica de 50.
50 es la cifra por la que empieza a negociar Abraham. Reducimos cabalísticamente a 5 para que observen la correspondencia de todo (representación, hechos, circunstancias) con los actos y decisiones de Dios y la relación con los números.
El negocio que Abraham plantea a Dios está mediado por los números. Abraham en principio plantea la salvación de todos en caso de que hubiera la cifra de 50 personas justas (cifra aparentemente literal de cincuenta personas, pero en sí es toda la sociedad representada en el cinco). Como es un negocio y Dios accede, Abraham sigue bajando la cifra (el descenso de la cifra es misericordia de Abraham, reflejo de la misericordia de Dios). Las cifras planteadas son: 50, 45, 40, 30, 20 y 10. Se observa que Abraham no pasa de 50 a 40 directamente, su conciencia y la luz que hay en él necesariamente incluye el número 45, dado a que se plantea el fin de esa sociedad, y debía estar indicado en la representación teosófica del negocio. Lo que habla de la condición sapiencial de la Biblia. No hay número al azar. Todo obedece a una rigurosa relación de exactitud.
Veamos la significación en la reducción teosófica de los números:
50. Reducción 5. Representación de Dios Hombre y de la humanidad.
45. Reducción 9. Representación: fin de algo. Acabar con la maldad. Poner coto a una situación.
40. Reducción 4. Representación: la búsqueda (de Abraham) de una base para negociar. Persigue el garante mínimo para evitar la destrucción de esas ciudades.
30. Reducción 3. Representación: Abraham quiere ver manifiesto su negocio.
20. Reducción 2. Representación: negocio de dos: de Dios y Abraham, de Dios y la humanidad.
10. Reducción 1. Representación del garante mínimo: como no se encontró garantía que avalara el negocio de Abraham (número de justos) no hubo negocio, y este no pudo ver manifiesta su petición, y, en su defecto, Dios Uno y la decisión discrecional de Él, como ya lo había contemplado antes de negociar con Abraham, decide. La decisión de acabar con Sodoma y Gomorra.
De igual manera, si realizamos la reducción teosófica de todas las cifras (5+9+4+3+2+1= (24) =6) tendremos 6, el amor.
Veamos ahora los números del pasaje bíblico y su representación:
El pasaje está en Génesis 18: 16-33.
18. Reducción 9. Representación del fin de una sociedad.
16. Reducción 7. Representación: poder, fuerza, clemencia y decisión de Dios.
33. Reducción 6. Representación: amor. El primer tres (manifestación del amor de Dios), y el segundo 3 representa (la manifestación del amor de Abraham, reflejo del amor de Dios), por lo que tenemos 6 (amor).
Amor y misericordia de Dios
Dios decide acabar con una situación –18 (9)–, en virtud de su magnanimidad y poder –16 (7)–, mediado todo por la manifestación de su infinito amor –33 (6)–.
Asimismo, si realizamos la reducción teosófica de 9+7+6=22 (4). Es decir, hubo basamento para negociar (la amorosa intercesión de Abraham) que no encontró un mínimo garante. Empero, la decisión que puso fin a la maldad de esas sociedades manifestó un acto de misericordioso amor, y permitió la salvación de Lot y sus hijas, quienes vivían allí.
Volvamos al presente, a la mirada de Dios hoy y a ti. Dios no solo ve la maldad de hombres y mujeres. Ve también el amor de unos a otros, de padres a hijos, de hijos a padres, de esposas a esposos y de esposos a esposas, de amigos(as) a amigos(as), de seres humanos que se aman entre sí, así la maldad sea hoy una fuerza destructora de nosotros mismos, del planeta (de la casa que nos entregó en condición de Paraíso para que viviéramos y la hemos destruido). Aún a pesar de todo y aunque no tengamos un mínimo garante para que no decida destruir esta civilización va a incluir en su magna decisión elementos de suma bondad, misericordia y amor como concesión a la humanidad, la que lo alejó de sí y a la que Él Creó con infinito amor.
Entonces, si Dios Padre ve en ti manifestar el amor por el otro, amor sumo (el amor capaz de amar a quien te hace daño), tú sentirás en tu ser, en lo profundo de tu corazón, la paz de Dios que es sumo bien, y harás sentir en la persona que te daña la presencia del amor de Dios que la toca, y esta se transformará con el amor de Dios mediado por ti, y hasta tal vez haya irrupción de llanto liberador.
Ese es el mensaje poderoso de Dios Padre para ti: “ama a aquel que te hace daño”, amor que puedes reflejar, porque eres a imagen y semejanza de Él, y así te conviertes en un hijo de amor, sintiendo la indescriptible paz cuando se ama, y convirtiendo a otros en hijos del amor de Dios Padre Creador del cielo y de la tierra.
Que el amor y la paz de Dios sea con todos ustedes.
Crédito imagen: Generada por Meta.
Nota de advertencia
Todos nuestros artículos en el que Dios Padre envíe mensajes a la humanidad a través de sus dos testigos tendrán esta advertencia, y el costo personal y familiar puede ser muy alto:
Quien no esté en capacidad de ver en el mundo espiritual y de comprobar o no lo que decimos, mejor que permanezca en silencio, reflexione y le deje todo juicio al tiempo, que no haga ningún comentario en contra, no sea que por hacerle pulso al mensaje de Dios sea blanco de su ira. Toda persona que ataque la palabra de Dios en boca de sus dos ungidos, de los dos testigos del apocalipsis, se vincula a que la severidad de la ley divina lo castigue con tragedia y muerte, y con juicio sumario lo hagan descender a las mazmorras del Infierno. De forma idéntica a como cuando la autoridad policial captura a un delincuente, a un infractor de la ley, que los lectores consideren la debida advertencia, que reza: “Todo lo que usted diga podrá ser usado en su contra”. La ley se cumplirá de forma implacable. Ya llegó el momento, en consideración de la jerarquía celestial, que no se puede dejar pasar ningún tipo de faltas, y mucho menos afrentas e insultos al ejercicio de la autoridad de Dios y de sus plenipotenciarios aquí en la Tierra, en este periodo del fin de los tiempos.