El Hobbit: Un viaje inesperado


Inicialmente el proyecto iba a ser producido por Peter Jackson (director de la trilogía) y dirigida por Guillermo del Toro, un tipo con mucha afinidad y sensibilidad para los temas fantásticos como lo mostró en El laberinto del fauno (2006), pero se retiró antes que iniciara el rodaje de la película.

Peter Jackson, el genio que materializó la Tierra Media en Nueva Zelanda, tuvo que asumir la dirección del que desde un inicio fue su proyecto.

Tan maravillosamente detallados son los libros de Tolkien que de El Hobbit adaptaron tres películas; la primera es la que se encuentra en cartelera y dura tres horas, todo un reto físico y mental aún para los que amamos el complejo mundo y los personajes creados por el escritor británico.

La película inicia con el Bilbo Bolsón entrado en años que conocimos en La comunidad del anillo (2001) que le quiere dejar a su sobrino, Frodo, un libro con el recuento de sus aventuras.

60 años antes Bilbo había conocido a Gandalf “El Gris” cuando lo reclutó para hacer parte de un grupo de 13 enanos que planeaban recuperar La Montaña Solitaria, el que fue su prospero hogar hasta que un dragón los expulsó y se apoderó del montaña rica en oro y piedras preciosas.

La diáspora de enanos se diseminó por toda la Tierra Media y un grupo liderado por el príncipe exiliado Thorin “Escudo de Roble” se enfrentó a orcos con la esperanza de encontrar un lugar en el que pudieran establecerse nuevamente.

Un mapa cifrado y una llave se convierten en la esperanza de los enanos para recuperar su antiguo reino, Erebor, en La Montaña Solitaria, sellado con puertas mágicas que no son vistas desde el exterior y a la que solo podrá acceder por túneles. Bilbo, el antihéroe, será el ladrón que les ayudará a ingresar con sigilo en la montaña sin ser percibido por el dragón.

Enanos, mago y hobbit emprenden la aventura asediados por los orcos que quieren exterminarlos. En el camino Bilbo conoce a Gollum y le roba su “tesoro” el anillo de Saurón y el eje central a partir del cual gira El Señor de los Anillos.

El inicio de la película es un poco lento, la introducción a la trama se alarga durante más de media hora, aunque es un preámbulo necesario para los que no están familiarizados con la historia.

Desde las primeras producciones basadas en la obra literaria de Tolkien, Peter Jackson se mantuvo fiel a la historia. Los remotos paisajes de Nueva Zelanda recrean a la perfección los valles, montañas y bosques de la Tierra Media y el respeto a los más mínimos detalles a los que hace referencia el libro hacen que las ciudades de los enanos, de los ogros, de los elfos y la comarca de Bilbo sean fidedignas.

Los personajes también son recreados con esmero, salvo porque los enanos no parecen enanos. Son actores de tamaño normal “encogidos” para hacerlos pasar por enanos, si no fuera porque en los diálogos viven repitiendo que lo son el espectador lo olvidaría rápidamente. A pesar de eso, se destaca la caracterización de Richard Armitage como el príncipe guerrero Thorin, quien transmite todo el orgullo y la solemnidad de un rey derrotado pero no vencido.

Golum, el hobbit que se deforma por la avaricia que le infunde el anillo de Saurón, es interpretado nuevamente por Andy Serkis, un maestro en la técnica motion capture. El nivel de expresividad de ese tenebroso personaje es increíble, en Golum se a ve a Serkis hasta en los más mínimos y sutiles gestos, es una marioneta de carne y hueso que le da vida a ese ser digital.

A diferencia de El Señor de los Anillos, El Hobbit es un poco infantil, recurre a canciones para contar pedazos de la historia, en el libro seguramente sirven para mostrar la personalidad de los personajes pero en la película alteran un poco el ritmo, sentía como si se hubieran colado escenas de Encantada (2007) o de Blanca Nieves (1937); también tienen muchos momentos de humor bobo generados principalmente por los enanos.

Ese tono infantil probablemente se deba a que el libro es el compendio de historias que Tolkien escribía para entretener a sus hijos y que sirvieron de antesala para El Señor de los anillos.

La desbordada fantasía de Tolkien y la capacidad de Peter Jackson para recrearla nunca decepcionan, es un homenaje a sus seguidores y lo mejor es que todavía faltan dos entregas mas.


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