Hugo Rafael Chávez Frías quien fuera Teniente Coronel de las Fuerzas Armadas Venezolanas y Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, habría fallecido hace un puñado de días y alguien sugirió -faltaba más- rendirle respetos en un partido de fútbol.
En Puerto Ordaz, la sede del juego, se citaron las selecciones de fútbol de Venezuela y Colombia para disputar tres puntos en aras de lograr la clasificación al Campeonato del Mundo que se celebrará en Brasil el año entrante. Antes de comenzar la partida, se dispuso un minuto de silencio para honrar la memoria del finado presidente.
Quien ha vivido un minuto de silencio en una cancha de fútbol sabe lo que significa, y no quiero decir que los que lo ven por televisión lo ignoren. Mis disculpas. Tengo la reminiscencia de un amigo perdido cuya memoria pude honrar en un minuto ídem. Vivir esa experiencia me supone algo completamente distinto a lo que sucedió la noche del partido.
El deporte es un acto cultural, de esparcimiento. ¡Sí! Actualmente es un negocio y hay muchos poderes que interponen sus intereses para tapar un escenario tan noble en una bandera para enarbolar. Casos en los que la política ha usado el deporte para sus fines se pueden contar como las estrellas del cielo: Las Olimpiadas de 1936 por la Alemania nazi, el mundial de fútbol de 1934 por la Italia fascista, el mundial de 1978 por la dictadura argentina entre otros.
Sin embargo, en 1981, la dictadura uruguaya emulando a sus vecinos rioplatenses, organizó un Mundialito -similar a la actual Copa Confederaciones- poniendo todo de cara para que la selección local venciese y la gente olvidara la represión. Opio para el pueblo.
Pero el pueblo no cayó en la trampa, y el evento organizado para elevar las "bondades" del gobierno dictador terminó siendo la ventana para que se dijera ¡basta! (Recomiendo este enlace: http://www.youtube.com/watch?v=3J0h7SRtKqA)
Volviendo a aquél martes, el silencio que se suponía guardar en ese minuto dispuesto para honrar la memoria de Hugo Rafael se convirtió en murmullo y el murmullo en silbatina y la silbatina en rubor. Los comentaristas del partido dijeron que por respeto no iban a opinar sobre el tema; por mi parte, sólo cabía la impresión.
¿Cómo pudo una sola persona lograr tanta división? Siempre he creído que nadie más que el propio pueblo que sufre/padece/vive la realidad de su país puede saber la verdad de lo que ocurre. Los medios sólo son un canal, que malintencionado o no, dependiendo de su orientación sesgan la información.
En Colombia hemos padecido las heridas de más de cincuenta años de guerra fratricida y aún así seguimos en la pelea de si este presidente o este otro fue mejor. Antes porque la gente se dividía en centralistas o federalistas, luego porque la cosa se tornó monocromática: azules o rojos y así continuamos hasta nuestros días. La Patria boba nunca acabó. Solo ha tenido pausas brevísimas.
En Puerto Ordaz, muchos venezolanos ejercieron su libre derecho a la protesta consagrado universalmente, sin embargo se desahogaron. La división en el estadio fue latente. Yo imaginé a mi país en una situación parecida... Nuestro propio "reloj del Apocalipsis" se atrasa o se adelanta según nuestros actos ciudadanos lo marquen a esa situación similar. A ese minuto de silencio para Hugo Rafael.
------
SORBO FINAL: Esa noche también lamenté la fallida acción en el larguero de Falcao. Pero hasta que el partido no acabó no perdí la fe en ese talentoso equipo que nos representa. No a los "fusilamientos" a nadie. Más allá del sueño de volver a un Mundial, me ilusiona el hecho de volvernos a fundir en un sólo abrazo por el -banal, si se quiere- logro de volver a una máxima cita. Si para abrazarnos sirve el fútbol, que ganemos hoy y siempre. Arriba COLOMBIA!