Santos debería ser reelegido


No puede existir un solo nacional que no esté interesado en que se logre la paz final con los grupos alzados en armas. Son tantas tribulaciones, mucha sangre derramada, muertes innumerables y víctimas padeciendo en carne propia lo desgarrable que es la violencia o guerra fratricida que padecemos por más de cincuenta años.

Todos queremos la terminación de esta barbarie. ¿Quiénes mueren? Los jóvenes de estratos bajos que creyeron siempre ser el futuro. Son los que pagan el servicio militar y ven en la milicia una oportunidad de trabajo. La fuerza policial también es una opción. Mueren todos los días en sus acciones.

Por el dominio de las tierras se podría resumir, en pocas palabras, la causa de tanta masacre y muertes inocentes que han llevado a Colombia al límite de su convivencia pacífica. Hoy existe la ley de tierras, la ley de víctimas que direccionan el restablecimiento de muchas personas pobres e inocentes que fueron desalojados o desplazados de sus propiedades por salvar sus vidas.

Santos, un liberal conocedor de los grandes problemas que aquejan al país, se decidió por alcanzar la paz. Quizás sea la última oportunidad. Es un proceso muy complejo. Las experiencias pasadas de otros gobiernos así lo confirman.

Nadie puede estar de acuerdo con la guerra. Vivimos en el siglo XXI, época de grandes avances tecnológicos, modernidad en todo, siempre buscando el encuentro con la propia existencia, viviendo bien la vida. Vivir plenamente. Sin miedos ni resentimientos. Esta maldita guerra inútil ha carcomiendo los nobles corazones de muchos, reproduciéndose como la verdolaga en toda la sociedad y en cualquier rincón de Colombia.

A los colombianos nos mata la envidia. Muchos se creen genios y poderosos, tienen la verdad revelada. Se autoproclaman mesías. Sí ellos no lo hacen todo saldrá mal….Este gobierno se la jugó por lo que más sufren sus gobernados. La violencia. Mentes retorcidas y recalcitrantes no pueden imaginar que el presidente Santos lo que busca es el Premio Nobel de Paz. Si se lo dan, bienvenido, si otros lo han alcanzado, porqué un colombiano no se lo puede merecer. La envidia sale a relucir.

La reelección de Santos es el camino de la reconciliación nacional. Ha sido un buen estadista y demócrata por tantas situaciones que le ha tocado sortear. Paros y huelgas de todo tipo. Esta es la democracia. Los inconformes campesinos avivados por manos extrañas han llevado al desastre el sector agrario. Los TLC no han hecho tanto daño como los mismos paros. Las puertas están abiertas al dialogo, dice el gobierno, es otro talante de gobernar.

Un segundo mandato es la única garantía que el gran acuerdo de paz que se firme, sea una realidad. No nos echemos mentiras, ni nos hagamos ilusiones peregrinas, si no es Juan Manuel Santos el que siga con el mando, las consecuencias del post conflicto podría desatar una guerra tan peligrosa que llevaría a Colombia a ser considerado como un país paria en el mundo.

Nuestros hijos e hijas y nuestros nietos y nietas no quieren eso ni tampoco se lo merecen. Serían los jueces más implacables por esa posible debacle. Y la historia registraría que los colombianos nunca fuimos capaces de ponernos de acuerdo en algo que nos afecta a todos por igual.

Santos ha dado pruebas de su capacidad para negociar y hacer acuerdos. Rodearlo es lo mínimo que debemos hacer. Y que DIOS bendiga al pueblo colombiano por haberse decidido por la paz y no la guerra.


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