La academia polarizada


La universidad, ha sido el espacio donde libremente convergen diferentes opiniones, posiciones políticas de todas las corrientes, pensamientos filosóficos divergentes y sobre todo donde los estudiantes, los docentes, los administrativos, directivos y hasta los egresados tienen toda la libertad de expresar su postura político-administrativa ante la administración como siempre ha sido el talante o el modus operandi del gobierno universitario.

Es importante preguntarse, ¿la polarización es buena o mala? En realidad desde el punto político no es buena en ciertas condiciones. En la elección del nuevo rector o rectora por ejemplo, significa una corriente díscola, dentro de lo que se creía estaba todo bajo control. Y eso es la academia, su esencia. Su constante evolución y contradicción sobre lo que aparentemente no está funcionando como debe ser. Cuando todo parecía indicar que un candidato aglutinaría todos los frutos de una administración reelegida, la realidad es otra. Surgen otras fuerzas que le hacen contrapeso y ponen en riesgo su continuidad. -Dicen algunos que las reelecciones son malas-

No se puede luchar contra la corriente. La opinión de aceptación por ese candidato está dividida. -No es lo mismo lanzarse el Doctor Sierra que lanzar a otro- Sin echarnos mentira tiene resistencia. Y es aquí donde la polarización se convierte en persecución. No hay derecho, que la imposición por un candidato convierta a la academia en un campo de batalla en todos sus estamentos. -Todos lo comentan, nadie lo delata, como dice la canción-

Denuncias van y vienen en todos los sentidos y en todo el espectro de la universidad. Comentarios, chismes y correveidile se manifiestan en todos los espacios. La comunidad universitaria comenta en voz baja, lo que en público no puede decir, pero lo curioso, es que todo el mundo lo sabe. Nadie quiere aparecer como etiquetado. Peligra su estadía en el centro de educación superior. Y esto sí es una situación lamentable. El que comente algo diferente, es señalado y estigmatizado para ser botado de la universidad. Así como lo lee, botado. Como si dentro de las normas de la administración pública no se contemplara las situaciones en que debe ser desvinculado un servidor público.

-Para el caso de los docentes de cátedra, botado significa que no lo programen para el 2014. Ahora no somos necesarios, pero durante más de 10 años sí le servimos a la universidad y todo era de plácemes. Que deshonesta e inhumana posición. Botar a cualquier catedrático o funcionario de libre nombramiento y remoción sería un error gravísimo. Hacerlo, sería el acabose de la universidad-

Limitar la libre expresión y coartar la libertad de decidir, es entrar en tierra movediza que altera la convivencia y armonía de cualquier centro de educación superior. La Universidad de Cartagena hoy está en ese camino incierto y peligroso, sustentado en el apego al poder gendarme de la actual administración.

Alcanzar la rectoría, se ha convertido en un proceso político como cualquier otro. Las cosas han cambiado, mejor dicho, todo ha cambiado. Los escenarios son distintos y los intereses también. La fuerza estudiantil, por ejemplo, se ha perdido. No se nota ningún liderazgo hacia el interior de la universidad. Pareciera que las energías de los jóvenes ahora estuvieran cautiva, detenida y silenciada. Tan extraña estas posturas estudiantiles. Lo mismo sucede con los sindicatos, tan sólo ASPU ha alzado la voz en defensa de lo público.

P.D. ¿Dónde están los líderes estudiantiles? Me llevé una mayúscula sorpresa. No sé si es legal, ético, moral o estratégico, todos trabajan en la universidad. Reciben un emolumento por parte de ella. Entonces entendí su silencio. Y parece que este fenómeno se viene reproduciendo años tras año. Así es la política, “siempre a la altura de los tiempos”.


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