Pensé que nunca iba a tener participación, que nunca me tendrían en cuenta en ese recinto al que tanta falta le hace la gracia del Padre, el amor del Señor, la inmensidad del Evangelio. Ese armonioso salón donde hasta un reptil ocupó un privilegiado lugar, casi frente a ese altar donde posan su presidente y secretarios, frente a todos hace ya un tiempo, invitado por el concejal César Pión bendito. ¡Y… ¿para qué reptiles?!
Me enteré de una bendición, que aunque no segura, es esperanzadora. Declararían octubre como el mes de la Biblia, el mes de las sagradas escrituras, y todo gracias a aquella concejal de aquel partido político. Duvinia, ella, a quien no negaría mi voto por sacarme de los cajones de medias. Aunque, sinceramente, yo hubiese querido que ese mes fuese noviembre, o los días de fiestas, por aquello de que hay que rezar más por la salvación de nuestras vidas, de nuestras almas, o hacer un éxodo, o vivir el apocalipsis.
Admiro a Duvinia. No importa que ─en aquellos días─ haya apoyado a María del Socorro, no importa que sea del partido de la U, no importa tampoco que se haya ido de viaje por el Caribe. Lo realmente importante es que, por fin, está alguien tratando de sacarme de las viejas mochilas hediondas a tinta y mandarina de los marihuaneros de la Plaza de San Diego y las murallas, que no tienen para comprar rila y utilizan descaradamente mis páginas. ¡Eso hay que celebrarlo!
No importa ─meeeenosss─ que sea inconstitucional por apoyar o beneficiar una religión en particular siendo Colombia un Estado laico, sin embargo, ese tema me preocupa porque no sé si la Biblia que elegirán seré yo o la de otra religión. Y es que no sé cómo la concejal logró un acuerdo entre los sacerdotes y los pastores, ¡los pastoores! Si fue Pastor Jaramillo ─ese concejal que, seguramente, ni me lee, o nada le falta─ uno de los primeros, pero ya será el último, en oponerse a este proyecto sagrado. Que no pequen por ignorantes cuando el mismísimo Abrahan Lincoln supo que fui el mejor regalo que Dios le ha dado a la humanidad. Nada de eso importa si el poder de la Iglesia es tan grande y omnipotente que pareciera emanarse desde las altas esferas del poder, desde la misma Procuraduría.
Me leo y ruego de que la iniciativa tenga mucha acogida si no el pueblo de Dios se quedaría sin el pan y sin el queso en el Concejo (?) porque ya el cabildante David Múnera sugirió también que hasta la oración del día se tiene que revaluar. No sé cuál sea la génesis del proyecto de acuerdo. Espero que la concejal haya sido motivada por lo profundo de su corazón y no haya actuado aterrorizada porque vio que el padre Rafael Castillo es uno de los columnistas más leídos y piense que va a dejar la Eucaristía. ¿Por qué no se quedó tranquila y me llevó a su hogar? ¿No soy digna de entrar en su casa? ¿Será que escuchó al papa Francisco en la misa del 11 de noviembre?
“Los corruptos deberían ser tirados al mar con una piedra de molino atada al cuello”, dijo el Santo Padre en la capilla de El Vaticano, casualmente el día de la independencia de Cartagena, como si esa ciudad no tuviese tanto mar y en ella no hubiese tanto de eso que no se quiere. Amén.
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