La posibilidad de conversar con Joe Arroyo, no pudo ser más precisa, después de la larga y extenuante jornada de un festival de orquesta en el Carnaval de Barranquilla, del cual el músico salió triunfante con un Súper Congo de Oro, máxima distinción que se le puede entregar a un triunfador en este evento.
Cansados pero muy alegres, cercanos de manera relativa al escenario de la gloria, llegamos antes que aparecieran los primeros rayos del sol barranquillero, al apartamento de mis hijas Rosa Margarita y Sindy Johana, para compartir con Joe, un sancocho de “siete carnes” tal como lo saben preparar nuestras mujeres del Caribe..
Al conocer a mis hijas Joe quedó fascinado , primero, por la forma tan espectacular como lo recibieron las chicas ; segundo por el nombre exótico que combina a dos de las flores más bellas de Colombia : la rosa y la margarita y tercero por el extraordinario parecido de Sindy con la modelo Cindy Crawford , de quien toda la vida he sido un admirador.
Así las notas sobre las flores ,de mucho agrado para el cartagenero , a las cuales rindió tributo, cuando grabó con el maestro Fruko, “Flores Silvestres “sirvieron de tema introductorio a una larga conversación sobre la música folclórica de la costa interpretada por el Joe incluyendo de paso una breve historia de la carrera musical del cantante.
De inmediato, se activó la musa de mi inteligencia musical y con Joe y las chicas hicimos coro con estas notas de “Flores Silvestres”
Que te vas
de repente yo me pongo muy triste
cuando me dices que te vas,
que te vas, que te vas
Que te vas ,
de súbito todas las flores del campo,
se marchitan si te vas, si te vas, si te vas
Flores silvestres, luna y estrella,
todo se me acumula,
que mi cabeza me va a estallar,
canto de un niño, ruido de un auto,
todos son motivos que no quiero recordar…
Más el tema central lo iniciamos recordando entonces , cuando Joe hizo coros con el gran Alfredo Gutiérrez en la canción Cambalache, la cual aún recuerdo como si fuera ayer, pero fue en el año 1977 cuando se puso de moda.
De inmediato nos conectamos a youtube y sonó la versión de Alfredo de Cambalache, un viejo tango, que el tres veces rey vallenato arregló hasta convertirlo en un “paseo” exitoso en ese momento.
Sin embargo, Cambalache en su versión original, al igual que en la interpretación de Alfredo , es una canción pesimista, desastrosa y hasta muy vulgar, pero la salva el acordeón del maestro y los coros del Joe:
Cambalache, la vida es un cambalache,
Cambalache, la vida es un cambalache.
En seguida, el Joe llamó por celular a Alfredo para comentar lo que hacíamos en ese momento, y gracias a la tecnología entonamos algunas estrofas de la canción y de manera especial ,el coro improvisando una especie de piquería Vallenata, parecida a la que hacen los grandes durante el Festival
Pero, el Joe y yo decidimos que era mejor escuchar el acordeón de Alfredo, vía skype con otras canciones más gratas y le pedí al sabanero que cantáramos “Mi chila”, un canto a la mujer ausente, una de las canciones favoritas del varias veces campeón mundial en festivales de acordeón en Europa.
De velocidad, me tomé la palabra y comencé a contar a los maestros del canto, mi vida en la U del Atlántico y los momentos extraordinarios que viví cuando con Álvaro Vergara, Jesús Santis, de las sabanas y el barranquillero Ubaldo Pombo asistíamos de manera rigurosa a las presentaciones en vivo que en la primera década del 70 hacía Alfredo en Radio Libertad, en el famoso “show de Alfredo Gutiérrez”.
“Mi Chila”, es el mejor recuerdo de aquellas jornadas, llenas de juventud y alegría y de ese hermoso sentimiento por nuestra música, que nos llevó a formar, tal vez, el primer conjunto vallenato de la U. del Atlántico, integrado por los amigos referenciados y el guajiro José Barliza, quien al igual que el maestro Leandro Díaz, a partir de los 12 años sólo “veía con los ojos del alma” debido a una extraña enfermedad que atacaba a los varones, en particular, de esa familia.
De esta forma, con el acelerado paso de las horas, con nuestros cuerpos terrenales, nuestras mentes y almas viajamos a las tierras “donde nacen las canciones” folclóricas y el primer destino fue la Tierra de la Hamaca Grande.
Allí, el primer encuentro, nos puso en comunión con los maestros Adolfo Pacheco y Toño Fernández , con quienes compartimos gratos momentos y hermosos recorridos por San Jacinto los cuales sirvieron de inspiración al Joe para grabar “Mosaico Gaiteros” , disco que contiene varios de los éxitos más importantes de Los Gaiteros de San Jacinto dejándoles estas piezas musicales para que las disfruten:
“Mi Candelaria”, esa que un día “se fue y me dejó llorando, Candelaria vida mía”
“Manuelito Barrios”, con quien amanecimos parrandeando tantas veces,
“La Maestranza”, la canción de la repartición de mujeres, pues, para las viejas los viejos, y para las muchachas yo.
“La camisola”, esa prenda íntima femenina, que en los viejos tiempos de su uso permitía ver una claridad, de acuerdo con los versos de Toño Fernández Y Catalino Parra, y finalmente ”La Escoba” para barrer.
Tras el retorno de esa tierra grata, llegamos a uno de los puntos de los Montes de María o de María La Alta, donde también nace la esencia del folclor del Caribe Colombiano: la población de Gamero en Mahates ,en el cual nació, creció y cantó para la eternidad la gran Irene Martínez; allí Joe se untó del arte de esta maravillosa mujer, se inspiró para hacerle un sentido y hermoso homenaje musical, con fragmentos de estas canciones:
“Rosa” que linda eres tú.
El Lobo, A Pilá el Arroz,
Corre Morenita,
“Se va mamá”,
y, “El ron está sabroso”.
A Irene la recuerdo por sus deliciosas canciones, que tomaron un nuevo sabor con la interpretación del Joe y su orquesta; también porque antes de ser famosa visitaba con frecuencia a su hermana Catalina Martínez en el Barrio las Delicias de La Esperanza, vecina de nuestra casa familiar en este sector cartagenero.
Aún conservo en mi mente esos momentos mágicos , cuando la señora Irene, con su frágil figura ascendía los escalones de la casa de su hermana, sin presentir que tiempo después se convertiría en una de las grandes de” la Música de mi tierra”, ese estribillo que tantas veces usa el Joe en sus canciones inmortales.
De los Montes de María retornamos a Cartagena, y aquí en el pleno corazón de la Zona Suroriental, en Olaya visitamos a Estefanía Caicedo, admirando sus danzas, sus cantos hermosos , acompañados de mi primer suegro el señor Rafael Carrasquilla Iglesias ( quien descansa en la Gloria de Dios), amigo cercano de una de las familiares de Estefanía .
De este encuentro, al Joe le inspiró cantar una de las canciones más significativas de esta valiosa mujer, como es “Dolores Tiene un Piano”, incluido en el álbum” M e le fugué a la Candela”, la cual puso también a sonar por los aires de la Tierra nuestra Totó La Momposina.
Tiempo después el siempre agradecido corazón del maestro, le llevó a grabar también un Homenaje a Estefanía con un mosaico muy pegajoso y sabroso para escuchar y bailar con cortes de canciones como: El Loro y la Lora, Azúcar, y la Verdologa, verdaderas joyas del folclor del Caribe colombiano.
Tiempos después, sin fechas, esas que se llevan los años y la vida por delante, continuaríamos nuestra gira con Joe Arroyo para encontrarnos con otros grandes de la música de Colombia como Pacho Galán, el creador del Merecumbé, Los Corraleros de Majagual, Checo Acosta, Diomedes Díaz, El Guachi Meléndez siempre presente con “La Verdad” y la otra gran folclorista de la música de Mi Tierra: Petrona Martínez. CONTINUARA…