Alfredo Gutiérrez: Romance Vallenato eterno...A Lo Caribe .(Primera Parte).
El tiempo jamás se detiene para los vivientes… hasta cuando llega el primer día de la partida final;
 en su marcha inexorable transcurren nuestras vidas con sus goces y placeres, con sus penas y sinsabores… con derrotas y triunfos… con amores y desamores.
Así, como  el devenir temporal , son las canciones  de Alfredo Gutiérrez, Vital, muchas de las cuales hacen parte del pentagrama de mi vida. O tal vez mejor, sobre el pentagrama de ellas se  edificó parte de mi vida. O quizás, mucho mejor de esta manera: las canciones de Alfredo están ligadas a mi vida integral, a mi vida afectiva, a la de mi familia a la de mi barrio de adolescencia y juventud, a las de mis amigas y amigos… A mis recuerdos, a mis olvidos.
Más de 50 años han pasado desde las primeras canciones de impacto de Alfredo; sin embargo los poemas musicalizados del artista se mantienen siempre vigentes; el paso del tiempo  conserva sus cantos como a los licores: entre más viejos : más sabrosos y finos,  y siempre acompañando a los nuevos y viejos amores, a los viejos y nuevos sucesos de la vida, tal como narraré  a través de estos imaginarios encuentros con uno de los más grandes  ejecutores del acordeón en el mundo, uno de los aristas más versátiles del Caribe, uno de los  cantantes, (con sus conjuntos) que más  ha contribuido al amor de las parejas en el Caribe, Colombia y  de  algunos países del mundo.
Ello le fue posible utilizando unas estrategias sencillas de la vida  real :
Creando  sus propios versos, interpretando las composiciones de algunos de los mejores autores y cantautores del Caribe , apasionándose con la música y la magia del acordeón,  creando nuevos sonidos musicales, adaptando “los pitos” del acordeón a nuestra sensibilidad musical y rompiendo  en dos la historia de la música con acordeón y el vallenato, para así dar origen  y entronizar un nuevo  vallenato romántico , diferente a las interpretaciones románticas de los juglares y otros connotados músicos y cantantes, cuyas notas y letras  todavía nos ayudan a enamorar y soñar, y evocar amores que fueron, o que tal vez nunca fueron, revolucionando de esta manera , el sabanero, los ritmos del Caribe colombiano como lo hizo Richie Ray con el piano en el Gran Caribe.
Así, de su propia inspiración  y de la musa de otros compositores nació el pentagrama del romanticismo de Alfredo  cuya música, más allá de los amoríos y la exaltación de la mujer, llegó a las fiestas de los pueblos y a su cultura rural  y urbana  y trascendió hacia lo social con canciones sentidas  cuyos mensajes son válidos  en nuestros días
 Aunque parezca increíble de nuevo, y algunos me tilden de mentiroso y otros , los más generosos, digan que manejo un alto nivel de imaginación ,la presencia terrenal de Alfredo está ligada a la de mi familia paterna:
Fue mi tío Antonio Carlos Elles Gambín, un trotamundos del Caribe colombiano, un sibarita y mejor: un hedonista  como dicen los filósofos , comerciante, humorista empedernido y gozador de esta corta vida, quien nos hablaba de sus aventuras con el amigo Alfredo Enrique Gutiérrez Acosta en las poblaciones del Cesar, sobre sus parrandas , con el toque mágico de un “ pedazo de acordeón en el que tenía el alma puesta” al igual que Alejandro Durán, pasión que bien  pronto   heredó su hijo, el autor de “Ojos Indios”.
Narraba mi tío, quien además de humorista de los grandes y finos, fue torero de manta en las corralejas de las sabanas del Bolívar Grande, que Alfredo su amigo levitaba ejecutando el acordeón y que sus composiciones siempre  tuvieron como musa la belleza de la mujer del Caribe, y de Antioquia por las que sentía, al igual que él, una predilección muy especial por su belleza, sin restar mérito a las de otras regiones de Colombia.
Así entre viajes y viajes, el  hermano mayor de mi papá, contaba sus aventuras en medio de fiestas familiares y a todos los muchachos nos embobaba, de manera especial al  hablar de la dote que pagaba al padre, cuando enamorado de una linda señorita se decidía a vivir con ella por allá en los años 50  y 60,  tiempos en que  esta costumbre estaba muy arraigada  en las sabanas encantadas, estas a las que el poeta enamorado: Rubén Darío Salcedo cantó con Alfredo en “Paraíso”:
La brisa que viene del mar,
 Me trae de ti , el eco de tu voz,
Las aves me traen el cantar,
  de tu rosal, la dulzura de tu  amor,
ven, embriaguémonos de amor,
enseñoréate en mi
para embelesarnos corazón
 extasiarnos con fervor,
  pasión ,juntos con frenesí…
Solo los dos ,
donde sólo el  cielo, el viento y el bosque
Cuiden nuestro amor,
sólo los dos en un paraíso  donde
sean testigos los animalitos y Dios.
En una de esos mágicos encuentros mágicos con el “Tío Toño” se tocó el tema de la música de acordeón, y él nos prometió que un día cualquiera  traería a Alfredo padre y a Alfredo hijo, para que mi hermano Rafael, quien se perfilaba desde adolescente como un gran cantante, cantara con ellos.
No obstante esta fue una  promesa que jamás se cumplió pues el tío Toño murió  como consecuencia lejana de una cornada que le dio una vez una vaca en las corralejas de Luruaco, paradójicamente después de lidiar centenares de toros bravos , sin que ninguno le hiciera nunca el más mínimo rasguño debido a un “secreto” que poseía asociado a la protección que brindaba la Virgen del Carmen  y la de Guadalupe de Méjico, de acuerdo con los relatos que hacía mi papá Rafael; Posiblemente, el “secreto” sólo era válido para los toros
Sin embargo entre las muchas historias del tío afloró la circunstancia sobre las condiciones de vida humilde de los Gutiérrez Vital y de las peripecias que Alfredo de Jesús debía hacer para ayudar al sostén de  la familia, cantando en los buses de las sabanas y del Caribe, y para lograr su gran sueño de ser un artista exitoso en medio de un panorama cultural en el cual el vallenato tenía muy poca aceptación en la televisión nacional, muy rústica, por  cierto, en ese tiempo.
Alfredo en  una de sus tantas buenas composiciones: “Los  Cara Sucia” cuenta esa parte de la historia:
 Luis Felipe Valdez,
 un niño de 9 años
dormía en los periódicos
 aficionado al ciclismo,
 en los buses vivía cantando
 yo en mi niñez también hacía lo mismo
que me lo digan  no me disgusta…
Soy, soy cara sucia,
que me lo digan no me disgusta(bis).
Cuando yo estaba pequeño
pasé miles trabajos.
Hoy la fama ha premiado mi vida
 angustiada y tan confusa
 Hoy felizmente me la gano cantando
 y digo con honor que también soy cara sucia
 soy , soy cara sucia,
que me lo digan no me disgusta(bis).
Mi segundo encuentro con Alfredo Gutiérrez tuvo una connotación más especial al estar involucrados mis padres en esas creaciones e interpretaciones:	 Mi mamá, melómana desde niña hizo de Alfredo su ídolo vallenato al punto que se sabía todas las canciones de él y todo el día pasaba cantándolas. Sin embargo, nunca imaginó que mi papá las utilizaría en las fiestas familiares para enamorarla de nuevo como sucedió con el tríptico de los “Cabellos Largos”, “Cabellos Cortos” y “Tu cabellera”
Así, evocando aquellos momentos inolvidables, en los cuales yo era el DJ. en ninguna de las reuniones , casi nunca  se dejaba de escuchar esta hermosa composición:
Por esos cabellos largos,
Yo daría toda mi vida,
muñequita consentida,
 quiero tenerte a mi lado…
De igual manera, a continuación se oía
No te cortes el cabello,
 porque ahí está mi cariño, y
los quieres tener corticos,
 sabiendo que soy  tu dueño.
Y te buscaré por todo el mundo,
 siempre que tengas el pelo largo,
 porque yo en ti vivo pensando
 con un cariño muy profundo.
Tus cabellos son hermosos ,
yo creo que no hay más bonitos ,
 y los quieres tener corticos,
 sabiendo que soy celoso…
Para finalizar, del Gran Maestro Adolfo Pacheco , Alfredo cantaba:
Mujer esa cabellera te define,
En tu frente se corona,
se parece a los jardines colgantes de Babilonia
Quien pudiera tiempo de revivir,
 lo que el viejo testamento data ,
Ay un salmo del músico David ,
Te pusiera mujer de serenata…
Te juro que tu amor me flechó,
 cuando vi, tu linda cabellera.
Ese encanto de mi papá por la hermosa cabellera negra de mi  mamá Rosa quedó como una  inspiración en  mis hermanos y yo, quienes desde adolescentes soñábamos  unir nuestras vidas a una linda mujer de cabellos largos  como  las de estas bellas canciones.
Recuerdo ahora, que parte  de “los ratos más felices de mi vida” , sobre los cuales nos canta Vicente Fernández, los viví al lado de una hermosa sabanera de cabellos largos y  bellos, casi rubios, y después al lado de otra caribeña de  cabellos  negros como la noche, que en medio de la pasión y la ternura  cubrían mi rostro, cual madeja mágica ,con aromas celestiales de rosa roja, jazmines y flor de la Habana, al igual como lo hizo también una antioqueñita  de cabellos largos, color castaño…Que tiempos aquellos…”Quien pudiera tiempo de revivir” …como lo canta el poeta de mi tierra.
Mi tercer encuentro con el Rebelde del Acordeón fue cuando Alfredo publicó  el par de álbum de Romance Vallenato, de los cuales narraré mis vivencias. CONTINUARÁ.
