Los habitantes de Cartagena, soportamos los cuatro años del mandato de William Dau, quien ocupó el cargo de alcalde durante dicho lapso. Digo “ocupó” porque no se puede decir que gobernó. Su paranoia le hacía creer que todo el mundo era un corrupto, en sus palabras, “malandrín”; que no se podían hacer obras porque se robaban los recursos. Utilizando el populismo y la chabacanería subió al poder y en él se mantuvo durante cuatro años, rompiendo con una secuencia de alcaldes populares que fueron apartados de su cargo antes de terminar su gobierno por problemas de corrupción.
(Aunque a diferencia de los otros, William Dau logró completar su período como alcalde, hoy me atrevo a manifestar que la peor crisis de la ciudad se vivió durante su mandato. En esos cuatros años la ciudad estuvo en manos de nadie, sumergida en la pobreza en la miseria y en el abandono por falta de autoridad. Esta experiencia no se puede repetir nunca más, el daño hecho a la heroica Cartagena por William Dau, ¡fue grande!, ha sido el peor alcalde elegido por el voto popular en la historia de la cuidad.
Con preocupación y angustia percibo que el presidente Petro es muy parecido al exalcalde de Cartagena William Dau, todo lo que empieza con un toque de populismo, no termina bien; el discurso anticorrupción no tiene credibilidad cuando el circulo de colaboradores más cercano del gobernante resultan protagonistas de escándalos de corrupción.
Petro y William Dau solo pueden ser comparados con el emperador Nerón quién prendió fuego a Roma para disfrutar del dolor y la tragedia mientras observaba desde la torre de Mecenas, en lo alto de una colina, el clamor de los romanos mientras cantaba y tocaba la cítara.
Cada pueblo tiene los gobernantes que se merece, los gobiernos corruptos, narcisos, chabacanes, incompetentes, medio locos; fueron elegidos gracias al discurso populista que cala en la conciencia de quien carece de inteligencia.