Aunque el mono se vista de seda, mono se queda. 


Los atributos personales de cada individuo son inocultables. La ropa no hace al monje y  usar vestimenta de lujo o elegante, no ocultará las malas costumbres y los burdos modales. Las personalidades no van a cambiar por el atuendo que usen, por más fino o recatado que este pueda parecer.  

Vestir a “la moda”, con ropa de diseñador, acompañado de un calzado fino, maquillaje, un buen peinado y accesorios; nos pueden ayudar tal vez, a mejorar nuestra imagen ante los registros fotográficos, pero jamás podrán mejorar nuestro carácter y modo de pensar. No ocultarán el pasado, ni tendrán el poder de borrar las malas acciones cometidas.

Ningún traje es lo suficientemente adecuado para ocultar atributos y mucho menos defectos.  La riqueza espiritual, la clase, la educación y la belleza; o, la rebeldía, la imprudencia y hasta la locura, no se esconden tras las telas. Son innatas y muy difíciles de desprender del comportamiento, del actuar y del pensar.

La riqueza y el poder pueden intentar imponer acciones que no serán acogidas por ningún otro motivo diferente al sometimiento y esto será tan sólo por tiempo limitado. Ya ha sucedido en la historia con personajes cuyas ínfulas dictatoriales sobresalen. Deportistas, artistas y hasta jefes de estado, han pretendido imponer su voluntad y pensamientos por encima de las tradiciones y las buenas costumbres, con actos que no generan cosa distinta a opiniones de repudio; dejando un mal sabor y provocando el rechazo hasta de aquellos que eran simpatizantes. 

Lo correcto ya está inventado, las culturas y costumbres se deben respetar, a donde fueres haz lo que vieres, y si lo ves malo o no estás de acuerdo, entonces lo mejor, es que no vayas. 

Romper los protocolos de etiqueta de otro País en una cita diplomática, representa mucho más que el simple hecho de llevar la contraria. Es una forma  irreverente e inadaptada de llamar la atención, mal ejemplo para la sociedad y falta de cortesía. 

El señor presidente de la República de Colombia Gustavo Petro y la ministra de Minas Irene Vélez, contrariaron el código de vestimenta en la visita de Estado realizada en España y demostraron que aun cuando el mono se vistiera de seda, mono se queda.

 


TAMBIEN TE PUEDE GUSTAR