No existe justificación alguna en la vida para que una persona acuda a cometer un hurto como solución a sus problemas económicos; robar para comer o robar para sobrevivir sigue siendo un delito. Muchos de los delincuentes acuden a la comisión de atracos para comprar vicio o mantener un nivel de vida en el hampa.
Sin medir las consecuencias de sus actos despojan a los ciudadanos de sus pertenencias, bolsos, teléfonos celulares, cualquier prenda de oro o de valor que posean y algunos han llegado a cometer delitos de hurto hasta por placer sin tener la necesidad.
El tema de reflexión es para aquellas personas que compran artículos robados, no solo transgreden la ley penal incurriendo en el delito de receptación, sino que contribuyen al incremento de los delincuentes por razones básicas: ¡Si hay demanda hay oferta!
No podemos permitir por ningún motivo que el comercio de objetos hurtados con o sin violencia sea atractivo, por más que sea muy bajo su precio o por necesidad, quien compra algo que fue robado a otra persona hace un gran daño a la sociedad y se ubica en la misma posición que tiene el delincuente que a mano armada recorre las calles atracando y algunas veces hiriendo o matando. ¡No ayude a la delincuencia comprando cosas robadas!