En Colombia se ha vuelto normal la frase “La justicia es lenta, cojea pero llega”; también es una realidad que No siempre es justa, se ha corrompido y permite aplicar el vencimientos de términos y prescripciones; y la fiscalía de oficio defiende y acusa por interés a quien le conviene, en la mayoría de las veces hay demoras injustificadas, como en el caso del proceso de las construcciones de los Quiroz, que han pasado siete años que se cumplen hoy 27 de abril y solo conocemos el fallo condenatorio contra el constructor y la condena a la reparación de los perjuicios. Sentencia para enmarcar por qué los constructores están insolventes.
Es imposible aceptar que los investigadores no se hayan percatado de la existencia de otros actores tan culpables como los condenados, de los cuáles no hay noticia.
Los funcionarios de la alcaldía mayor, los encargados del control urbano, los responsables en las notarías de hacer las minutas, los notarios que con su firma protocolizaron escrituras sin revisar que su contenido no tuviera irregularidades, y que decir de los honorables funcionarios de la superintendencia de notariado y registro de la oficina de registro de instrumentos públicos que en tiempo récord crearon a la vida jurídica las matrículas inmobiliarias, no han sido llamados a juicio, no hay ninguno detenido ni condenado, lo más triste es que siete años después de la tragedia que causó la muerte de veintiún obreros de la construcción, la mayoría extranjeros indocumentados sin seguridad social, sin protección, estos HP (honorables personajes) siguen haciendo porquerías sin que les caiga el peso de la justicia débil vulnerable por la maldición del momento “la corrupción.”
Hoy 27 de abril quiero pedir paz para las almas de los humildes obreros que perdieron sus vidas en el desplome del edificio “Portal de Blas de Lezo ll” y pedir a Dios justicia, para que acabe con la maldita corrupción, y para las víctimas que perdieron sus ahorros, que perdieron sus hogares por haber comprado apartamentos en edificios con problemas estructurales, construidos jurídicamente con documentos falsos, todo gracias a la “corrupción maldita”.