Increíble la situación que debemos soportar quienes residimos en la ciudad de Cartagena. Vivir con la herencia de administraciones anteriores, empalmada con la incapacidad del actual gobierno, augura un incierto futuro. La suerte de esta ciudad no ha sido la mejor, se deteriora a ritmo acelerado y con ello, crece también la pobreza y la miseria.
El Distrito tiene sus recursos embargados por una empresa prestadora de servicios de aseo, como consecuencia del incumplimiento de sus obligaciones contractuales, y tal vez, por la falta de acciones en su defensa.
La Contraloría, ordenó como medida cautelar el embargo de cuentas personales del alcalde y las de algunos de sus funcionarios. En el tiempo que llevo viviendo en Cartagena, es decir, más de 25 años, jamás había visto situación como esta en la administración.
La ambigüedad que rodea el ambiente político de la ciudad, los escándalos que provocan las promesas incumplidas, y el conformismo del alcalde a pesar de su incapacidad y sus desaciertos, sólo perjudican el progreso de la ciudad.
La Cartagena que tanto queremos y amamos, la que me ha dado la oportunidad de construir mi estabilidad y de mi familia, la que recibe con brazos abiertos a quienes llegan en búsqueda de mejores oportunidades, hoy la siento profundamente triste, empobrecida y bastante destruida. Vivimos en una ciudad que está en el limbo, enferma y sin esperanzas de una pronta recuperación.
Ante la evidente crisis, solo puedo invitar a los cartageneros y a la población en general, para que unamos nuestras intenciones y elevemos una plegaria al creador del universo, para que tenga compasión y se apiade de Cartagena de Indias. Que sea Él quien nos saque de la crisis en la que estamos por culpa de los gobernantes anteriores, del actual y de todos los que con nuestra acción y omisión permitimos que manejara la ciudad a su antojo y la dejaran en el estado en que se encuentra.
La situación de la ciudad es tan crítica, que solo un milagro puede traer la solución. ¡Que Dios te salve Cartagena!