La extradición de Darío Antonio Úsuga, alias "Otoniel", desató una terrible ola de violencia en algunas regiones de Colombia. El grupo armado denominado “El Clan del Golfo” o “Autodefensas Gaitanistas”, lideradas según los informes de inteligencia por el sucesor de Otoniel, Jobanis de Jesús Ávila Villadiego, alias “el chiquito malo”, junto con Wilmer Antonio Giraldo Quiroz, alias “siopas”, están sembrando el terror entre la población civil, quemando vehículos en las vías y asesinando a quienes desobedecen la instrucción de cerrar sus negocios y no movilizarse, durante la declaratoria del paro armado.
Queda demostrado el poder de este grupo armado, la incapacidad del gobierno de mantener el orden público y la debilidad que han tenido las Fuerzas Militares durante más de cinco décadas.
La función constitucional de mantener el orden y la paz, es letra muerta y pura retórica. Los pueblos más pobres y sufridos ponen los muertos. La miseria y la desgracia son el orden del día; mientras los senadores, parlamentarios, ministros, alcaldes y gobernadores, disfrutan de la comodidad de sus mansiones.
El pueblo pasa hambre y sucumbe ante las órdenes de los violentos, no hay autoridad, no hay defensa del Estado, el orden público se deteriora y la violencia cobra vidas, el gobierno demuestra su incapacidad y su debilidad, mientras el chiquito demuestra su poder.