Ante el pronunciamiento del presidente de la república, Gustavo Petro Urrego, de proponer una asamblea nacional constituyente sin tener claro su propósito, sus razones y la necesidad, generan opinión entre los colombianos de todos los niveles socioeconómicos, culturales y académicos.
Si bien es cierto, no se tiene certeza sobre los motivos y la necesidad que llevarían al presidente a convocar una asamblea constituyente para reformar o sustituir la actual constitución política colombiana, puedo asegurar que lo único sobre lo cual se tiene certeza, es que los colombianos no conocemos nuestra constitución política. Me he puesto en la tarea de preguntar a mi círculo cercano y a las personas con las que interactúo si conocen la constitución, con un común denominador: “la ausencia total de conocimiento constitucional”.
En el articulado constitucional se encuentran plasmados los derechos fundamentales, sociales, los deberes y garantías de los ciudadanos, la participación en la democracia y la organización del estado; contenidos en la parte dogmática, orgánica y programática.
Con profundo asombro me detengo a pensar como un pueblo que desconoce la constitución política que le rige, pueda aceptar que la misma sea derogada o reformada.
Soy un convencido de la innecesaridad de realizar reformas constitucionales como solución al cambio que necesita el estado y la sociedad, lo urgente es crear consciencia y educar al pueblo para que conozca nuestra constitución política y de esta manera pueda participar activamente en la democracia, en defensa de sus derechos y en cumplimiento de sus deberes. De lo contrario considero inconcebible proponer o intentar reformar una constitución que el pueblo no conoce, que no se ha dedicado a estudiar, a leer y a poner en práctica lo que en ella se encuentra plasmado, por lo que estimo totalmente cuestionable reformar lo desconocido.