La venganza del alcalde


 

Ante la crisis que atraviesa la ciudad de Cartagena por la falta de autoridad y gestión del alcalde WILLIAM DAU, la seguridad y la calidad de vida de los habitantes se encuentra en deplorables condiciones. 

No hay una justificación racional ante lo que ocurre. Sus acciones como autoridad administrativa del distrito, se asemejan a las de un neo tirano que nos engañó con su discurso populista de anticorrupción. Hoy podemos ver que “Salvemos a Cartagena (Let’s Save Cartagena)”, no era más que una artimaña.

Los hechos demuestran que su objetivo para ser alcalde de Cartagena era la destrucción de la ciudad, situación que me recuerda a la antigua escena romana donde el emperador Nerón, envió secretamente a cientos de hombres quienes fingiendo estar ebrios, prendieron fuego a la ciudad. El emperador disfrutaba desde su palacio el clamor de auxilio de su pueblo y se deleitaba tocando las notas musicales en su lira, mientras que Roma se consumía en llamas. 

Aparentemente el corralito de piedras no está ardiendo en llamas, y tal vez Dau ni siquiera sabe tocar la lira, pero pareciera que se deleitara observando cómo la ciudad camina con pasos de gigante hacia la destrucción. Diariamente el pueblo Cartagenero gime entre la miseria y semana tras semana, nos sorprenden noticias atroces, mientras que él, sólo sigue allí, observando plácidamente sin hacer nada.

Nerón, estaba obsesionado por las “conspiraciones” contra sí mismo (reales o imaginarias) y era un persecutor de la clase noble. Sin embargo, un día decidió acabar con todo el pueblo y disfrutó mientras ocurría.  El Tractor, demostraba en campaña su absoluta oposición contra de la clase política tradicional y su desprecio por “los malandrines” al parecerse expandió en contra de toda la ciudad; “cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia”. Un verdadero salvador, no permite la destrucción de su pueblo. 

Tener una ciudad empobrecida, sin vías, sin puentes, insegura, sin ley, ni orden, parece ser motivo de satisfacción. Si no estuviera a gusto con lo que ocurre estaría a trabajando por el bienestar, y si estoy equivocado, este es el momento que tiene para demostrarle a Cartagena lo contrario.          

La falta de autoridad y la ausencia de responsabilidad de aquel a quien delegamos la tarea de gobernar a Cartagena, ha permitido que la ciudad se encuentre en un estado de deterioro. En una democracia, la voz de Dios es la voz del pueblo, quien debe sugerir las normas que favorezcan al conglomerado y estas deben ser acatadas por el gobernante, o por lo menos escuchadas. La máxima autoridad administrativa, debe escuchar las necesidades que grita su pueblo. 

El gobierno de William Dau, está convirtiendo a Cartagena en una ciudad hostil.  

Es lamentable y doloroso, escuchar las quejas en contra de la administración, pero más lamentable aún, es tener soportar la ingobernabilidad de la persona en quien depositamos nuestra confianza para llevar las riendas de la ciudad y ver su actitud cómoda y aletargada frente a los cientos de problemas que los cartageneros enfrentamos hoy.


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