La vida es breve, pero es un camino que debemos transitar, y las personas nos fijamos metas que se convierten en propósitos individuales, dependiendo de cada quien cómo llegar a alcanzarlas.
Nayib Bukele comenzó su carrera política como alcalde de Cuscatlán y de San Salvador, un cargo que le permitió demostrar sus habilidades y el potencial liderazgo que lo caracteriza. Nayib Bukele tenía claro su objetivo y cuáles eran las metas que alcanzaría: transformar un país azotado por la violencia y las pandillas en una nación segura y libre de crímenes. Lo que inició como un verdadero desafío hoy es una realidad; su valentía y capacidad para gobernar, acompañadas de disciplina y continuidad, han convertido a Bukele en un ejemplo para la región y el mundo.
Cartagena es una hermosa ciudad llena de magia, historia y encantos, pero sumida en la pobreza y el abandono por administraciones anteriores que es mejor no recordar. El gobierno de Dumek Turbay ha tenido que asumir el control, imponer el orden y restablecer la autoridad donde no existía. Desde que asumió el cargo, se ha dedicado a pavimentar calles, recoger basura y frenar la prostitución. El actual gobierno está haciendo las cosas que no se hacían en la ciudad por desidia y por malas decisiones, que permitieron una serie de abusos que se habían normalizado. Han pasado 13 meses y cada día las cosas parecen mejorar. Aunque en Cartagena no enfrentamos la violencia de las pandillas como en El Salvador, sí tenemos nuestros propios problemas. Dumek Turbay tiene una gran oportunidad si logra reunir a los asesores adecuados y, con un poco de inteligencia y conciencia, lleva a cabo una transformación de la ciudad. No será fácil, pero tampoco imposible. Si bien es cierto que se requiere mucha inversión, también es fundamental la intención, el liderazgo y la capacidad. En Cartagena, los flagelos equivalentes a las pandillas salvadoreñas son la corrupción, la falta de autoridad, la ausencia de civismo, despertar el compromiso y el amor por nuestra ciudad, implementar una cultura del buen trato y de amabilidad para con nosotros mismos y para con los visitantes, fortalecer la educación y cambiar el chip, dejando de creernos más astutos que los demás.
Con buenas estrategias y la bendición de Dios, Cartagena podría convertirse en la ciudad pionera de grandes transformaciones, y de su interior podría surgir el líder que Colombia necesita. Esperamos que nuestro alcalde tenga la capacidad de resistir y organizarse para mejorar la calidad de vida de los cartageneros, quienes consideramos que Cartagena es nuestra tierra prometida. Quien está al mando de la ciudad tiene grandes oportunidades. ¡Son muchas las cosas que un alcalde puede lograr!