Gustavo Petro Urrego, es quizás uno de los hombres con más experiencia política en el país; para confirmarlo, basta con analizar su amplio recorrido por todos los estadios. Fue miembro militante de una de las guerrillas más emblemáticas que han existido en Colombia, como lo fue el M19, luego pasó a ser un desmovilizado, actor activo de la vida política ocupando una curul en la Cámara de Representantes y posteriormente en el Senado de la República. También fue elegido por voto popular para ocupar el cargo de Alcalde de Bogotá, y varias veces candidato presidencial hasta llegar a convertirse en el actual presidente de los colombianos.
Petro Urrego, no solo es el primer presidente de la historia colombiana de izquierda, sino que ha sido actor político desde todos los extremos, situación que le debió dejar experiencia y conocimiento. No se trata de alguien ingenuo, ni de un delfín de la alcurnia política; se puede definir más bien, como un guerrero curtido que estuvo dispuesto a celebrar estratégicas alianzas con todos los sectores políticos y las fuerzas activas, con tal de llegar a ser elegido presidente de los colombianos. Alianzas con Benedetti, Barrera, Francia Márquez, y hasta el mismísimo demonio si hubiera sido necesario. Aprovecho para recordar y destacar su famosa visita al papa francisco.
Pasar de ser reconocido opositor del régimen, con un discurso anticorrupción y moralista en favor de los pobres y más necesitados, a ser el Jefe de Estado, genera la responsabilidad política y social de demostrar que ahora que tiene el poder, logrará el anhelo de organizar un país libre de pobreza, tiranía y corrupción. Logrará que la justicia sea efectiva acabando con la impunidad, garantizando a todos los ciudadanos que los principios básicos del Estado Social de Derecho se cumplan y el bienestar general remplace los mezquinos intereses individuales de los corruptos que tanto daño han hecho a nuestra patria.
Señor Petro, demuéstrele al pueblo que lo eligió para qué quería ser presidente. Cumpla sus promesas, dedíquese a trabajar para erradicar la corrupción, la burocracia, la pobreza y todo aquello que fue motivo de rechazo en sus discursos de campaña mientras militó en la oposición. Usted manifestó que tendría mano dura para combatir los flagelos de las malas prácticas que han causado tanta desigualdad, violencia y pobreza.
A dos meses de cumplir un año del gobierno a su cargo, las cosas no han cambiado, antes empeoran. La inseguridad, la pobreza, el aumento de los productos básicos incluyendo el aumento en el precio de la gasolina, pronostican que las cosas empeoraran. Lo único nuevo son los escándalos generados por las personas más cercanas a usted, el abuso de poder, la corrupción, mal manejo y pérdida de grandes sumas de dinero, cuantiosos viajes, actos y gastos que usted tanto criticaba… y más triste aún, el misterioso suicidio de un coronel enredado en el escándalo de su jefe de gabinete y quien tenía a cargo parte de su seguridad.
Todo el mundo es inocente hasta comprobarse la culpa y yo creo en la inocencia de las personas, honrando el principio de la buena fe; pero el señor Presidente sí le debe probar a los colombianos que va a cumplir con las promesas de campaña y al menos que respetará la Ley, la Constitución y la democracia.
Los propósitos que lo han acompañado durante toda su trayectoria política, desde el M19 hasta la presidencia, no pueden ser olvidados, ni cambiados por los lujos, las comodidades y la codicia que usted tanto criticó. Señor presidente demuestre a los colombianos que usted es fiel a su criterio, que va a cumplir sus promesas y su programa de gobierno; que no es otro político corrupto. Demuestre a sus electores y al mundo para qué quería ser el Presidente de Colombia.