¡Oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”
Hoy como todos los años, en esta época te escribo mi carta con la fe intacta en esa frase y con la paciencia en cuidados intensivos; pero confiando en que responderás mis peticiones conforme a tu infinita misericordia, porque Cartagena necesita de tu presencia para su sanación ¡urgente!
En esta oportunidad no solo pido por mí, sino por todos los cartageneros y por los turistas que aún creen que esta ciudad es solo muralla, sol y playa.
¡Querido Niño Dios, líbranos del mototaxismo salvaje, ese que no respeta semáforos, ni el carril de transcaribe, ni andenes, y que convirtió las calles en una pista de deportes extremos!
¡Querido Niño Dios, danos seguridad! Que salir de la casa no sea un acto de valentía ni volver con el celular un milagro.
¡Querido Niño Dios, dale descanso a William Dau o dale razones para dejar de quejarse, porque Cartagena ya no sabe si quiere gobernar, denunciar o joder! ¡y que, por favor, ya no se lance a ningún cargo más!
¡Protégenos de los abusos en las playas! Que los turistas no sean atracados a punta de precios inflados, masajes obligados y mojarras que cuestan como langosta con champagne en París.
¡Querido Niño Dios, elimina el olor a cañería! Porque casi toda Cartagena huele a alcantarilla rota, y no hay brisa marina que pueda con eso.
Yo sé que para ti nada es imposible, aunque esto que te voy a pedir si sea un poco más difícil: ¡Que no sigan acumulándose montones de basuras en las calles! Que cuando llueva no se inunden las vías, ni los carros floten, ni los andenes desaparezcan bajo el agua como si fuera Venecia, pero sin glamour.
¡Que el tubo de aguas de Cartagena no se siga rompiendo y nos deje sin agua!
¡Querido Niño Dios, que el Real Cartagena ascienda de una vez por todas! Porque esta ciudad ya ha sufrido demasiado como para seguir en la B eternamente.
¡Que el alcalde Dumek no continue imponiendo el pico y placa por 24 horas!
Niño Dios, regálanos esta Navidad una Cartagena digna, limpia, segura y renovada. Líbranos de la corrupción, de los abusos y de la improvisación.
Me quedé corto, porque sabes que las necesidades de nuestro corralito de piedra son muchas. No nos abandones. Que esta súplica no se pierda entre risas, memes y resignación, sino que incomode, despierte, irrite y recuerde que Cartagena no se arregla con milagros, sino cuando sus ciudadanos exigen, cuidan y defienden con carácter la ciudad que dicen amar.
Por mi parte, prometo portarme bien, continuar mejorando cada día como ciudadano de la heroica y seguir creyendo.
Bendice a la ciudad y a sus administradores.
¡Ven, a Cartagena! ¡Ven, no tardes tanto!