Evidenciar la pobreza colectiva en un lugar de tanta riqueza en biodiversidad; es el infortunio que le ha tocado vivir a Colombia. Además de poseer bastos recursos minerales, tales como: esmeraldas, cobre, oro, níquel, hierro, gas natural, carbón y petróleo, se le suma la caracterización de un ser humano talentoso, inteligente, dotado de virtudes excepcionales, vigorosos, plenos de creatividad para afrontar el día a día. Sin embargo, enfrentamos una paradoja en nuestra realidad, sumergida en un doloroso escenario de necesidades. La mayoría, sustentadas en la gran debilidad de la sociedad de no saber elegir a sus gobernantes, el cual ha sido un error histórico.
Vale anotar que en la legislación está la clave del desarrollo de una nación, por ello, la importancia de que se gobierne con transparencia, con la prestancia, la libertad e imparcialidad con la que deben operar los administradores del poder público, ajustados a lo designado en la Carta Constitucional, al deber ser y al Estado Social de Derecho.
No podemos seguir permitiendo que las ramas del poder público, sean convertidas en herramientas del poder criminal, legislando en favor de la impunidad, de la riqueza, de los amigos del gobierno, del saqueo de los bienes del estado. Somos el poder soberano, somos el pueblo que elige, que se ha equivocado de manera reiterada, eligiendo y eligiendo a incompetentes que traicionan el mandato y que desprecian la dignidad de ser gobernarte.
Los colombianos estamos sumergidos en un estado social de pobreza, generado por la corrupción y permitido por una sociedad dormida, que se conforma con subsidios, con un salario mínimo, con una educación mediocre y de garaje. Debemos dejar de lado la pereza mental, aquella que nos gobierna y no nos deja mirar que la soberanía reside en el pueblo que elige.
La solución no está lejos, está en tus manos y en las mías mi querido lector. El control político en cabeza del pueblo debe ser efectivo. Estamos cansados, empobrecidos, maltratados, sufrimos la falta servicios públicos esenciales, la inseguridad, la carga de nuevos impuestos, atentando flagrantemente nuestros derechos humanos fundamentales y los fines esenciales del Estado.
Debemos cambiar de forma urgente el pensar que todo está servido. Este cambio sólo será posible si cada uno de nosotros en forma individual decide cambiar su vida, contribuir con la construcción de una sociedad más justa, con mayor calidad de vida para nosotros y mejor futuro para nuestros hijos. Debemos esforzarnos por alcanzar mayores garantías, estudiando la constitución, comprometiéndonos y participando en la vida política, cumpliendo con nuestros deberes y exigiendo nuestros derechos, como único camino para salir de la pobreza colectiva.