Un jefe de estado debe tener ciertos principios que le impidan pronunciarse como cualquier ciudadano. La decencia y la prudencia son elementos fundamentales para ejercer la dignidad propia del cargo de presidente de una república.
¿Cómo es posible que un líder estatal vaya a pedirle a los soldados de Estados Unidos que desobedezcan a su propio presidente? ¿Y a invitar a sus compatriotas a luchar en un conflicto que, por doloroso que sea para la humanidad debido a la muerte de niños y civiles, no es un conflicto interno? ¿No debería primero ocuparse de la situación de su propio país, que también es violenta? En Colombia, tenemos muchos problemas de orden público, seguridad, pobreza, corrupción, y no podemos asumir los problemas ni participar en conflictos de otros países ubicados en otro continente, ni en el nuestro.
Como país, no podemos hacer nada para mejorar las condiciones de los palestinos, pero podríamos enviar ayuda humanitaria, alimentos y medicinas, sin involucrarnos en el conflicto… ¡como si en Colombia estuviéramos en paz!
Por mi parte, celebro que el gobierno de Estados Unidos le haya retirado la visa al presidente de los colombianos, y ruego al creador del universo de forma imprecatoria para que a todos los ministros y asesores de ese gobierno también les sea suspendida la visa. Asimismo, pido que se revoque la visa de manera definitiva a todos los embajadores nombrados por el actual gobierno.
Que los dictadores, terroristas, narcotraficantes y corruptos, sean capturados y confinados en una cárcel de máxima seguridad en Guantánamo y/o en el salvador sin contemplación alguna, para que la paz reine y la justicia gobierne.
Sin dudas, Gustavo Petro, presidente de los colombianos, es una vergüenza nacional.