Álvaro Mutis: "Yo tengo vocación de errancia"


 

 

Álvaro Mutis:

“Yo tengo vocación de errancia”

 

Por René Arrieta Pérez.

Maqroll es la suma de voces que lo asedian, y, en gran partea, la conciencia de Álvaro Mutis. El Gaviero ha trasegado por muchos horizontes, en tren, barco, avión, o por tierra.

Ha desnudado su alma en cada vivencia y aventura: ha estado perdido en múltiples laberintos. Maqroll en cada relato es la presencia, en Álvaro Mutis, de misterios, hondas caídas, esperanzas grisáceas, que se diluyen en algún ápice de su conciencia.

Tal vez sea un personaje brumoso, incompleto, fantaseado o sencillamente un simple hombre: un amasijo de barro y espíritu, que sueña y lucha, que muchas veces le pertenece a los espacios de lo insondable, y otras, a las rutinas y bienes terrenales. De vez en cuando se le da por atesorar las monedas de sol que acuña James Joyce en el ocio de sus personajes. El Gaviero se complementa con el tránsito y la muerte de algunos personajes y amigos que lo acompañan: Ilona, Abdul Bazur… él mismo se repite o se reafirma en ciclos o trances.

 

P. ¿Cómo nace Maqroll?

R. Maqroll nació en los primeros intentos de poesía que ya consideré yo publicables. La tercera aparición mías en la prensa como poeta fue con un poema llamado “Oración de Maqroll el Gaviero”. O sea, que Maqroll me ha acompañado desde entonces.

P. ¿Esas voces que asedian a Maqroll han hecho tránsito permanente en su memoria?

R. Están siempre presentes. Lo que llamo yo: mis demonios. Entonces, para aplacarlos invoco a Maqroll y lo pongo a luchar con ellos, para que no se me vengan todos encima. Son mis nostalgias, son mis frustraciones, son mis andanzas. Es el recuerdo de países que no voy a volver a visitar.

P. Borges, Kafka, se fascinaron mucho por lo orientalista. ¿Usted también?

No. A mí el orientalismo no me interesa. A mí me interesa el mundo arábigo-español, lo que se llama el Al andaluz, o sea la presencia de los árabes en España durante ocho siglos. Y sobre todo la presencia de los Omeyas, que fue una raza de una gran cultura, de los traductores de la filosofía griega. Reyes de Córdoba, reyes de Sevilla, y gente de una inmensa refinación y de una gran sensibilidad. Ese es el mundo que me interesa más profundamente.

P. Cuando pequeño, ¿soñó con aventuras a lo Tom Sawyer, o con descubrir tesoros?

R. Pues exactamente citó a uno de los libros que más iluminaron mi juventud. Que fueron: Tom Sawyer y Huckleberry Finn. Y sabe, que los tengo muy presentes, y es la primera vez en la vida que un periodista me hace esa pregunta, y que tengo la satisfacción de poderle contestar: que no hay una página que yo escriba y que no piense en, sobre todo, en Huckleberry Finn y en el río Misisipi, al cual le dediqué un largo poema en mi libro “Un homenaje y siete nocturnos”.

P. Maqroll tiene facetas con caracteres de Schopenhauer, ¿usted también las tiene, como el pesimismo?

R. Fui un gran lector de Schopenhauer, fui, digo, porque ya no lo leo, porque en realidad la dosis de pesimismo que me alcanzó a inyectar todavía me dura, entonces no necesito una dosis extra, al contrario, cada vez soy más pesimista: sobre el hombre, sobre las acciones del hombre y sobre la inmensa destrucción que está haciendo el hombre del mundo.

P. El Gaviero también recorre líneas de sombra, se podría decir que esos itinerarios que trazó Joseph Conrad. ¿Usted también recorre esos itinerarios?

R. En parte sí. He hecho viajes, parecidos a estos, desde luego no en las condiciones, ni en el puesto que tenían los personajes de Conrad, puestos de responsabilidad, de mando en un barco, viajes que hice mucho en mi juventud y después, durante mi trabajo en la ESSO. Viajé muchísimo, justamente de la costa a Aruba y a otras islas del Atlántico. Durante esos viajes, el mar y la vida en los barcos me hicieron recordar mucho las páginas de Conrad, y tuvieron para mí un encanto muy grande.

P. Ahondemos más, Maqroll se sitúa en facetas de Conrad como la soledad y los puertos.

R. Bueno, si se sitúa en esas condiciones, desde luego, quiere decir que Conrad conocía a personajes muy parecidos a Maqroll.

Se habla mucho de las influencias de Conrad sobre mí, yo primero tuve las experiencias marítimas que le estoy contando, sobre todo de la juventud y la niñez, y después leí a Conrad.

P. Ya le ha arrancado mucho al mar: sus espacios, su compañía, su música, su solaz, ¿piensa arrancarle algo más para sus relatos?

R. Todo, lo que me pueda dar el mar, porque el mar es para mí la vida misma. La presencia del mar, los fenómenos que tienen que ver con el mar, el palpitar mismo del mar, las grandes olas en el centro mismo del Atlántico me dan siempre una imagen de lo que debe ser la presencia de Dios.

P. Lo que hace su conciencia en los relatos y lo que hacen sus personajes también parece manifestar una ecuación borgiana.

R. No había pensado en eso, yo admiro mucho a Borges, pero, pues, Borges juega mucho con la metafísica, juega mucho con una serie de teoremas metafísicos que plantea en sus personajes, y en mi caso no veo que haya nada de eso. Y después, el aspecto de literatura de misterio, que es fascinante en Borges, eso yo no lo he tocado para nada, entonces no veo muy bien qué puntos de vista haya fuera de mi gran admiración por Borges. Allí si estamos de acuerdo.

P. Al Gaviero lo hemos hallado en muchas partes. ¿Posteriormente es preciso que lo encontremos en el cielo o en el infierno?

R. Yo creo que el Gaviero, el pobre, la cuota del infierno que le iba a tocar ya la está pagando y cumpliendo aquí en la tierra. Esperemos que cuando descanse para siempre, le regalen un cachito de mar como paraíso.

P. Usted como Álvaro Mutis comenta cosas de Maqroll, Maqroll también comenta cosas de Álvaro Mutis. ¿Cómo es eso?

R. Bueno, Maqroll cuando comenta cosas de Álvaro Mutis lo hace por su cuenta, porque ya él es completamente autónomo. Justamente en una novela que estoy escribiendo ahora, que se llama “Tríptico de mar y tierra” Maqroll opina mucho sobre mí y dialoga conmigo, pero eso ya lo hace por su cuenta, ya no lo puedo callar.

P. Usted es una voz distinta en la poesía colombiana. ¿Qué proporcionó esos ingredientes?

R. Yo creo que ante todo la formación en Europa de mis primeros años me dio una base y una referencia de una cultura completamente distinta a la cultura colombiana, y eso me formó, por una parte, y después, yo tengo una vocación de errancia, una vocación de viaje, una vocación de trasladarme siempre de una parte a otra, que ha ido limando, tal vez, muchas de las características típicamente colombianas. A pesar de que quiero mucho a mi tierra, me siento muy colombiano, pero también me siento muy vagabundo. Eso debe ser mi sangre antioqueña.

P. Su pasión por el celuloide: Fellini, Buñuel, Griffith, no sé.

R. Mire, ahora me interesa más Tarkovski y Wim Wenders. Pero, desde luego, se ha ido disminuyendo mi interés por el cine, porque hay una tal forma ya hecha de películas, películas de violencia o de películas eróticas, o de películas de tipo sentimental. Se repite hasta el infinito, hasta la náusea misma la forma. Entonces ya, cosa triste, me aburro en el cine, pero me basta ver “El ciudadano” para volver al entusiasmo, a mi cariño por el cine. Es la película que yo más admiro.

P. ¿Por qué no otra alternativa? Siempre la muerte en algún personaje de su novela.

R. Si usted conoce otra le ruego el favor que me la cuente, que me pase el dato. Porque nos estamos muriendo todos, y si no tomamos conciencia de eso podemos caer en la bobería.

P. ¿Cuándo va concertar la cita definitiva con Maqroll para que le dé su último acabado?

R. Nunca. Yo creo que Maqroll, y espero, me va a sobrevivir.

 

Crédito foto: Wikipedia.


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