Álvaro Restrepo: coreógrafo colombiano esculpe generaciones de talentos


Álvaro Restrepo: bailarín, coreógrafo y pedagogo colombiano esculpe generaciones de talentos

 

Por René Arrieta Pérez

Álvaro Restrepo es un destacado bailarín, coreógrafo y pedagogo, pionero de la danza contemporánea en Colombia. Son innumerables sus creaciones, entre las que destacan: “El alma de las cosas”, “El camino hambriento”, “Cuarteto para el fin del cuerpo”, “Inxilio, el sendero de lágrimas”. Restrepo es director del Colegio del Cuerpo, una institución que ejerce una labor importante en Cartagena de Indias, reconocida en el mundo entero, él y la Compañía del Cuerpo de Indias han viajado por los cinco continentes para presentaciones en distintos países. En su encomiable trabajo lo han acompañado desde la fundación del Colegio del Cuerpo la bailarina y coreógrafa francesa Marie France Delieuvin y el arquitecto Leopoldo Javier Combariza, autor del diseño de las distintas locaciones de la sede en Pontezuela.

En esta amplia entrevista los lectores se pueden sumergir en el mundo de este magistral artista y pedagogo que forma y esculpe talentos en la ciudad desde hace más de 30 años, pueden conocer sus conceptos sobre la educación, su forma de pensar, de ser, de enseñar, de filosofar sobre el arte, la danza, y el espacio, el tiempo y el cuerpo en todas sus dimensiones.

En el pasado Festival de Cine de Cartagena, FICCI 2023, presentó una escenificación de la banda musical de la película Wadjda, de Max Richter, realizó escenografías inspiradas en la película “Roma”, de Alfonso Cuarón; y escenificó particularidades de Joaquin Phoenix Arthur Fleck, en “Joker”, allí, en el marco del Festival, precisamente, nos prometimos esta entrevista que toma cuerpo después de casi un año. Hace una semana la agendamos y asistí en Pontezuela a ese sitio laboratorio-escuela en donde hay un gran domo de madera que llama Athanor, centro de ensayos, creación y enseñanza. 

Me recibió muy amablemente. Caminamos, y me contó la historia del Colegio en el sitio. Vestía pantalón beige, camiseta de un color pajizo, botas cafés, sombrero de color caramelo, y manipulaba un bastón marrón oscuro. Después de unos diez minutos, entramos a su estudio barroco, en forma trapezoidal, de madera, con ventanas de vidrio que permiten mucha luminosidad al lugar, un espacio lleno de objetos ligados a sus afectos que ha traído de muchas partes del mundo, una amplia biblioteca, toda una galería de fotografías y estatuillas, y con una mesa de trabajo rectangular que está sobre una alfombra cuadrada en el centro del recinto. Allí nos sentamos y conversamos.

Origen, estudios y formación

¿Cuál es la procedencia de Álvaro Restrepo?, ¿dónde nace y dónde estudia?

Yo soy cartacachaco paisa, porque nací en Medellín, me crie en Bogotá y mis padres eran cartageneros. Por eso terminé viviendo en Cartagena. Me considero cartagenero, aunque tengo fuertes mis raíces tanto de paisa como de cachaco. Pasé muchos años en Bogotá. Es muy útil a veces poder navegar en varias aguas.

Termino mis estudios en el colegio San Carlos, en Bogotá. Tuve una educación muy compleja en un colegio católico benedictino. Sobre eso escribí una crónica con la que gané el Premio Simón Bolívar de Periodismo. Me gradúo finalmente en el colegio Boston, que quiero mucho, porque realmente me salvó la vida en un momento en el que estaba muy malherido por la educación. 

Estudié nueve años de piano. Quería ser pianista gracias a mi tía abuela María Cristina de León de Luna y del Castillo, a quien llamaban Maruja. Ella fue directora de la Escuela de Música en Cartagena y de Bellas Artes, y la primera reina de los estudiantes de Cartagena. García Márquez habla de ella en El amor en los tiempos del cólera. Referencia de una historia real que concierne al Tuerto López, quien compuso el soneto a Maruja Primera, lo adjudica a un libanés (Antonio S. Guerra) y lo presenta a los Juego Florales con el pseudónimo de Juan Cualquiera. En fin, una mujer muy Cartagena. Ella me inculcó el amor por la ciudad, las artes, la educación, y por ella también estoy aquí en Cartagena. 

Estudio Filosofía y Letras por consejo de Ramón de Zubiría don Tito quien fue mi profesor en Los Andes. Luego me voy, un poco perdido, a trabajar en el Urabá antioqueño como maestro en una escuela rural en Capurganá. Allí conozco al padre Javier de Nicoló, el gran apóstol de los niños de la calle, quien me introduce en el mundo del trabajo social profundo, con niños abandonados. Fue lo que cambió completamente mi visión de este país, y decidí entonces estudiar teatro en La Escuela Nacional de Arte Dramático. Allí descubro la danza. Digamos que fue picando aquí y allá como llegué realmente a encontrar mi vocación y mi camino.

¿Cómo fue su formación, los estudios de danza en Estados Unidos? Usted nombra a algunos de sus profesores, entre los que figura Martha Graham

Fue una formación privilegiada. Empecé en Bogotá con la maestra argentina Cuca Taburelli que me enseñó técnicas de Martha Graham, justamente. Vi la compañía norteamericana de Jennifer Muller en el Teatro Colón y allí me sentí completamente inspirado y entendí que la danza era el lenguaje que estaba buscando, donde todo confluía: música, literatura, teatro, artes plásticas. Me voy para Nueva York con una beca del gobierno colombiano a estudiar con Jennifer Muller y también entro a la escuela de Martha Graham y otros grandes maestros, y así conozco a quien sería mi maestro más importante en Nueva York, el coreano Cho Kyoo-Hyun, quien me mostró toda una visión diferente del arte, de la vida, del tiempo. Todo eso muy oriental, por supuesto.

García Márquez y Álvaro Mutis

Contaba que asistió por ayuda para el Colegio del Cuerpo donde García Márquez, quien elogió su institución, y también tuvo estrecho acercamiento con Álvaro Mutis, ¿cómo fueron esas relaciones?

Siempre he contado que cuando me fui a México a presentar mi homenaje a García Lorca decidí que quería conocer a esos dos grandes escritores afincados en ese país, y desde que llegué busqué la manera de llegar a Gabo y de llegar a Mutis. Tuve la suerte de que ambos fueron a ver mi trabajo.

Lo apreciaron, me acogieron con gran cariño y respeto y me siento un privilegiado en ese sentido. He escrito mucho sobre eso, de hecho, esa obra que hice en el 2019 que se llama Dos volcanes (y un laberinto) rinde un homenaje a estos dos grandes volcanes de la literatura colombiana, como una forma de agradecerles por su amistad, y por la admiración profunda que tengo por sus trabajos y por sus personas, ahora quiero volver a presentar esta obra este año en Bogotá, se la estoy proponiendo al Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella, porque se cumplen cien años en agosto del nacimiento de Mutis y diez años de la muerte de Gabo. Son dos eventos importantes que unen una vez más a dos personas que se quisieron y admiraron tanto.

 

La danza

En la danza se inicia un primer movimiento, como en todo, que continúa en una coordenada escénica, el cuerpo se expresa con emociones, estados anímicos, hay poesía y plasticidad a partir de la forma. ¿Cómo la concibe un bailarín, un coreógrafo, usted?

Con los años he llegado a entender que la danza no es solo un lenguaje artístico, sino una forma de pensamiento. La danza es una forma de estar en el mundo, es una filosofía y es un arte que está muy cercano a la poesía, sobre todo. Creo que: así como el teatro es mucho más narrativo, la danza es muy cercana al lenguaje de la poesía. Aunque también podemos decir que la poesía no es un género literario, sino más bien una dimensión del arte, del alma, del espíritu. Es una forma de ver el mundo. La dimensión poética está presente en la música, en la literatura, en la arquitectura, en la vida cotidiana. Creo que la danza es una forma de pensamiento, pero es tal vez de las más sofisticadas del Ars Poetica

¿cuáles son las características de la danza contemporánea?

La danza contemporánea surge de la danza moderna. Surge como una reacción a la rigidez del ballet clásico, con Isadora Duncan, cuando se quita las zapatillas y empieza a imitar el movimiento natural de los animales, del viento, del alma, etc. La danza contemporánea después se codifica en unas técnicas particulares que crean determinados artistas como Martha Graham, Merce Cunningham, y otros que crearon notaciones coreográficas para escribir y poder anotar la danza. Para mí, igualmente, lo contemporáneo es una dimensión o una forma también de ver la vida, de estar en el tiempo. Por eso nosotros decimos que el Colegio del Cuerpo no es una escuela de danza contemporánea, sino una escuela contemporánea de danza.

Danza es medida y liberación de energía que se expresa, de poesía en movimiento, ¿cierto?

Sí, es poesía en movimiento, y también es tiempo, sobre todo su relación con el tiempo. Con Leopoldo, mi compañero que es arquitecto, decimos que siempre estamos en un diálogo permanente entre el tiempo y el espacio, el espacio es la arquitectura, una de las artes más perdurables, y la que trasciende el tiempo y generaciones, mientras que la danza es el arte más efímera, la danza es el gesto que aparece y desaparece en el instante. Siempre digo que le voy a cambiar el nombre al Colegio del Cuerpo por el Colegio del Tiempo, porque me parece que lo que realmente hay que esculpir y analizar es la dimensión del tiempo.

Por favor, hábleme sobre la expresión, el lenguaje y los códigos de la danza

Los códigos yo los veo más como necesidades individuales de cada creador, por supuesto que hay técnicas y algunas formas o estilos o géneros de la danza que han codificado los movimientos, en el ballet clásico es clarísimo. A nosotros lo que nos interesa es la contemporaneidad, porque cada ser humano es un tiempo, y tiene sus propias reglas y leyes, cada ser humano tiene sus propias formas de moverse, únicas e irrepetibles. Cada ser humano está en su tiempo y en el espacio, por eso nos interesa mucho potenciar las personalidades artísticas individuales, más que la personalidad colectiva o la mal llamada identidad.

Maestro, ¿la danza también tiene la capacidad de ejercer como catarsis o arte liberatoria, salvadora de quienes asisten a ella?

 Sí, a veces se le atribuyen demasiados poderes mágicos o sobrenaturales, no solo a la danza, sino al arte en general. Creo que, por supuesto, sí ayuda a expresar, a sublimar, a tocar ciertos temas de una manera más abstracta, más pacífica también; en un país como Colombia en donde ha habido mucha violencia y se ha ejercido tanta violencia sobre el cuerpo, poder hablar con el cuerpo y hablar del dolor y expresarlo y sublimarlo tiene un gran poder curativo y sanador.

 

Fundación del colegio, la compañía hoy

La fundación del Colegio del Cuerpo está asociada a Marie France Delieuvin y a Leopoldo Javier Combariza, cuéntenos, ¿cuándo empezaron esos acercamientos?

Ellos son dos de los miembros fundadores, fueron varios. A Marie France la conozco en el año 1993, ella era directora de la Escuela Superior de Danza Contemporánea en la ciudad de Angers, Francia, y yo era director en ese momento de La Academia Superior de Artes de Bogotá, ASAB. Le pedí que viniera a Colombia a ayudarme a crear el programa universitario de la Academia Superior, y desde allí empezamos a colaborarnos, a conocernos; me doy cuenta de que era una persona que podía ayudarme a crear este proyecto. Estuve de director de la ASAB de 1993 a 1994. En el año 94 decido trasladarme a Cartagena. Me toma tres años para lograr los apoyos y las condiciones para arrancar. Recibo un primer apoyo del alcalde de la época: Ricardo Paniza. El Ministerio de Cultura se acababa de crear, y Ramiro Osorio, el ministro, con quien había trabajado en Concultura nos da una partida para comenzar. La Fundación Social del Círculo de Obreros, en el claustro de San Francisco nos ofrece unos espacios para arrancar y allí comienza el Colegio del Cuerpo. Los primeros cuatro años fueron en ese lugar.

Con Leopoldo Combariza tenemos una relación de más de 30 años, es miembro fundador del colegio. En el grupo de fundadores estaba Patricia Martínez Barrios; Helena Sterenberg, la fundadora de la Escuela de Artes Escénicas de la Universidad Javeriana; Pilar Gaviria, una amiga que ya no vive en Cartagena; Leopoldo ha estado presente año tras año acompañándome en esta lucha, y es quien concibió este espacio que hoy tenemos.

¿Cuándo empezó actividades?, ¿cómo reclutó sus primeros alumnos?, ¿cómo lo hace ahora? 

Gracias a un encuentro que tuve en Mompox con Aura Trespalacios, hija del gran maestro de la filigrana momposina, y quien era directora artística del colegio INEM, colegio que tenía tradición en las artes, la música, etc., decidimos comenzar allí el experimento. Se arrancó con un proceso de sensibilización de 480 niños de grado sexto de las dos jornadas. En ese momento teníamos una compañía binacional de bailarines colombianos y europeos con Marie France. Fuimos al INEN, hicimos las primeras sesiones de sensibilización, los transportamos en un carro de bomberos que tenía mi hermano al claustro de San Francisco a ver quiénes se interesaban. 

Le hacíamos una encuesta para saber si les había interesado. Tuvimos una respuesta abrumadora: 450 de los 480 dijeron que querían continuar, lo cual fue muy sorprendente, porque incluso había más niños que niñas, cuando sabemos que existen tantos prejuicios. Así fue como empezamos y donde decidí que me interesaba trabajar con jóvenes provenientes de la Cartagena profunda, de los barrios, donde está el verdadero talento, donde sobra el talento, pero faltan las oportunidades. Hoy en día sigue siendo así, nosotros vamos a los colegios, mostramos lo que hacemos y los jóvenes son los que se inscriben, los que deciden. Nosotros no los escogemos a ellos, ellos son quienes nos escogen a nosotros. 

El otro día al gran actor Robert de Niro le preguntaron qué es el talento, y dijo: “talento es lo que uno escoge”. O sea, saber elegir, saber qué es lo que me conviene. Ese es el talento. 

Ha consolidado un trabajo por más de 30 años y hoy tiene una compañía profesional, ¿cuáles son los lineamientos, visión y objetivos de la compañía?

Ya son más de 40 años que llevo con mi trabajo personal. Antes del Colegio del Cuerpo tenía un núcleo creativo que se llamaba Athanor Danza. Era mi laboratorio de creación personal, donde concebí varios trabajos como bailarín y coreógrafo, y ya en el año 1997, cuando comenzó el Colegio del Cuerpo decidimos que ese primer grupo de muchachos se constituían como grupo piloto pionero experimental, y de allí surge la idea de crear una compañía con estos jóvenes que se graduaron en el colegio y que empezamos a profesionalizar, y le dimos el nombre de Compañía del Cuerpo de Indias. Este grupo es el núcleo profesional, la punta de lanza o el iceberg del Colegio del Cuerpo. Estos muchachos son además de intérpretes y creadores, maestros, pedagogos de los niños y jóvenes. Les inculcamos desde el inicio el placer de la pedagogía, de la transmisión del conocimiento. 

Algo que mencionaste cuando hablamos de la poesía tiene que ver con Gabo. Cuando lo visité en el año 1996 para decirle que me ayudara a crear el Colegio del Cuerpo siempre lo cuento, con mucha frecuencia– se quedó mirando el cartapacio que le llevé, y me dijo: “¡Colegio del Cuerpo es un nombre del carajo!, parece el título de un libro de poemas”. Ahí me quedé pensando. 

Sí, tiene esa dimensión poética. Me interesa mucho más formar poetas del movimiento que bailarines. Bailarines buenos hay muchos, poetas del movimiento mucho menos.

Los objetivos. Ser una compañía profesional, reconocida a nivel mundial. 

Con los muchachos de la compañía y con los del grupo piloto hemos viajado por los cinco continentes, hemos tenido suerte de salir de este medio, a veces, muy enclaustrante, muy cerrado. Colombia ya está más abierta, gracias a los procesos de paz y de toda esta dignificación que ha habido, pero en otro tiempo Colombia fue un país paria, muy aislado. Cuando empecé a trabajar con Marie France mi obsesión era crear un puente entre Francia y Colombia, entre Europa y América Latina. Crear oportunidades para que la gente pudiera salir y ver otras realidades, porque de esa forma uno empieza a verse de otra manera y a valorar más lo propio.

Maestro, los bailarines de la Compañía del Cuerpo de Indias hacen un trabajo dedicado al bailarín japonés Kazuo Ohno, con música de Leonard Cohen. ¿Cómo realiza la selección de la temática que va a trabajar?

Cada obra es diferente, cada una tiene un punto de partida diferente. He realizado muchas obras en homenajes a grandes maestros y artistas. Mi primera gran obra fue en homenaje a Federico García Lorca, en el año 1986, era mi poeta de cabecera; luego, una obra en homenaje a Delia Zapata Olivella Reconquista, que la vamos a remontar ahora; la obra en homenaje a García Márquez y Álvaro Mutis, se llama Dos volcanes (y un laberinto); la obra en homenaje al gran Kazuo Ohno, el padre de la danza butoh, la danza de las tinieblas, danza que surge en el Japón después del desastre nuclear de Hiroshima y Nagasaki. Conocimos a Ohno y a su hijo Yoshito Ohno en Japón cuando fuimos a bailar allá. Lo visitamos en su lecho de muerte prácticamente, ya tenía 104 años, y en ese momento le propuse a Marie France crear una obra para honrar a Kazuo Ohno. Se llama Flores para KazuoOhno. La música toda es de Leonard Cohen, a quien también quise rendir un homenaje, puesto que sus canciones me acompañaron en muchos momentos de mi vida, me consolaron y me dieron fuerzas para seguir.

Maestro, en algún momento vi la historia de la niña de la canoa, Lesideth Ortega, cuénteme sobre el asunto

Lesideth Ortega es una niña hermosísima que todavía está en el Colegio del Cuerpo, lleva 10 años aquí, ella viene del colegio San Francisco de Asís, del barrio Arroz Barato. Allá se inició un proceso con el apoyo de la Fundación Endesa y luego del grupo Enel. Lesideth comenzó con estos primeros semilleros que hicimos en el barrio, ella participó con nosotros en una ceremonia que hicimos en el año 2013, que se llamó Inxilios*, el sendero de lágrimas. Un homenaje a las víctimas de nuestro país. Se hizo en el Centro Histórico de Cartagena como una procesión, desde el Palacio de la Inquisición hasta el Centro de Convenciones, y a Lesideth, efectivamente, la llevábamos cargada en una canoa, con un bonsái, que todavía está por ahí. Lesideth es un personaje entrañable. Siempre que alguien me pregunta qué es el Colegio del Cuerpo muestro la foto de Lesideth Ortega cuando tenía 10 años. Esa belleza de mirada, esa dignidad, esa noción de futuro, de esperanza, siempre me ha inspirado muchísimo. 

Me muestra la foto de Lesideth niña, y otra de Lesideth en Corea, ya mujer.

Educación

La educación como riqueza, ¿cuáles serían sus dividendos?

La educación es un tema bien complejo y álgido. Siempre digo que yo cree el Colegio del Cuerpo como una forma de hacer las paces con la educación, por lo menos con mi educación. Tuve un proceso bien tortuoso, estuve siempre en el lugar equivocado, en un colegio donde las matemáticas y el deporte eran el alfa y el omega y yo no servía ni para lo uno ni para lo otro, o al menos no sabía que servía, porque tal vez tuve muy malos profesores, entonces odiaba las matemáticas y odiaba los deportes, odiaba mi cuerpo, (sonríe) y nunca imaginé que iba a terminar ganándome la vida o ejerciendo una carrera justamente a partir del cuerpo, y teniendo un colegio para el cuerpo, ¿no? Eso me parece que es un proceso fascinante. 

Lo que más me interesa del tema de la educación es el poder que tiene de ayudar al ser humano a descubrir quién es y para qué vino a este mundo. Desafortunadamente la educación se entiende es como entrenamiento, adiestramiento o como domesticación, no se entiende como parto, creo que la educación debe ser como un parto, dar a luz, y el papel del maestro debe ser el de un partero, el de una comadrona, el de un fabricante de alas.

Ese tema de la educación me inquieta, debido a que siento que se puede hacer mucho daño con una mala educación, así como se puede hacer mucho bien.

Reitero, la educación vocacional de la que habla es entonces la oportunidad de descubrir lo que somos, ¿verdad?

Exactamente. Estoy convencido de que todos somos genios para algo, llegamos con un don, algún instinto, una predisposición, pero algunas veces la educación no nos ayuda a crear la actitud correcta para desarrollar ese don, esa predisposición. Por eso siempre he afirmado que para mí el talento más que aptitud es actitud. Cuando se mezclan la actitud y la aptitud correctamente… Uno llega a… Gabo se los dijo a ellos cuando vino acá: “cuando se juntan el talento y la disciplina uno llega donde quiera”. 

En algún momento, dice, enfatiza: “La educación no sirve para nada… La educación no sirve absolutamente para nada… Si no nos ayuda a descubrir quiénes somos y para qué estamos en este mundo”, lo que se corresponde con la enunciación de las grandes preguntas de la filosofía (quién soy, de dónde vengo y para dónde voy) llamadas a ser directrices para fraguar el ser. ¿Es esa línea la que quiere seguir?

Si la educación no sirve para eso, para descubrir quiénes somos, no sirve para nada. Se vuelve una camisa de fuerza. Me parece importante el diálogo con la arquitectura por el poder que tienen los espacios nobles, bellos, para modificar los comportamientos, para inspirar, para crear el deseo. Si la educación es un acto que no tiene que ver con el deseo y el placer, no tiene mucho sentido.

El maestro, el guía, el tutor, en ese sentido se afilia a la concepción socrática, ¿cierto?

Exacto, por eso decía: la mayéutica, el partero, ayuda a revelar la verdad que ya viene en el discípulo. El discípulo no viene a aprender una verdad inculcada, el discípulo viene a descubrir una verdad revelada que está dentro de sí. Ese es el trabajo de uno, ayudar a quitar esas capas, esas pieles para que la persona se sorprenda y aflore lo que hay en ella.

El arte, la educación en medio de la carestía, el hambre, la miseria. Hablemos un poco de eso

Es muy triste, porque la buena educación se vuelve un lujo. Fíjate que en muchos países realmente avanzados la educación pública, la educación gratuita es la de mayor calidad. En muchos países nórdicos la educación pública es la que tiene el nivel más alto. Aquí se piensa que todo es cuestión de privilegios, que todo es cuestión de estatus, de nivel socioeconómico, y se cierran las oportunidades a los jóvenes, y reciben una educación de muy mala calidad, porque los mismos maestros no aman su trabajo o están muy mal pagos y hacen su labor sin motivaciones, sin oportunidades de cualificarse, de potenciarse.

En la educación existen modelos que plantean cómo se aprende, basados en elementos que han sido objeto de estudio, y ellos son: aprender desde lo visual, lo auditivo, la kinésica, y donde algunos estudiantes usan o son muy competentes en una u otra, otros estudiantes las combinan. ¿Cómo trata usted estos modelos en su pedagogía?

Me he obsesionado mucho con la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner, y sí creo como lo dice que hay inteligencias: matemática, musical, cinestésica. Recuerdo que era un niño que no me podía quedar quieto. No sabía que tenía un instinto inclinado hacia la danza o el movimiento. Simplemente pensaba que era insoportable, o siempre me hicieron pensar que era indisciplinado, indomable, ¡qué se yo! Y resulta que no, que simplemente no había quien canalizara toda esa energía que tenía en la dirección correcta.   

La ética, el ser, el deber, la dignidad

Todo eso es un deber, ¿no?, el cumplimiento de lo que realmente debemos ser

Creo que uno tiene la obligación de ser uno mismo cuando escucha su propia voz, su voz interior, y eso es la vocación, por eso el deber mayor de la educación debe ser ayudarnos a abrir nuestros oídos para que podamos escucharnos y podamos saber quiénes somos, para que podamos llegar a eso que se llama la plenitud. Yo no creo en la felicidad ni en el éxito, creo en la plenitud. La plenitud también tiene todos los componentes de lo trágico, lo doloroso y lo horrible de la vida; la vida está llena de contrastes, entre el oprobio y el prodigio. La educación tendría que darnos la oportunidad de poder desarrollar esa capacidad, ese estado pleno de existencia.

Es decir, la felicidad, el dolor y la tristeza aportan a la concepción del ser mismo

Eso es parte de una educación integral y realmente profunda.

Los planteamientos en el mundo capitalista es el ser y tener, ¿qué habría que alinear al ser para otros resultados?

Lo más importante que la educación debería hacer es educarnos, primero en esa conciencia de qué realmente somo y cuáles son nuestros talentos, nuestros instintos; lo otro es inculcarnos los valores humanos fundamentales, y que nos pudieran evaluar de otra forma cuando hacemos todas esas pruebas de Estado. Las Pruebas Saber son como las pruebas tener, qué tanto tengo, qué tanto sé, y no qué tanto soy. Deberíamos crear las Pruebas Ser, para que existan, así como existen las Pruebas Saber. Hay que evaluar es la esencia profunda de los seres humanos.

¿Cómo formularía usted un ethos de la danza? 

Tiene que ver con lo que Martha Graham señalaba sobre la imposibilidad que tiene el cuerpo para mentir, ella decía: “El cuerpo no sabe mentir, el cuerpo no miente”. De esa verdad del cuerpo parte todo lo que hacemos como bailarines. Uno puede fingir con la palabra, con la verdad de un movimiento no se puede fingir. Tiene que ver con eso. También tiene que ver con el carácter sagrado del cuerpo y de la vida. El cuerpo es ese templo, ese lugar donde ocurre nuestra vida. Asimismo, la danza nos ayuda a valorar ese lugar sagrado donde ocurre nuestra vida. 

Muchas veces ha asociado el ser, el hacer, la felicidad o la infelicidad, la realización o la frustración, ¿cómo diseccionaría estos problemas?

Poder asumir, escuchar y obedecer esa voz profunda que todos tenemos, es una obligación con nosotros mismos, de lo contrario estamos traicionándonos: cuando no nos escuchamos, cuando estamos escuchando más a nuestros padres o a los maestros, a los que tienen otros planes para nosotros. Resulta que el plan para nuestra vida, para cada ser humano, es un problema único, personal e intransferible, es algo sagrado en cada uno de nosotros.

Si planteamos: la técnica, el placer, la felicidad en la danza, ¿que saldría de allí como propósito último? 

Aquí estuvo hace unos años, Lady Gabriella Windsor, un miembro de la familia real británica, quien está en las noticias en estos días por razones trágicas, se refiere a la muerte de su marido Thomas Kingston, vino de la Universidad de Oxford a hacer su tesis de maestría sobre el Colegio del Cuerpo, compartió seis semanas con nosotros, llamó su tesis “El Colegio del Cuerpo: disciplina y felicidad”. Ahí está la respuesta a eso. El fin nuestro es lograr que quien se enamore de este trabajo y esta forma de vida encuentre el placer y la plenitud.

La dignidad del ser humano, según su visión y postura, ¿qué se la otorga y qué se la quita? 

La dignidad, esa es otra palabra clave en nuestro trabajo. Es la única forma real de riqueza. Lo demás son cosas accesorias que poseemos o tenemos, pero la dignidad es la esencia del ser humano. Tiene que ver con todo lo que hemos hablado, con esa verdad del cuerpo, con esa verdad de saber que mi mayor riqueza es mi capacidad expresiva, lo que tengo como herramienta para crear.

Estamos en Cartagena, en una sociedad en donde a la gente le niegan su dignidad, es una sociedad muy cruel, una sociedad donde la dignidad se vuelve un lujo, y deja de ser un derecho. Hay que devolverle a la dignidad su carácter de derecho humano fundamental.

El cuerpo

Lo he escuchado partiendo de la etimología, asociando, estableciendo relaciones del nombre de su Colegio del Cuerpo con un tipo de comunidad como cuerpo social, lo que efectivamente le concede unos fundamentos 

Este nombre que encontramos para nuestra institución nos dio una cantidad de claves filosóficas y políticas para entender lo que hacemos. Cuando pensé en un colegio del cuerpo, pensé en la palabra que más odiaba, la palabra colegio, debido a que sufrí tanto en el colegio, y me dije: “cómo crear un colegio que esté asociado con el placer, la felicidad y la plenitud, y no con el dolor o el sufrimiento o la disciplina malentendida”. Y donde hubiera la oportunidad de hablar del cuerpo, porque estuve en un colegio donde se privilegiaba completamente la mente como si no fuera parte del cuerpo, y no se privilegiaba el cuerpo en su dimensión espiritual. Pensaba en un colegio que pudiera educar a seres humanos de una manera integral, donde a través de la realidad corpórea se pudiera educar, tocar y relacionar las dimensiones espiritual, intelectual, emocional, afectiva, perceptiva, etc.

Hablemos del cuerpo como pecado en la religión, y, opuestamente, del cuerpo y su sentido de naturalidad, y del cuerpo para el arte y la danza

Escribí un artículo hace tiempo donde hablo del cuerpo vertical y el cuerpo horizontal. El cuerpo vertical lo veía como un cuerpo absolutamente jerarquizado, donde se privilegiaba el cerebro su majestad el cerebro frente al resto del cuerpo, donde el corazón o lo afectivo o las emociones se veía como algo menor, femenino o afeminado, como la dimensión sensiblera de la vida, y, por otro lado, la sexualidad como algo pecaminoso u oculto o sucio, o a lo que le tenemos miedo. Hay esas jerarquías entre ese cuerpo vertical viril y ese cuerpo femenino o también animal, porque de alguna manera lo sexual está asociado con el instinto y lo animal. Un cuerpo horizontal es un cuerpo que le da la misma importancia a todas esas dimensiones. Se educa a la mente, el instinto, el deseo y la razón con la misma importancia.

Maestro, la biología, la fisiología, la psicología, la antropología, la filosofía, entre otras ciencias, estudian el cuerpo en el que se constituye corporalmente nuestro ser; por otro lado, la sociedad decadente, con sus traumas y por sus desajustes, lo violentan. También es un poco eso, ¿no?

Sí. En el cuerpo está todo contenido, en el cuerpo está todo escrito. La sociedad, la educación y todas las estructuras de poder se ensañan con el cuerpo de muchas maneras para manipularlo o llenarlo de necesidades, llenarlo de deseos o de ideales imposibles también. Todo eso que vemos de las mujeres tratando de retardar el tiempo o de volverlo hipersexual o hipersensual. Hay una relación bastante malsana con el cuerpo. Siempre lo he dicho: la educación le ha sacado el cuerpo al cuerpo, pero al mismo tiempo cuando lo ha enfrentado lo ha hecho de una manera equivocada. Al cuerpo lo han tratado como una máquina, igualmente. Y se humaniza demasiado o se deshumaniza.

Otros aspectos del cuerpo son su pluridimensionalidad. El cuerpo se establece entre la física y la cuántica, lo material y espiritual, y se torna en forma, movimiento y plasticidad. Usted que lo explora, ¿qué otras dimensiones, podría manifestar el cuerpo? 

Justamente la dimensión de lo temporal. También le sacamos mucho el cuerpo al tiempo, le tenemos mucho miedo, tenemos miedo a la noción de que somos seres finitos. Recuerdo una vez, en Medellín, iba a impartir una conferencia en un congreso de educación preescolar que titulé “Educación del cuerpo desde la cuna hasta la tumba”. Me llamaron para solicitarme el cambio del título de mi conferencia, porque para un congreso de educación preescolar era un poco dramático, trágico y terrorista hablar de tumbas cuando se habla de cunas, y dije que no lo iba a cambiar. 

Creo que en la medida en que nosotros desde niños seamos muy conscientes de los límites de la vida, de la cortedad de la vida, más vamos a valorar cada segundo de nuestra vida. Por eso hablo del colegio del tiempo como un lugar en donde quien viene aquí viene a valorar cada segundo, a esculpir cada segundo, a que no se le pase la vida, el tiempo, a no perder el tiempo. Desafortunadamente hoy en día pasamos metidos en estas máquinas se refiere a celulares, tabletas, etc.– y la vida se nos va por delante en una especie de espejismo virtual; la vida real, la vida tangible, se nos va como el agua entre los dedos.

Maestro, me hace recordar la fotografía. Se dice que la imagen fotográfica congela el instante, el momento; luego, toda esa gestualidad que en el devenir del tiempo el cuerpo expresa podría constituirse en una película sin fin, ¿no?

Claro. Desde unos años para acá cuántos bailarines extraordinarios quedaron en el tiempo olvidados, porque no había en ese momento la fotografía que pudiera congelar un instante o el video y todas las herramientas que hoy tenemos. Ahora con la Inteligencia Artificial se van a inventar cosas que no existen en cuestión de movimiento o formas de moverse. Sí, creo que es un arte muy efímero y hoy tenemos el poder de capturar y registrar esos momentos.

El cuerpo como estructura orgánica viva: nace, crece, se manifiesta, muere. Tiene una serie de etapas que están ligadas a aspectos como la florescencia, la lozanía, el marchitamiento, la muerte, la putrefacción. Sus reflexiones en torno a estos procesos 

(Sonríe). A medida que uno va avanzando en el tiempo… Ya tengo 66 años, y digo, ‘miércoles en qué momento fue esto’. No tiene sentido tratar de detener o retrasar lo inevitable. Es muy importante, y la maestra pandemia me dio la oportunidad de valorar lo tangible, lo que está aquí, allí, ahora, y al mismo tiempo empecé a volverme loco en medio de esa virtualidad, ese zoom, plataformas y todas esas cosas. Sentí una necesidad tan grande de entrar en contacto con la tierra, la necesidad de tocar, como santo Tomás, y solamente creo en lo que toco metiendo el dedo en la llaga, porque lo otro empezó a volverse como gelatina en donde estábamos enloqueciendo todos.

Acoto que finalmente el cuerpo pertenece a la tierra. 

Asiente y dice: “Exacto, de allí viene y para allá va. Me ha dado mucha tranquilidad pensar en ese retorno a la tierra”.

Continúa.

Hace poco leí un texto de Jalil Gibrán sobre el río, una metáfora muy hermosa, un texto donde dice que cuando el río va llegando al mar empieza a temblar de miedo, porque piensa que se va a desaparecer y trata de mirar hacia atrás y de recordar lo que ha visto y las montañas que ha recorrido y los valles que ha pasado, los otros ríos que ha conocido. Se da cuenta de que no puede regresar, que el tiempo no puede regresar. Entonces dice que el río acepta que no es que se va a perder en el mar, sino que se va a convertir en el océano.

He encontrado mucha paz en ese sentido. Aquí tengo las cenizas de mi madre, las cenizas de mi hermano, de mi hermana. Esto se ha vuelto también un camposanto. (Reímos). Acota: “Si aquí me vuelvo un árbol más de estos voy a seguir en otro estadio, seguiré la vida de otra manera”

Cartagena como cuerpo social

Cartagena y el Caribe, ¿esta condición y su relación con el talento, maestro Álvaro?

Yo estoy convencido de que los caldos del melting pot, todas estas mezclas que hay aquí de culturas produce unos seres humanos absolutamente extraordinarios. Digo que he sido testigo de excepción, privilegiado, todos estos años, de ver los seres más dotados y hermosos y más impresionantes que he conocido en mi vida. Todos estos muchachos de orígenes populares, con herencias tan variadas: afrocaribe, afromestiza, que son capaces de entrar en muchísimos registros de movimientos, son capaces de pasar de la dimensión más ritual, del trance casi, a la fiesta y a la mamadera de gallo, al estereotipo caribe también, pero hay una gama de posibilidades increíbles. Todos los días me quedo asombrado de ver los tesoros que tenemos.

Esta es una ciudad con grandes sectores de su población en la miseria, que padece la indolencia de su clase política y empresarial. Hablemos de la mentalidad de la ciudad, ¿cómo vive usted todo eso en medio de este centro de creación, de espiritualidad? 

Lo vivo muy mal. Yo tengo una relación amor-odio con Cartagena. Desde que llegué aquí lo he manifestado en escritos, en artículos de prensa que me han causado problemas con diferentes personas, actores sociales o culturales, porque siempre he dicho lo que pienso con sinceridad y muy directo. Me siento con el derecho de hacerlo, dado que tengo mis raíces acá, mi familia es cartagenera y escogí venir aquí a luchar por esta ciudad, muchas veces a cumplir la labor que el Estado no cumple, y me siento con el derecho de criticarla. Cartagena a veces es una ciudad avestruz, no le gusta ver los problemas a la cara, no le gusta que se hable de ellos. Mucha gente dice que por qué hablan mal de Cartagena, que eso ahuyenta al turismo, que tal. 

Creo que hay que hablar las cosas con verdad. He hablado con mucha rabia, igualmente. Me parece que es una ciudad muy cruel, conozco a fondo la mentalidad de la gente: mis padres pertenecían a cierta clase social, y a pesar de que me crie en Bogotá, me crie como cartagenero, conozco todas las taras y prejuicios, el racismo, el clasismo, la supuesta aristocracia de esta ciudad, el desprecio que tiene por la gente. Es una ciudad que me duele mucho. Y, fuera de eso, veo un gran cinismo y una indolencia en la clase política, y un desamor por la ciudad y por quienes la habitan.

La danza en la historia, en el cine

Hay grandes bailarines en la historia: Isadora Duncan, Doris Humphrey, Martha Graham y Ted Shawn, en la danza contemporánea; Nijinsky, Pávlova, Nuréyev, Alicia Alonso, en el ballet; en el flamenco Joaquín Cortés, Sara Baras, Rafael Amargo. ¿Qué han representado para usted?, ¿quiénes lo han inspirado? 

Todos ellos, todos. Todos esos personajes que has nombrado de una u otra manera son grandes cuerpos, sabios, y volcanes también del movimiento. Uno como artista tiene que sentir una profunda gratitud por sus colegas, puesto que nos inspiran, nos llenan de fuerza, de deseo de emularlos, de ser como ellos y de superarlos también. De otro lado, a veces se dice que los artistas son personas muy buenas y nobles. ¡No! En el arte hay igualmente mucha envidia y maldad, pero siento gran admiración por los maestros, y me la he pasado haciendo homenajes a mis maestros directos o a los que me han inspirado con sus obras, y, en esa medida, se han convertido en mis maestros.

Maestro, el cine ha recreado la historia de muchos grandes bailarines, ha plasmado los grandes sueños de estos, la disciplina que les ha sido necesaria para alcanzar la grandeza en la danza. Sobre eso hay muchos filmes, con memorables escenas: Billi Elliot, Zorba el griego, Bailando bajo la lluvia, Perfume de mujer, El cisne negro, El cuervo blanco, Isadora, Aves del paraíso, ‘Danzad, danzad, malditos’, Fama, Flashdance, Zapatillas rojas, Las niñas de cristal, en fin. ¿Algunas de ellas han suscitado en usted el asombro, la reflexión, el hallazgo?

Todas ellas. Sí, hay películas muy hermosas sobre grandes bailarines. Isadora (sobre la vida de Isadora Duncan) que hizo Vanesa Redgrave sin ser una bailarina, la película sobre Nijinsky. Realmente el cine que es un arte visual ha podido plasmar y mostrar las historias de estos cuerpos privilegiados. Podemos mencionar de igual manera a Joker.

…Lo que te decía de esos cuerpos tan expresivos. Hay otro gran actor danés que también fue bailarín, Mads Mikkelsen, en la película Druk Otra ronda–, en donde se dedican a tomar. Hay un momento en el que él hace una danza en un baño, es increíble. Tomamos también la música de estas películas. La relación entre el cine y la música y la música y la danza, son artes que se retroalimentan las unas a las otras.

Reflexiones sobre el arte

Usted hace una serie de referencias muy importantes acerca de un óleo en tabla de Hans Holbein el joven El cuerpo de Cristo muerto en la tumba, y sobre Olivier Messiaen, célebre por su Cuarteto para del fin de los tiempos. A propósito del final de ciclo del cuerpo en que se ocupa y reflexiona, quiero tornar a lo que sería un periodo de la muerte o fin.

Olivier Messiaen tiene El cuarteto para el fin de los tiempos. Yo cree una pieza que llamé Cuarteto para el fin del cuerpo, con toda esta identidad que todo el tiempo estoy haciendo entre el cuerpo-tiempo, y la obra en homenaje al gran pintor Lorenzo Jaramillo que murió de sida en 1992, que llamé Ordalía como la prueba del juicio de Dios, el sida como una ordalía, como una prueba de Dios. Allí fue cuando conocí este cuadro de Hans Holbein el viejo, el cristo muerto, el cristo más muerto que se ha representado en la historia de la pintura. Hay un personaje de Dostoievski, en El idiota, que se queda mirando el cuadro y dice: ‘Dios mío ante este cuadro un creyente puede perder la fe’. De lo muerto y absolutamente acabado que está este cuerpo. 

En Gargantúa y Pantagruel, de Rabelais, el hombre y su cuerpo no tienen espacio para la elevación que permite la danza, más bien es el descenso del cuerpo a lo grotesco, a los abismos de la materia, a la pesantez, también es el gigantismo, la desproporción, lo cómico

El cuerpo permite también toda esa imaginación, la desmesura, el delirio, lo grotesco. Uno tiene en sí ese cuerpo monstruo que se va deformando. 

Finalmente. Elementos como la memoria y la imaginación, de acuerdo con su experiencia: ¿cómo fundamentan la vida, la danza?

El cuerpo es el receptáculo de la memoria y la imaginación, todo está escrito en el cuerpo, en la memoria del cuerpo. Se dice de muchos pueblos primitivos que no tenían escritura, que eran pueblos nómadas y llevaban todo escrito en su cuerpo, en la piel, y eran bibliotecas ambulantes. Todo está escrito en el cuerpo. La experiencia corpo-oral, la oralidad: es palabra del cuerpo.

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*Inxilio: exilio interior, refugiados internos, desplazamiento. Aún no aparece en el Diccionario de la lengua española.

De otro lado, las Ciencias Sociales usan Insilio: significado contemporáneo del exilio. Categoría conceptual que resignifica el exilio para explicar procesos políticos y sociales, con implicaciones individuales y colectivas de nuestra contemporaneidad, según Miguel Tudela Fournet (2020). Revista de investigación e información filosófica.

Link de la publicación original, Revista Metro:

https://revistametro.co/2024/04/alvaro-restrepo-bailarin-coreografo-y-pedagogo-colombiano-esculpe-generaciones-de-talentos/


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