El encuentro de un vidente con el coronavirus


Por René Arrieta Pérez y José Vicente Arias

La humanidad solo padece el ataque sin tregua del coronavirus; sin embargo, no ha visto su estado emotivo, el que presenta ahora como elemental, ni sabe por qué asume esa embestida feroz contra los seres humanos. No, no cualquier hombre está en condición de observar la conmoción de ese elemental (espíritu particular del virus); pero sí los hay. Y de eso justamente es de lo que queremos hablar en este texto, y del hallazgo de ese encuentro.

Todo en la naturaleza tiene vida. La creación de Dios es sabia e inteligente. Todo tiene relación con todo, y se efectúa a partir de conductos interactuantes que establecen un delicado equilibrio. Lo cual se rige también por una serie de ciclos y de leyes.

En primera medida, para que un hombre logre hacer ese tipo de contacto y comunicación con un elemental de la naturaleza necesita de una condición especial y de unos dones muy particulares, entre los que se cuentan poseer la videncia y el hacer posible la inmersión de su espíritu en el plano espiritual para lograr ese encuentro, y, por ende, una comunicación.

Quienes hayan leído anteriormente en este blog algunos artículos relacionados con leyes ocultas sabrán que los coautores de los referidos textos tienen una formación iniciática que han logrado prácticamente a través de una disciplina y dedicación para el disfrute de estos dones y que les ha ocupado casi toda la vida, y, por consiguiente, están en la capacidad de hacerlo. De igual manera, se les ha comisionado para traer a la humanidad los mensajes que esta es incapaz de ver por su falta de visión en el mundo oculto y espiritual.

El doctor José Vicente Arias, poseedor de este don, fue quien acometió este encuentro cuántico, y ¡vaya sorpresa que se llevó! En el momento en que se acerca al elemental del coronavirus, este se percata de su presencia, y como el elemental conoce su identidad y su condición espiritual,  entonces le expresa: “Mírame, mírame como estoy”. Lo que vio el doctor Arias fue a un elemental enfadado, furioso como nunca antes había visto a ningún otro ser, se limitó solamente a escuchar, y el virus continúa: “Me he sentido en peligro, y antes de que el hombre me desaparezca lo mato yo a él”. Lo observó rojo, encolerizado y dispuesto a arrasar con saldo de muerte masiva a la raza humana.

Entre tanto que José Vicente me cuenta su encuentro con el elemental del coronavirus yo lo escucho y muy concentrado visualizo el entorno y el contexto de la escena, y encuentro que efectivamente el virus, como hijo de la naturaleza, de la Madre Tierra, ha recibido la licencia de esta para actuar ante el acoso inmisericorde de los seres humanos al medio ambiente, y el virus hace su avanzadilla de ataque en nombre y representación de todos los elementales de la naturaleza.

En la mañana de hoy miércoles 1 de abril, poco antes de mi diálogo con José Vicente, me llama al celular un amigo, iniciado, y me pasa a su mujer, quien me cuenta el conturbador sueño que tuvo anoche. Un sueño revelación, donde le muestran todo el drama que vive la naturaleza a cuenta de la acción de los seres humanos. Me hace el relato del sueño para que se lo interprete. La historia es la siguiente:

Ella se ve en Australia, (un país devastado recientemente por las llamas que encendieron manos criminales), con ella está una mujer animalista. Observan consternadas las escenas dantescas de cientos de animales calcinados. Muy cerca, las rodean miles y miles de serpientes amarillas iridiscentes, muy brillantes, en estado de agonía. La compañera animalista las toma en su regazo y las humedece. La mujer de mi amigo, le suministra agua para que lo haga, a la vez que ella esparce el líquido en el perímetro en el que se encuentra, e indica, asimismo, a quienes operan un helicóptero que se encuentra con ellas, en esa labor amorosa de ayuda a la vida natural, a que esparza agua a todas las serpientes en derredor. Las serpientes que ha tomado la animalista en su regazo se hidratan y se muestran agradecidas ante ese auxilio. Igualmente, así reaccionan todas.

Después de escuchar atentamente a la mujer de mi amigo, le digo que simplemente le revelaron lo que le sucede a la naturaleza violentada por todos sus flancos por la raza humana. Le dije, igualmente, que la jerarquía divina le revelará a personas que aún son capaces de percibir señales del mundo oculto esas escenas angustiantes para lograr su sensibilidad y a la vez les hace un llamado a que se abriguen en lo espiritual y despierten consciencia, porque la naturaleza realizará un barrido de vidas en medio de los seres humanos, pues ella conoce el sentimiento y el pensamiento de sus hijos. La mujer de mi amigo estaba asombrada del por qué siendo las serpientes peligrosas, su amiga animalista no fue agredida por ellas. Yo le expliqué que los elementales instintivamente conocen la identidad de cada quien y sus intenciones y respetan a los seres que les ofrecen dedicación y ayuda, además de la defensa de ellos ante la sociedad agresora en la que vivimos.

Después de ese relato revelado, volvamos a lo que nos ocupa. Del encuentro del doctor José Vicente Arias con el elemental del coronavirus, podemos decir: que la naturaleza reacciona a la agresión de los hombres. Así lo expresa y está dispuesta a hacerle sentir a esta raza humana de actuaciones ominosas, quién posee realmente el poder para aniquilar, después de haber estado hasta hace poco pacífica ante ataques criminales, y siente que ya no puede aguantar ni una agresión más.

Hasta ahora es solo un movimiento disuasivo, porque el asedio del virus parará, y no cuando el hombre lo conmine a parar, porque el hombre es un ser insignificante e incapaz de hacerlo para la naturaleza –aunque la Madre Natura, lo que sí tiene claro es que esta especie es violenta, cobarde y dañina–.

Nosotros, los autores del artículo, también autores del Primer sello del apocalipsis, ya sabíamos que un evento mundial llamaría la atención de todos y los pondría en vilo, y justamente, en la primera página del sello se dice: “Con la rotura de este sello también se abre la caja de Pandora para la humanidad”, el epílogo lo recuerda nuevamente, de la siguiente manera: <<Dios nos dijo a los dos testigos del apocalipsis (los autores de los siete sellos del apocalipsis): “Cuando el libro esté disponible para el público, y el primer lector lo abra, se abre la caja de Pandora para la humanidad”>>. El libro solo es conocido por un puñado de personas. Entre Junio y Julio todas las personas de todas las naciones lo podrán conocer, en principio las comunidades de habla hispana.

El Covid-19 nace en el año 2019, el mismo año en que se rompió el Primer sello del apocalipsis.

Finalmente, amigo lector, te decimos, fija bien el mes de mayo (5to mes del año 2020). A finales de mes e inicio de junio la pandemia parará súbitamente, y no porque la humanidad se lo merezca, sino, porque los dos testigos del apocalipsis le harán conocer a la comunidad científica que la cuenta regresiva del fin de los tiempos es el deshielo de los glaciares, y en especial el deshielo del Polo Norte, y la comunidad científica se lo hará saber a todo el mundo, porque los datos que presentamos son verificables, y nadie aún los conoce.  Cuando el conteo regresivo llegue a la hora cero, se acabará todo. Ya es tarde para el hombre. Que no te pille como ladrón en la noche, como se dice en la Biblia.

El confinamiento por la pandemia debería servir para hacer una profunda reflexión, acompañada de un sincero acto de contrición, en el que se debe pedir perdón a la naturaleza y a Dios por todo el daño infligido a la madre Tierra, joya de su reino.

Entre todas las sociedades, las indígenas, han sido las más respetuosas con la Madre naturaleza. Sus miembros solicitan permiso a los elementales antes de proceder a tomar algo que es de ellos, en aras de que no les sean punibles dichos actos. El resto de sociedades y culturas, por lo contrario, han sido irrespetuosas, predadoras y violentas con la naturaleza, acometiendo talas indiscriminadas de bosques y selvas, hollando el seno de la tierra sin pudor alguno, masacrando especies para consumo humano, sacándolas de sus hábitat para el comercio ilícito de ellas, entre innumerables atropellos.

Debemos decir, para finalizar este texto, que la naturaleza tomará atenta nota del posterior comportamiento del hombre después de este llamado de atención. Si esta se vuelve a sentir agredida nuevamente actuará sin piedad con los seres humanos.

Crédito imagen: CDC.gov/COVID19


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