La valentía de María Corina Machado vs la cobardía y vileza de Maduro y Diosdado
–Una apología del bien. Una diatriba contra el mal–
Por René Arrieta Pérez.
La esencia de los nombres
Nada es gratuito ni al azar en esta vida. Todo significa. Si empezamos por los nombres, ellos nos proporcionan el significado y nos adentran en la raíz de lo que somos, a la esencia que llevamos en nosotros. Y en esto, el gran reto es conservar la esencia y hacerle honor o traicionarla o, en muchos de los casos, permanecer en la medianía de esa carga significante. Y todo depende de la potencia o fuerza que tengamos para tal efecto. Además, todos tienen la oportunidad de escoger la intensidad y el poder con el que quieren vivir.
Para que entendáis bien esto, toda explicación que abordo aquí es desde el significado divino del lenguaje. Los lingüistas abordan tres importantes teorías del lenguaje: la divina, la convencional y la naturalista.
Esta mirada es desde la teoría divina.
Borges, de manera portentosa, inicia el poema El Golem con los siguientes versos:
Si (como afirma el griego en el Crátilo) / el nombre es arquetipo de la cosa / en las letras de rosa está en rosa / y todo el Nilo en la palabra Nilo.
Desentrañemos el misterio.
El griego es Platón y Crátilo un libro de diálogos que versa sobre el origen y la esencia del lenguaje, sus teorías. La teoría divina del lenguaje arguye que el nombre encierra la esencia misma de lo que se nombra, de las cosas.
María significa ‘la elegida de Dios’. Y Corina significa ‘con diadema o con corona’. En el caso de María Corina indica que ella toma la esencia misma de su nombre y nos muestra la potencia de su ser. María, la Virgen, fue elegida para ser la madre de Dios, del hijo de Dios, asunto que requería coraje para hacerse. María, la Virgen es el prototipo del nombre.
Cada persona es creación de Dios, por lo que se puede decir que en cierta medida cada ser humano es un hijo natural de Dios. María Corina, ahora cuida de cada uno de los venezolanos que existen y, por ende, cuida de cada hijo natural de Dios en ese pueblo.
Vayamos a la significación del nombre Nicolás. Y cuidado, que hay que mirar todo con mucho detenimiento y analizar carácter, formas, elecciones de cada individuo para acertar en su significado. Ya lo dije antes, si ese ser le hace honor a un nombre o no, la circunstancias que lo rodean, las elecciones que toma, etc., para que podamos penetrar en su perfecta realidad. Entonces, veamos a Nicolás Maduro.
Nicolás significa ‘la victoria del pueblo’. La no correspondencia entre lo que significa y lo que es indica que hay que penetrar mucho más para analizar el significado de forma correcta, en su justa significación. La llegada de Maduro al poder no es por su mérito en sí. Aquí más bien hay que mirar es el significado ‘la victoria del pueblo’. Y atentos, porque los pueblos pueden ser erráticos y lograr lo que creen que buscan y no lo que realmente buscan. Hay que ir mucho más atrás para entender la cuestión, a Chávez, incluso, mucho antes.
Anterior a Chávez existía una democracia en Venezuela dominada por políticos derrochadores, que no direccionaban los recursos de tan inmensa riqueza que posee ese país al bienestar de su gente, su pueblo, y este ya cansado, hastiado de esa situación toma malas decisiones. Y aquí es donde empieza el problema, y es donde surge una figura como la de Hugo Chávez, un populista que se hará con el poder. Por consiguiente, también debemos ir a la significación de este nombre, para luego retomar el porqué del significado de Nicolás y su reinado.
Hugo significa ‘hombre inteligente y perspicaz’. Aunque signifique eso, no nos podemos quedar en la superficie, hay que mirar, auscultar con detenimiento los elementos que componen su ser, su razón de ser, y luego se integra todo eso a la línea de análisis. Es decir, usó su inteligencia y perspicacia para seducir y engañar a las masas y luego detentar el poder.
De otro lado, Dios te entrega, una significación, una esencia; luego, tú decides para qué la usas. Lo puedes usar para el bien o para el mal. Y así tu historia se remonta nuevamente al Paraíso. Te entregan algo y te advierten sobre el uso de esos dones. Y tristemente tu libre albedrío (en este caso, libertinaje o la simiente de maldad que inicias a incubar en ti) decide usarlo para el mal. Sí, decides comer del fruto que te traerá el mal. Pero vayamos un poco más allá, porque se establece una dinámica de doble juego, entre el político perspicaz y el pueblo. El pueblo también tiene parte en esto, por sus decisiones que no le acarrearán nada bueno. Por eso se habla hoy de decisiones informadas, saber quién es la persona en cuyas manos vas a poner tu destino. Si es una buena decisión, magnífico. Si la decisión es mala, tú, el pueblo, se ganan un karma.
Con Chávez empezó todo. Él fraguó un sistema que deterioraría las instituciones, instauraría la corrupción y se embriagaría de poder, y ya no sería fácil que lo soltara. La institucionalidad estaba aceitada para que la máquina funcionara como él la quería. Nicolás heredaría el sistema, lo ajustaría y lo haría más férreo.
Entonces, esa ‘victoria del pueblo’ es lo que el pueblo cosechó con su adhesión incondicional a Chávez, hoy un karma para Venezuela, una sujeción a Maduro. No obstante, “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”. Hoy, Nicolás está en estado propicio para caer. Está maduro.
Por otra parte, Diosdado, que significa ‘dado por Dios’, ‘niño expósito’. Un acogido de Chávez. Este personaje invierte su esencia, lo cual es un imperdonable pecado. Cada uno es arquitecto de su propio destino. Y ahí tenemos lo que es, un traidor de su propia esencia, de su pueblo, de Dios.
Todos aportaron su cuota a la situación que hoy vive Venezuela. Unos para mal y otros para bien. Dios da, y luego usa los frutos de esa dádiva para nutrir y hacer efectiva una de las leyes que rigen su universo –la ley de causa y efecto–. Allí todo se equilibra, todo se pone en su lugar, existen pesos y contrapesos. Y esta misma ley se alinea a un tiempo en lo que se debe se paga. La sabiduría de Dios, de la naturaleza y de su universo siempre actúa, y sus tiempos son perfectos. Los tiempos de los que habla el Eclesiastés: un tiempo para cosechar, tiempo para recoger, tiempo para llorar, tiempo para reír, tiempo de fatiga y aflicción de espíritu, tiempo de inicio y tiempo de fin. El tiempo del hombre es vanidad, el de Dios, Eternidad.
María Corina, valiente; Maduro, Cabello y secuaces, criminales, viles y cobardes
María Corina, una mujer corajuda y valiente, quien cultivó y potenció en sí la esencia que Dios le dio, la forjó, la hizo grande. Es un compendio de luz, de amor, de arrojo, de entrega, dedicación, de liderazgo. Descolló, se hizo inmensa y amada. Dios la eligió para liderar a su pueblo y sacarlo de la oscuridad en que se encuentra.
La situación en la que vive Venezuela recuerda las relaciones de Dios y su pueblo que escenifica el Israel bíblico. Venezuela –cada uno de sus ciudadanos– debe hacer reflexión profunda que los conduzca a establecer en qué han fallado y por qué perdieron las bendiciones divinas, y desde luego, como conectar de nuevo con su creador.
El país, ese pueblo que anhela ser liberado de las garras de una dictadura criminal, proterva, desalmada y narcotraficante debe seguir la guía luminosa que ahora les ofrece María Corina. Es una nueva oportunidad que Dios les brinda, venezolanos, para salir de ese abismo en el que se encuentran. ¡Seguid a María Corina!, que es una guerrera valerosa que Dios puso a su disposición. Es ella quien enarbola sus ansias de libertad. Seguidla como una legión sigue a su comandante. Es inteligente y estratega. Su luz y directrices los llevará a la victoria. La suerte está echada.
A diferencia de ella, Maduro y Cabello, son pequeños y odiados, son oscuridad y terror, son la encarnación del mal, son agentes del demonio. Todo epíteto les queda pequeños. Sus terribles y abominables acciones hablan de ellos.