No habrá guerra nuclear jamás, Dios no lo permitirá


 

No habrá guerra nuclear jamás, Dios no lo permitirá

Por René Arrieta Pérez y José Vicente Arias Rincón

 

A partir de la invasión rusa a Ucrania y de la guerra que Putin le declaró a ese país vecino y hermano suyo se empezó a hablar de la posibilidad de la Tercera Guerra Mundial, por la intervención de Occidente en el conflicto y por la ayuda de los países de la Comunidad Económica Europea y los aliados de la OTAN a Ucrania, a quien no abandonaron, y a quien han proporcionado armas, municiones, entrenamiento, ayuda humanitaria, en atención al principio de la legítima defensa establecido por la carta de las Naciones Unidas en 1945, que asegura que los países pudieran protegerse a tiempo sin esperar la resolución del Consejo de Seguridad, el único órgano internacional autorizado para usar la fuerza. Lo que ha permitido a Ucrania afrontar a Rusia sin la intervención directa de Occidente y la OTAN, sin un mayor escalamiento del conflicto.

Se ha visto a Putin y a sus secuaces, al canciller Serguéi Lavrov y al expresidente y exprimer ministro Dmitri Medvédev, proferir amenazas con el uso de armas nucleares para amedrentar a quienes apoyen a Ucrania, y es más retórica hueca que otra cosa; sin embargo, por el nivel de irracionalidad de la especie humana, y porque ya la humanidad estuvo en vilo antes, con ese peligro en ciernes, en el periodo de la Guerra Fría, Dios no va a correr ningún riesgo de que algún líder loco ose recurrir al uso del arsenal nuclear. No. No lo va a permitir jamás, por el simple hecho de que una guerra nuclear acabaría con el planeta, en el hipotético caso en el que ocurra.

Razón por la cual Dios activó los mecanismos de previsión desde el inicio de la Guerra Fría y aún ese dispositivo de seguridad sigue activo.

El Creador, exactamente desde 1969, solicitó a tres civilizaciones del universo una vigilancia y un patrullaje permanente a nuestro planeta. Todas las potencias nucleares y sus líderes, quienes tienen bajo su mando los botones nucleares son vigilados segundo a segundo.

El cometido de vigilancia lo tienen tres naves espaciales, que están invisibilizadas en nuestra atmósfera y cumplen ese mandato de Dios. Una nave de Venus, una de Marte y otra de una civilización lejana, y hay una cuarta nave de otra civilización que se integrará pronto, y serán cuatro las naves custodias, para que esa locura no tenga en absoluto la posibilidad de suceder. Las naves y sus tripulantes están dotados de todo lo necesario para evitar tal situación. Primeramente, los miembros de estas civilizaciones cuentan con un alto grado de desarrollo espiritual que les permite información completa y detallada de los distintos arsenales nucleares, a través de sus facultades de telepatía, clarividencia, anticipación futura, entre muchos otros; además de que sus naves poseen un alto grado de tecnología que les proporciona entero control sobre ese tipo de armas en nuestro planeta.

Asimismo, las naves custodias tienen el mapa y ubicación del armamento nuclear que poseen los distintos países en nuestro globo terráqueo, y los monitorean en computadoras cuánticas. Igualmente tienen control sobre la vida de los líderes políticos que dirigen estas naciones, su acontecer día a día (sus pensamientos, planes, intenciones, etc., todo está vigilado de manera rigurosa), y en caso de que cualquiera de ellos abrigue la intención del uso del arsenal nuclear, todas las armas, las bases militares que las albergan, sus infraestructuras y tecnología, incluso, hasta gran parte del país, serán aniquilados de inmediato con láseres potentes. Es su misión desintegrar en el acto todos esos dispositivos, en caso de que sea necesario. Son tres países los que ahora representan puntos rojos en este monitoreo: Rusia, Corea del Norte y China; y uno con color naranja: Irán.

 

Las terribles consecuencias de una hipotética guerra nuclear

Serían terribles las consecuencias en el planeta, si se presentara una hecatombe nuclear. Las distintas detonaciones e impactos de armas nucleares causarían una extinción masiva de la raza humana. Todo el planeta se vería afectado por una radiación nuclear, como por la contaminación de toda forma de vida sobreviviente, que, a su vez, sufrirán mutaciones genéticas. Las consecuencias ambientales serían globales. Y se cerniría una oscuridad en el planeta por meses, La Tierra se enfriará, creándose así un invierno nuclear, y el advenimiento repentino de una nueva glaciación. El globo terrestre se desestabilizará y se producirán también múltiples y grandes terremotos.

 

Las grandes razones divinas para que haya vigilancia extraterrestre sobre el planeta

-La Tierra es una de las joyas de la creación de Dios, y Él no va a permitir que esta civilización decadente, cuya existencia tiene cuenta regresiva la ponga en peligro.

-La semilla de la humanidad, que garantiza su continuidad está preseleccionada y a prueba, y en el Juicio Final será el momento definitivo de la gran selección. Por lo que el proceso del fin de los tiempos y del fin de este mundo debe ser acorde a los cálculos y planes divinos, y no estará supeditado a la locura del ser humano, ni expuesto a los peligros derivados de ella.

-En cuanto a las especies animales y vegetales que conforman la fauna y flora del planeta, ya están preservadas en Marte. Y la pregunta o inquietud que surge aquí es: si ese planeta con atmósfera agreste está habitado. Les decimos que no solo es posible la vida en tercera dimensión, en cuarta dimensión también lo es. No obstante, antes de que fueran sacadas todas las especies que albergaba la Tierra, fueron sometidas a cambios electromagnéticos para que fuera posible la vida de ellas en los reservorios en los que ahora están.

Aunque haya guerra entre naciones que perturben el orden global, el final de la raza y de nuestra civilización no será por aniquilación de armas nucleares ni convencionales.

El final será por efecto de una hecatombe que originarán las masas de aguas oceánicas. Hay un artículo científico rubricado por nosotros, los autores de esta nota, que muestra a la humanidad cuál es el modelo predictivo. La comunidad científica comprobará su veracidad.

Finalmente, cuando el fragmento de humanidad que esté destinada a entrar al arca, a la flota de naves venusinas, que sacará a la semilla de la nueva humanidad, esta debe ser igualmente sometida a efectos electromagnéticos, que se efectuarán con tecnología muy avanzada, que adaptará la materia física de nuestro cuerpo a la cuarta dimensión, para que en una especie de estado plasmático podamos vivir en cuarta dimensión, nosotros y las generaciones posteriores de la humanidad salvaguardada viviremos en Venus, hasta que el planeta Tierra nuevamente sea un paraíso habitable, dentro de los mil años estipulados por Dios; y luego, las generaciones posteriores de humanos hospedados en Venus, es decir, la humanidad de ese momento, volverá nuevamente al planeta Tierra, ya regenerado, y lo habitará en tercera dimensión otra vez.

 

Nota.

Todos nuestros artículos en el que Dios Padre, envíe mensajes a la humanidad a través de sus dos testigos, tendrán esta advertencia, y el costo personal y familiar puede ser muy alto:

Quien no esté en capacidad de ver en el mundo espiritual y de comprobar o no lo que decimos, mejor que permanezca en silencio, reflexione y le deje todo juicio al tiempo, que no haga ningún comentario en contra, no sea que por hacerle pulso al mensaje de Dios sea blanco de su ira. Toda persona que ataque la palabra de Dios en boca de sus dos ungidos, de los dos testigos del apocalipsis, se vincula a que la severidad de la ley divina lo castigue con tragedia y muerte, y con juicio sumario lo hagan descender a las mazmorras del Infierno. De forma idéntica a como cuando la autoridad policial captura a un delincuente, a un infractor de la ley, que los lectores consideren la debida advertencia, que reza: “Todo lo que usted diga podrá ser usado en su contra”. La ley se cumplirá de forma implacable. Ya llegó el momento, en consideración de la jerarquía celestial, que no se puede dejar pasar ningún tipo de faltas, y mucho menos afrentas e insultos, al ejercicio de la autoridad de Dios y de sus plenipotenciarios aquí en la Tierra, en este periodo del fin de los tiempos.

Crédito imagen: Hipertextual.


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