1º DE JUNIO:488 AÑOS DE DUELO EN CARTAGENA.
Este 1º.de junio del presente año se cumplen 488 años de la fundación de Cartagena de Indias, de acuerdo con la declaratoria oficial, respetada y no compartida, de la muy respetable y apreciada Academia de la Historia de Cartagena de Indias.
Esta posición se sustenta en el hecho que no existe un acta fundacional de la ciudad y diversos testimonios de historiadores de la ciudad , la nación y España, así lo reconocen y demuestran con sus investigaciones y testimonios, al punto que hoy se sabe que hasta el año 1573, por lo menos, Karmairí, la aldea de los amerindios Caribes, conservaba su estructura original, aunque ya se producían importantes cambios en la estructura urbana de la época, tal como lo escribo en el ensayo anterior, publicado por este medio, con el titular: “Cartagena de Indias no Fue Fundada”, ensayo al cual remito a mis apreciados lectoras y lectores.
Pero en gracia del debate escribamos, que el asiento definitivo de Pedro de Heredia y su hueste de asaltantes, saqueadores y cobardes asesinos de mujeres, ancianos y niños, y además, esclavistas de los sobrevivientes, se dio el día referenciado.
Por lo anterior, este 1º.de junio, lejos de izar la bandera cuadrilonga de la libertad en los hogares, dependencias oficiales y demás instalaciones apropiadas, de llevar coronas de flores a las estatuas de Heredia y de la india Catalina, incluso, de serenatas y conciertos, de conferencias y conversatorios que “ennoblecen” la fundación, invito con mucho respeto al señor alcalde, a que decrete un día de duelo o de luto , si lo prefieren, y que los cartageneros icemos la bandera a media asta, para rendir homenaje póstumo a nuestros antepasados Caribes.
A ellos y sólo ellos, hoy, porque rechazaron la invasión española desde 1503, con sus rústicas armas de hondas, arcos y flechas, macanas, lanzas y otras, enfrentadas a las armas de fuego de los invasores, a caballos y perros cazadores de indios y a las enfermedades mortales traídas por los europeos, otras de “las armas “más efectivas para exterminar los habitantes de aquellos aciagos tiempos de Karmairí y sus cercanías, y no sólo de esta locación sino de toda la antigua gobernación o provincia, conformada , en ese entonces, por los actuales departamentos de Atlántico, Bolívar, Córdoba y Sucre.
Invasiones, secuestros, saqueos, violaciones a mujeres jóvenes, sobre todo, muerte a guerreros, ancianos, niñas, niños y mujeres indefensas, incendios de las aldeas, ese fue el inicio y el resultado final de ese asentamiento definitivo de Heredia y su hueste en Karmairí, hoy con el uso de la violencia pasada llamada Cartagena de Indias.
Son estos los motivos que tenemos los cartageneros para declararnos en duelo este 1º.de de Junio, así a groso modo; pero en aras a la verdad léanos algunos dolorosos y funestos detalles:
Rodolfo Segovia, reconocido historiador de la ciudad, en su texto Las Fortificaciones de Cartagena de Indias expone:
“Es muy difícil calcular la población indígena a la llegada de Heredia. Estimativos del siglo XVI la sitúan en cien mil habitantes de pescadores y agricultores…un conglomerado humano inapropiado para implantar el régimen de la encomienda. En el curso de los siguientes cincuenta años, las visitas a la provincia ordenadas por la corona para supervisar el estado de las indígenas darán cuenta de la catastrófica contracción demográfica que redujo la población a menos de una quinta parte” (P.P.19, 20); vale escribir que: de 100 mil amerindios en 1533, sólo quedaban 20.000 en 1583.
Por otra parte, la historiadora española María del Carmen Borrego Pla, en su extraordinario libro: Cartagena de Indias: La andadura de una vida bajo la colonia, en el capítulo: “Naturales, encomiendas y boga” demuestra que en el censo de la ciudad del año 1777, el amerindio no era un ser representativo de la población, y que su extinción era inminente debido al trabajo bestial a que era sometido en las encomiendas, al contexto político social inapto para la procreación, a su propia constitución física, y a las enfermedades traídas por los españoles, entre otras, la más mortífera: la viruela.
También, Marta Lux en su libro: “La mujer en Cartagena de Indias en el siglo XVII”, confirma nuestras aseveraciones en torno a la desaparición física del amerindio.
Finalmente, cabe destacar las investigaciones del ilustre historiador Juan Friede en torno a los juicios de residencias, que las autoridades de la corona le realizaron a Heredia, responsabilizándolo de más de 10 delitos, entre ellos el de cercenar los senos a las mujeres indígenas de algunas poblaciones.
A la par de Friede están las investigaciones del maestro historiador Hermes Tovar, las cuales demuestran como las huestes de Heredia, las de su hermano Alonso, las de Rodrigo Durán y Juan Ortiz, entre otras, asolaron y aniquilaron centenares de poblaciones indígenas en nombre del rey, y de un Dios que jamás ha consentido la injusticia.
Frente a estos irrebatibles hechos, documentados en los archivos coloniales de España cabe preguntar: ¿Existen motivos para celebrar tantas atrocidades? ¿Acaso, en un acto de arrepentimiento y reparación, no es más lógico e inteligente recuperar el valor de la gesta de los Caribes, quienes lucharon hasta su extinción en estos lares?
¿Acaso no es más inteligente retirar la estatua de Heredia y poner en su reemplazo a la de los bravos guerreros de Tierrabomba que enfrentaron a los invasores de Heredia, cuya gestión estuvo intermediada por una india “lengua” (intérprete) llamada Catalina?
¿Acaso no es más inteligente reconocer la verdad, que vivir engañados con historias falsas y falseadas?
Pero la vida social continúa, y la rueda de la historia, jamás se detiene, y más temprano que tarde la luz de la verdad histórica brillará, a pesar que miles de velos oscuros pretendan ocultarla.
Con los afectos de siempre,
Reforzados con la memoria y la gesta de mis reque tatarabuelos amerindios Caribes.
UBALDO JOSÉ ELLES QUINTANA.