Ambientalismo: Una estrategia Política y Pedagógica para la Paz Naciente. (1)
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En medio de la convulsionada crisis que vive la nación colombiana, diversas son las estrategias propuestas para alcanzar de manera estable la construcción de una cultura de la paz que posibilite la convivencia armónica, la justicia social y el bienestar para todas las clases sociales.
La realidad histórica de nuestros días ha mostrado el fracaso rotundo de las tesis y prácticas de la extrema derecha y de la extrema izquierda, poniendo en presente que aunque la violencia es una constante histórica en nuestra sociedad, no ha sido ni lo será jamás el camino para construir comunidades de bienestar general.
De igual manera, el capitalismo salvaje y el neoliberalismo con sus teorías y prácticas también revelan ante la historia que sus sistemas son otras formas de empobrecer a los más pobres y enriquecer a los más ricos, a una exigua minoría dueña del poder económico, social, político y cultural de las naciones y las comunidades locales, representativos de una clase social, férreamente unida a nivel internacional.
Sin embargo, naciones del norte de Europa, más exactamente las de la Península Escandinava, han ensayado modelos socioeconómicos menos injustos, donde los desposeídos satisfacen las necesidades básicas, con reconocida calidad en el nivel de vida de los sectores asalariados, de clases medias y trabajadores independientes.
Al interior de este modelo sobresale Noruega, nación que logro “Los más altos niveles en calidad de vida e igualdad de oportunidades para su población. La educación es pública, gratuita y bilingüe en todos sus niveles. Todos poseen cobertura de salud; la esperanza de vida al nacer es de 81 años. La brecha salarial entre hombres y mujeres es casi nula; no hay pobreza ni desocupación y la renta por habitantes es de 79.089 dólares, una de las tres primeras del mundo”.(Lanación.com.ar) .
Pero, el modelo de Bienestar Escandinavo, no ha superado la explotación del trabajo asalariado, ni la supremacía de las élites adineradas quienes conviven en un sistema monárquico con democracia parlamentaria, con todos los privilegios que tienen los poderosos en cualquier parte de La Tierra.
De igual forma la formación social socialista mostró sus debilidades y defectos y colapsó en la década del 90 del siglo pasado en la nación más poderosa de ese régimen al desintegrarse la Unión de Repúblicas Socialistas soviéticas en 1995.
Las tesis del socialismo clásico a favor de los obreros y demás trabajadores construidas por Carlos Marx, Federico Engels, Vladimir Ilich Lenin y León Trotsky fueron revisadas y tergiversadas dando lugar al espantoso régimen de José Stalin, a la burocratización del Estado Soviético y de la democracia de los trabajadores, factores que posibilitaron la Perestroika y el consiguiente derrumbe del socialismo soviético.
Sin embargo, el socialismo sobrevive aún en Cuba, y en China siendo que en esta última nación el férreo régimen económico clásico dio paso a la economía de mercado, convirtiéndola en una de las economías más poderosas del mundo, al punto que de cada tres productos que se fabrican en el planeta tres son de nacionalidad China.
Mención aparte merece el socialismo norcoreano, por los últimos exabruptos armamentistas emulando los del imperialismo norteamericano, y el socialismo venezolano, el cual a mi juicio muy personal, no pasa de ser un vulgar populismo coyuntural y que de socialista tiene lo que el autor posee de astronauta y explorador de otros mundos de la galaxia.
Pero a pesar de la vigencia del partido único, el surgimiento de nuevos ricos y la represión a cualquier idea política innovadora, como sucedió con los miles de jóvenes e intelectuales que murieron asesinados por el ejército popular en la Plaza de Tian anmén en 1989, el índice de desnutrición del país con más de 1.300 millones de habitantes es solamente superior al de Colombia (8.8%) en o.5%, al establecerse en 9.3%.
Ello demuestra la inequidad y la exclusión exorbitante que reina en la actual formación social de Colombia, además de las restantes lacras sociales que carcomen el tejido social de la nación, la aberrante corrupción política y de otras índoles, las injusticias, la miseria y la democracia de papeles, factores que ponen en vilo la sostenibilidad del régimen, pese a su aparente firmeza, basada en el poder de los aparatos represivos del Estado.
Ante la dura realidad vigente, corresponde a las nuevas generaciones y a la nuestra de ambientalistas, idear un nuevo tipo de sociedad y de formación socioeconómica que supere las diabólicas bases estructurales del capitalismo vigente y permita la construcción de una nueva nación fundamentada en la equidad, en la justicia social para todos los colombianos, la democracia participativa de ricos y pobres sin corruptos a la vista, de obreros, campesinos, mineros, la convivencia sana y el sagrado respeto a los derechos humanos y a los recursos naturales y ambientales.
Esta nueva sociedad estará acompasada de una economía de mercado sin monopolios, usura especulación, con índices decentes de rentabilidad para el inversionista (20%) y una sana política nacionalista de comercio exterior que reconozca el esfuerzo y el trabajo de empresarios, obreros, campesinos, pequeños y medianos productores.
Esta nueva sociedad es la propuesta que lideramos un sector de los ambientalista fundamentada en la Teoría de la sostenibilidad integral (ambiental, política, social, económica y cultural), cuyos pormenores propondré en la próxima entrega.
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