Calixto Ochoa y Adolfo Pacheco:Trovadores de las Sabanas del Caribe.


Calixto Ochoa y Adolfo Pacheco: Los Trovadores de Las Sabanas Del  Gran Caribe.

Hoy, a más de 54 años de distancia, cuando solo tenía 11 años es grato recordar mi primer encuentro con el Maestro Calixto Ochoa, momento imperecedero cuando sonaron las notas del acordeón y se escucharon las letras ingenuas de “El Niño Inteligente” uno de sus primeros éxitos.

En mis 100.000.000.000 millones  neuronas resuenan todavía los aires de la canción y los gratos comentarios de mi abuelita Ana Hercilia, ante el prodigio de niño que presentaban las estrofas del músico, dedicadas tal vez al primero de sus hijos, y no a Rolando, como consideran algunos cibernautas pues este otro aventajado acordeonero nació en 1977, siete años después que Calixto se coronó rey del tercer festival de la leyenda vallenata en 1970.

Ingenuas, pero llenas de cariño y de sueños por realizar, suenan las notas del  niño inteligente:

Hoy ya compré la cartilla abecedario,

porque muy pronto voy a tener un niño,

y he soñado que va a ser un abogado

y antes que nazca ya  yo  estoy prevenido…

 Y con el tiempo será hasta presidente

de todo   el continente,

 Porque esa inteligencia se presta para todo.

Ahora, con franqueza: apenas sospecho que  las canciones salían del viejo picot de Carlos Pájaro, vecino de mi familia y habitante insigne de la Calle Real de Turbaco, mal llamada hoy Avenida Misael Pastrana Borrero, presidente de ingrata recordación para la mayoría del pueblo colombiano, al igual que su hijo de nombre Andrés, o bien podría ser de las ondas sonoras de Radio Vigía y Emisoras Fuentes  las cuales sonaban como locales en muchos municipios de la zona norte de Bolívar.

Así, andando en los caminos de la vida, fue en mi  juventud  cuando conocí a Adolfo Pacheco, entusiasmado por una de sus mejores canciones e interpretada por Alfredo Gutiérrez Vital; era el año 68 o 69, tal vez, cuando el sanjacintero se perfilaba como lo que es desde muchos años: un poeta, un trovador de la sabana y compositor de  esta joya del folclor de Colombia:

Mujer esa cabellera te define,

y en  tu frente se corona, se parece

a los jardines colgantes de Babilonia.

Quien tuviera tiempo e’ revivir,

 lo que el  viejo testamento data,

ay un salmo del músico David,

te pusiera mujer por serenata…

Hoy es grato recordar los momentos cuando cantaba esta canción a la novia del tiempo que se vivía, inspirado en la letra del poema y en las notas mágicas que Alfredo sacaba de su acordeón, muy parecidas a aquellas que el maestro Calixto Ochoa compuso cuando creó: “Playas Marinas”

Allí, donde  brilla la luna,

son las playas arenosas que oyeron

las frases amorosas que te dirigí.

Allí, sentí tanta ternura, y aunque el sol

calentaba no sabes lo fresco que yo me sentí.

Porque estabas tú,

 y tu boca rica  me dio  frescura,

porque estabas tú

y en tus labios rojos sentí dulzura…

Desde aquellos momentos iniciales, mis encuentros con Calixto se hicieron más frecuentes, gracias a las relaciones con mis familiares residentes en Sincelejo, ciudad en la cual el Maestro de Valencia de Jesús (Valledupar) estableció su residencia desde 1956.

Lejanos tiempos después, conocí a una hermosa sincelejana de cabellos largos, casi rubios y en una parranda con Calixto y  su Conjunto le conté de mis amores  con la joven, y le describí sus encantos naturales y espirituales.

De allí, después de inspiración tras inspiración, nació esta canción en honor a ella y su nombre poco convencional:

Norma, parece una diosa,

 muchacha preciosa, que linda eres tú…

Ay Norma, ay Norma,  ay Norma,

muchacha preciosa, ay Norma, capullo de rosa.

Mis encuentros con Adolfo de ocasionales pasaron a la cotidianidad,  al convertirme en visitante asiduo de su tierra natal donde trabajaba mi cuñada Casilda Sánchez quien contaba sobre las composiciones del Maestro y las musas que lo inspiraban.

Sin embargo,  fue aquí en Cartagena donde entré en contacto “vivo” con sus canciones a través del inolvidable Andrés Landeros, amigos comunes, quienes hicieron de la Hamaca Grande y Mercedes “el Himno Nacional” que se escuchaba y cantaba cada momento del día, reafirmando  el paso certero del vallenato, en el pentagrama regional dominado de manera amplia por la salsa y el bolero.

Eran los tiempos del romance apasionado de la juventud, cuando yo enamorado también soñaba  al igual que los sanjacinteros:

…Yo que tengo la virtud de conocer a Mercedes,

Le dije a Mercedes vámonos pa’ Cartagena…

Vamos a La Boquilla, yo te llevo a conocer,

para la luna de miel pasamos al Hotel Caribe…

Y cuando apareció La Hamaca Grande, sentí que la canción llevaba todo el buen sentimiento del pueblo del litoral Caribe hacia el pueblo vallenato, creador de otro patrimonio inmaterial de la humanidad: El Festival  de la Leyenda Vallenata en el cual nuestros artistas sabaneros han alcanzado  gloriosos triunfos y del que Calixto Ochoa Y Adolfo Pacheco Anillo, con Leandro Díaz, Emiliano Zuleta Vaquero y Rafael Escalona, entre otros, fueron declarados  Reyes Vitalicios de la Canción Inédita.

Especialmente hermosa y diciente suena esta estrofa cuando la canta Alfredo Gutiérrez, Andrés Landeros y el mismo Adolfo:

…Y conseguiré, y conseguiré,

un indio faroto y su bella gaita,

que sólo cuenta, historia sagrada

 que antepasados recuerdo esconde

pa’ que hermosamente toque

  y se diga cuando venga:

que también tiene leyenda,

 cual la de Francisco el hombre.

Recuerdos muy gratos traen a mi mente también, aquellas reiteradas ocasiones, cuando en parranda con Calixto y Diomedes Díaz  en la Plaza Majagual de Sincelejo cantamos a dúo: “Mi Biografía”

“Como no la tengo escrita les voy a contar señores,

a  cantar mi biografía desde niño hasta esta parte.

Soy hijo de gente buena honrada y trabajadora

y así luchando la vida me levantaron mis padres…

No tengo plata pero menos mal,

 que ya cambió mi modo de vivir

y así es la vida y que vamos   a hacer,

  luchar y ser de muy buen corazón,

no se imaginan los que hoy me ven,

 lo que luché para ser lo que soy.

Es esta también mi biografía: la herencia que me dejaron mis padres gente buena, honrada y trabajadora: aprender a trabajar desde pelao’ a estudiar para derrotar la pobreza material, y a valorar y gozar nuestra música tal como mi papá Rafael  gozaba esta hermosa joya tallada a ritmo de porro, clásica de nuestro folclor:

Mata de caña es un bello porro,

que tiene todo el sabor costeño

porque sus notas todos sentimos,

 es alegría de nuestro folclor…

Y en un rinconcito de nuestra costa

 hay un caserío: es Mata de Caña que queda allá

  a la orilla del río… CONTINUARÁ…


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