DE LA ZONA INSULAR A LA ZONA COSTERA: EXCLUSIÓN Y MISERIA POR DOQUIERA.
Desde los años 60 del siglo pasado, debido a la mal llamada explosión demográfica, a la violencia de carácter político y delincuencial y el aumento desmesurado de la pobreza y exclusión de las comunidades de Cartagena ,sus cercanías y lejanías, se fue tejiendo un monstruoso cinturón de miseria que desde los años 70 y 80 logró rodear toda la ciudad hasta nuestros días, cuando se acrecienta con vertiginosa rapidez superando cualquier medida de control estatal.
Más ,no sucedió igual con la zona costera e insular, territorio, cuyas comunidades de inmediato, en el siglo XIX, después de la revolución inconclusa de la independencia, la herencia colonial de la esclavitud, fue transformada en servidumbre, en expoliación brutal y exclusión social y étnica, al punto que el racismo se encuentra muy arraigado, todavía, en el alma de miles de cartageneros y cartageneras y nuestra ciudad es una de las urbes de mayor desigualdad social , económica y cultural en el país.
Para corroborar las afirmaciones anteriores sólo es necesario consultar los indicadores del Plan de Desarrollo “Ahora Si Cartagena” y concluir que los índices de miseria, pobreza, hambre, desnutrición, analfabetismo, carencia de servicios de conservación de la vida tales como el de la provisión de agua potable y redes de alcantarillado, eficiente recolección de residuos sólidos y de energía eléctrica, continúan siendo unas de las más sentidas reivindicaciones de los habitantes de estas zonas.
Sin embargo, para hallar la verdad de mejor manera, es necesario contrastar los documentos con la realidad social y ambiental de las comunidades a través de una extensa gira que parte de “Arroyo Grande” y culmina en El Islote, una de las islas más pobladas del Planeta Tierra.
Aquí , en este extenso serpentear de las comunidades, a continuación de Arroyo Grande, se encontrará a Punta Canoa, Arroyo de Piedra , Manzanillo del Mar, Puerto Rey, Tierra Baja, La Boquilla y ya en la zona urbana: el Barrio de San Francisco, entre otros sectores .
En el ámbito de la Zona Insular compiten en exclusión y abandono: Tierra Bomba, Caño de Loro, Boca chica, Punta Arenas, Ararca, Santana, Barú, Archipiélago San Bernardo y en especial El Islote y otras comunidades menores donde las situaciones sociales y ambientales reales más absurdas se confunden con la ficción del desastre,descontando, por supuesto gran parte de las islas del Rosario, en manos hoy de poderosos arrendatarios.
Sin embargo, en este largo peregrinar se destaca el barrio San Francisco de Asís, colindante con el Aeropuerto Rafael Núñez y las estribaciones del Cerro de La Popa, donde se vive el caso de abandono más absurdo del olvido estatal y de la desidia de los gobernantes ante el desastre que sufren los humildes de este zona de Cartagena, cuyos habitantes, unos presionados por la pobreza extrema y sin un techo donde cobijarse, desafiaron la naturaleza al asentarse en las faldas de La Popa y otros ,cayeron en la trampa de un organismo oficial que les vendió viviendas en terrenos de altísimo riesgo.
En nuestros días a casi cuatro años del inicio de la tragedia en la que fueron afectadas 1.191 familias y cerca de 10.000 personas, de acuerdo con los informes oficiales de la época, el drama de los desarraigados continúa.
La falta de techo, el atraso en el pago de los subsidios para el arriendo de las viviendas, la desesperanza de los desplazados por efectos de la naturaleza, el incumplimiento de los compromisos de las tres administraciones distritales que se han sucedido y la inoperancia de las autoridades nacionales del ramo, constituyen los elementos significativos actuales del drama, autoridades estas que tampoco han podido, o mejor han querido dar soluciones a la tragedia de Gramalote en Norte de Santander, el pueblo que fue tragado por las entrañas de la Tierra el año 2010.
Pero ante el abandono, la desidia y el olvido del Estado, los humildes continúan la lucha por la supervivencia mediante la protesta civilizada, la denuncia y la gestión ante los órganos colegiados de la ciudad, encontrando eco en uno de sus hijos, el concejal William Pérez que en días pasados asumió su defensa ante el Concejo Distrital , del cual hace parte.
Situaciones similares viven los habitantes de Tierra bomba, territorio insular donde ahora es el mar, el que ha devorado cuatro calles, con las consiguientes consecuencias del desplazamiento y la profundización de la miseria.
Por ello los habitantes de la isla optaron por no participar en las pasadas elecciones del Congreso y del presidente de Colombia, sentando un precedente jamás visto , por lo menos en la historia política de esta ciudad, precedente que muchos ciudadanos pedimos que continúe masificándose en el ámbito de la ciudad, cuyas mayorías viven en la pobreza que le quita la dignidad a los seres humanos.
Por ello, ante el apocalíptico jinete de la miseria que raudo avanza por la geografía de Cartagena, nada más grato que escuchar las voces que claman justicia ante el desarraigo y la desatención a las necesidades de vivienda de los cartageneros ante entidades como Corvivienda y EDURBE, encargadas de atender los requerimientos de techo y desarrollo urbano del Distrito.
Por estas razones, miles de cartageneros, aplaudimos y nos unimos a las palabras peticionarias del también concejal, el médico William López Camacho, quien ha solicitado el cierre de estas entidades por que “perdieron su esencia y son un fortín burocrático”!
Hoy, en medio de la crisis global que afecta a Cartagena, alienta el ánimo personal y colectivo, estas manifestaciones populares y de algunos de sus líderes comprometidos con el bienestar de las comunidades, a continuar en el proceso de construir una ciudad sostenible sin miseria, pobreza, marginalidad y exclusión y sin tantas lacras que atentan contra la dignidad de las mayorías de los habitantes de la urbe.
El desarrollo sostenible es una opción que construimos los ambientalistas, aunque sea con gran lentitud, opción muy parecida a “la Tercera Vía” que propusieron algunos ex gobernantes del mundo en foro reciente sobre el tema realizado en el Distrito.
Apersonarse y practicar el modelo de Desarrollo Sostenible es cumplir con las promesas que los gobernantes hicieron a sus electores, es construir una ciudad humanitaria donde la vida de los humanos, de los animales y de los árboles sea respetada en su propia esencia e integridad.
Desarrollo Sostenible implica también una ciudad en la cual los pensamientos políticos , económicos, sociales y culturales de los gobernantes, “Vuelan más allá del Corralito de Piedra” imaginando y construyendo soluciones viables para la vida digna de los millares de habitantes de la zona insular y costera, para los miles de marginados del cinturón de miseria que ciñe a la fantástica Cartagena, para evitar que las familias de estrato 6 y 7 se desplacen de sus lugares de origen urbano, ante la descomposición socioeconómica de antiguos sectores exclusivos como Castillo y Boca Grande.
Desarrollo Sostenible es al final evitar, que la siempre maltratada y casi nunca considerada clase media continúe con la angustia de la siempre amenazante desaparición por su empobrecimiento y por el envilecimiento de sus condiciones de vida, tan expuestas a la crisis económica permanente que de manera cíclica ataca a las sociedades injustas como la nuestra.