En el Derrumbe del Edificio Invisible: Los Muertos Los Ponen Los pobres.
Hay muertes que destrozan el alma y jamás se olvidan, porque esta se resiente con cada recuerdo que se evoca; esa es la muerte del padre amado.
Hay otras muertes que también duelen y son esas las de los ricos que fallecen en forma absurda y despiertan los sentimientos de la piedad, porque llevaron una vida tan miserable, que en su diario acontecer en vida sólo tuvieron dinero, el cual jamás les sirvió para ser solidario con los desvalidos y mucho menos para ayudar a satisfacer , aunque fuese parcialmente , las necesidades básicas de la comunidad del entorno de sus negocios financieros, de servicios y comerciales, industriales y mineros, agrícolas, de transportes y de centenares más.
Además de las anteriores y no por eso menos importantes, hay otras muertes que también impactan con gran dolor el alma y causan indignación, porque pudieron evitarse con un mínimo uso del sentido común, con el más simple control del Estado con la más elemental previsión y el más pequeño signo de respeto por la vida humana, porque son colectivas y afectan a centenares de personas, borrando en segundos los sueños forjados durante toda una vida.
Esas son las desapariciones de Gramalote, y Armero en el ayer reciente y las de hoy en Mocoa, Manizales y en nuestra Cartagena de Indias para no hacer más extenso el listado.
Ahora, en este aciago 27 de abril del presente 2017, se produce el derrumbe de un “edificio invisible” de seis pisos, el cual por su misma naturaleza, es lógico colegir nadie lo vio:
1. El señor Alcalde Mayor, vecino del sector a pocas cuadras.
2. La señora secretaria de Planeación Distrital.
3. El director de la Oficina de Control urbano de la citada dependencia pública.
4. La alcaldesa de la Localidad tres de la ciudad.
5. El curador urbano con jurisdicción sobre la zona.
6. El inspector de policía de la zona.
Ninguno de los referenciados, por su propia ceguera administrativa “jamás logro mirar el edificio” que se levantó, sin ningún soporte de legalidad delante de sus propias narices y al alcance de la mano, aún de los funcionarios con sus despachos más retirados del sitio funesto; ellos lo invisibilizar on a pesar de ser una mole de seis pisos construido en más de 300 metros cuadrados.
Ellos, los funcionarios, sólo lograron ver la mole ya derruida, cuando la catástrofe produjo 23 heridos y 20 muertos, porque, ante los desastres que pudieron evitarse los muertos siempre los pone la gente pobre y humilde de nuestras comunidades; fueron 20 personas muy pobres, tal como dice el padre Rafa Castillo: “dispuestas a ganarse la vida, de manera honrada, a haciendo lo que sea, para llevar el pan a la mesa del hogar” que ansioso espera.
Pero la ceguera afectó también a las autoridades locales del trabajo, encargadas de garantizar a los obreros, las más elementales garantías del derecho a la vida, como es la seguridad industrial y social en una obra de mucho riesgo por su magnitud y por el trabajo en altura.
Hoy decenas de miles de cartageneros lloramos la muerte de estos 20 humildes trabajadores, y nos solidarizamos con el dolor de sus familiares, cuyo futuro, ahora se torna más incierto que antes, ante la pérdida irreparable de quienes quizás eran los únicos soportes económicos de la familia.
Hoy, indignados solo pedimos:
1. Que el sagrado poder de la justicia, caiga con todo el peso de la ley, sobre quienes juegan con la vida de los humanos, vale decir los propietarios de la obra para que asuman las responsabilidades penales y económicas que su atroz delito implica.
2. Que el necesario peso de la ley, caiga sobre aquellos profesionales, quienes a sabiendas de estar violando las normas: Por no tener licencia legal de construcción de la obra, por no tener el terreno las medidas necesarias para el levante del edificio, ponen sus saberes al servicio de seres desalmados, interesados únicamente en saciar sus inmensurables y mezquinas ansias de dinero.
3.Que el peso de la ley caiga sobre aquellos funcionarios quienes por omisión de sus funciones, de manera indirecta o directa permitieron la construcción de una obra, que jamás debió levantarse , para llenar de desgracias a decenas de decenas de familias de nuestra ciudad y región , de la hermana Venezuela y de la comunidad de Blas de Lezo, que ya nunca jamás podrá ser la misma de antes, pues las heridas del alma requieren varias décadas para sanarse, así como se cerraron aquellas que produjo el derrumbe de otro edificio en construcción, en la Calle Mompox, contiguo a los leones del Pie de La Popa, desgracia de la cual ya casi nadie se acuerda.
4. Que se cumplan las promesas y compromisos ofrecidas y contraídos por las autoridades locales en el sentido de prestar asistencia económica, social y legal a los parientes de nuestros humildes hermanos fallecidos, para que la continuidad de sus vidas sea menos azarosa, más llevadera y menos cruel por siempre.
Hoy, con los ánimos más serenos hemos de destacar:
1. la entrega y el trabajo de los socorristas y rescatistas locales, de algunos entes locales y de los socorristas y rescatistas (Valga la redundancia) venidos de otras partes del Caribe y de la nación; sus compromisos y actuaciones son edificantes.
2. La solidaridad de los habitantes de Blas de Lezo y de otras localidades para rescatar a las víctimas y apoyar a sus desesperados familiares en el sitio de la tragedia; su accionar es ejemplarizante.
3. La valiente labor de los periodistas de El universal impreso y del Universal.com quienes informaron con diáfana claridad y oportunidad, y pusieron al descubierto los errores cometidos por los responsables de la tragedia.
4. Hoy, con la indignación y el dolor que nos destroza el alma, confiamos:
que las investigaciones de oficio anunciadas se cumplan a cabalidad y lleguen a la aplicación de la sana justicia que este lamentable caso merece.
5. Que las investigaciones solicitadas y las denuncias presentadas den resultados a favor de las víctimas del insuceso.
6. Que en realidad se asuma el control legal, de las autoridades y demás entes de gestión de las construcciones de todo tipo y altura que se levantan en los cuatro puntos cardinales de la ciudad.
7. Finalmente y valga la redundancia, pedimos que la justicia de los humanos recaiga con todo el peso de la ley sobre todos aquellos y aquellas responsables que por acción u omisión permitieron la ocurrencia de este evento doloroso que hoy nos enluta el alma.
Que otros pobres del mundo, América, Colombia, EL Caribe y Cartagena de Indias, jamás vuelvan a perder la vida buscando precisamente la vida, es nuestra plegaria a Dios, Cristo Jesús, y a la Virgen del Carmen y de la Candelaria de La Popa, y que esta última de manera especial meta su mano para que no caiga su cerro sagrado ¡ por cuanto por cuenta de quienes detentan el poder, el derrumbe va!