FIDEL CASTRO RUZ O LA DIGNIDAD DEL PUEBLO LATINOAMERICANO.
1. Mis encuentros personales con Fidel y la revolución cubana.
Mis primeros encuentros con Fidel Castro y la revolución socialista de Cuba son de vieja data y tal vez, por ello imprecisos por el paso del tiempo; todo empezó en 1962 cuando se dio la llamada “crisis de los misiles rusos” en la Isla caribeña.
Cursaba yo en ese entonces el grado cuarto de primaria en la Escuela El Divino Infante del Barrio La Esperanza y era el líder del Grupo Infantil “Corazones Ardientes” orientado por el Padre Tarsicio Pérez, de la Parroquia del Pié de La Popa y en la escuela por el profesor Gerónimo Quintero.
Éramos nosotros “los defensores de la fe católica” y en materia de ideología nos hicimos a la tesis que el socialismo era el peor enemigo de los católicos debido a los enfrentamientos que en Cuba se presentaban entre las jerarquías de la Iglesia católica, una de las mayores fuerzas contrarrevolucionarias, y el nuevo gobierno cubano que desde 1959 había derrocado al nefasto dictador Fulgencio Batista.
Pero de igual forma, La naciente revolución había captado una extraordinaria simpatía entre el estudiantado colombiano, y el de Cartagena no fue la excepción al punto que en el muro (Paredilla desaparecida hoy) del Colegio de Bachillerato de la Universidad libre frente a la Avenida Pedro de Heredia había un letrero en pintura negra que daba vivas a la revolución y a Fidel; entonces la gran misión de nosotros los Corazones Ardientes fue borrar el letrero y escribir una frase alternativa que el paso del tiempo borró de mi memoria.
Hoy recuerdo también la andanada ideológica que desde la radio fue desatada contra la revolución en el marco de la llamada “Alianza Para El progreso”, la estrategia que organizó el Gobierno de Estados Unidos, en asocio con la mayoría de los Estados de los países latinoamericanos para contrarrestar a los socialistas cubanos.
Desde la anterior perspectiva, en pleno auge de las “radionovelas” en Colombia, en Cartagena y gran parte de Colombia comenzó a emitirse la novela “Los Tres Villalobos”, un grupo de hermanos cuya misión principal era derrotar los planes de los comunistas a como diera lugar.
La radio novela captó de inmediato mi simpatía de niño en transición hacia la adolescencia, y la de mis jóvenes primos y hermanos quienes además éramos asiduos lectores de “los cuentos” o paquitos de los Villalobos y otras publicaciones que difundía de manera gratuita la Alianza.
Así se dio la dominación ideológica en estas y otras tierras de América para combatir a la nueva sociedad socialista; eran estas algunas de las estrategias; otras fueron la de construir barrios nuevos para “gente pobre”, al igual que acueductos y sistemas de alcantarillado y dotación de mercados gratuitos, de manera especial para quienes hacían trabajos comunitarios voluntarios.
De esta manera, desde niños los latinoamericanos fuimos adoctrinados con el dogma del anti socialismo y el anticomunismo que tenía sus mejores socios en la escuela y los medios de comunicación en ese entonces, más de 50 años atrás.
Con el paso del tiempo en mis estudios de la Escuela Normal observé que esta no se dio por aludida frente al proceso Cubano, aunque si las ideas socialistas tomaron fuerzas en el movimiento estudiantil de Cartagena y afloraron de manera especial cuando el Padre Camilo Torres Restrepo estuvo en la ciudad uno de sus puntos estratégicos en la gira agitacional nacional que realizó antes de morir en las filas guerrilleras.
Sin embargo en mis estudios de historia en la Universidad del Atlántico, y a través de mi formación auto didacta pude comprender la verdad sobre el proceso de la revolución socialista de Cuba, lo cual me permite expresar hoy con mucha modestia algunas consideraciones como las siguientes.
Fueron múltiples los errores cometidos en el largo proceso de construcción de la sociedad socialista en una de las más grandes e importantes islas del Mar Caribe.
Hoy, no pretendo esconderlos y mucho menos justificarlos, porque al igual que las víctimas del régimen cubano , instaurado desde los inicios de los años 60 del siglo pasado, ahí están también los millones de víctimas de las “sociedades democráticas”, aunque a sus presidentes en el mundo occidental, no se les tilde de dictadores.
Tampoco pretendo asumir la defensa de la gestión tan controvertida de Fidel Castro Ruz, ayer y hoy, y lo será mañana, o asumir con tristeza su deceso, como sí la siento en lo más profundo del alma por el absurdo accidente aéreo ocurrido en la noche de este lunes 29 de noviembre en Medellín, en el cual 76 personas perdieron la vida, entre ellas los miembros del equipo de fútbol brasileño Chapecoense y otro importante grupo de periodistas deportivos; sin embargo así es la vida de cruel; paz en sus últimas moradas y Dios de pronta resignación a sus familiares y a quienes sentimos su absurda partida de este mundo.
Mucho menos será mi actitud la de celebrar su muerte, como en actos bochornosos lo están haciendo decenas de sus detractores en América del Norte, desconociendo que en este mundo quedan muchos gobernantes peores que él, que no matan a los adversarios en los abominables pelotones de fusilamiento, sinó en operativos encubiertos, que destruyen a la población a chorros con el hambre, el desempleo, salarios miserables, el analfabetismo, la violencia y otras lacras de las sociedades injustas , las cuales he referenciado en diversas oportunidades anteriores.
Amado por sus seguidores y odiado por sus detractores, al punto que intentaron eliminarlo más de 600 veces, Fidel Castro Ruz ha pasado a la historia planetaria como el líder que logró romper la hegemonía del capitalismo en América, como lo hizo Vladimir Ilich Lenin en Europa con el capitalismo y el feudalismo decadente en pleno siglo XX, como lo hizo Mao Tse Tung en Asia.
Fidel Castro, su ejército revolucionario de la Sierra Maestra y el pueblo cubano, símbolo de la dignidad en el mundo a la par del pueblo vietnamita que derrotó al gobierno de Estados Unidos de América en 1975 , dieron un vuelco a la historia mundial y nos obligaron a estudiar, a nosotros los historiadores escribientes, la historia de América Latina de una forma diferente, a escribirla con el único criterio válido: la verdad sobre la realidad de los hechos, el máximo principio de todo historiador que se respete como tal!
Leamos a continuación, algunos hechos a los cuales nos obligó a reconocer la nueva historia de Cuba:
1 .A considerar la existencia de una nueva formación social, que nacía en “las entrañas del monstruo”: la sociedad socialista, cuya esencia es negar la propiedad privada sobre los medios de producción, esto es sobre las empresas fabriles, la Tierra, los bancos y todo el andamiaje económico de la vida actual de la gran mayoría de las naciones del mundo: la esencia y razón de ser del capitalismo.
2 A observar como se extinguían los latifundios improductivos y se dignificaba la vida de gran parte del campesinado, logro que todavía no consigue una grandísima parte de las naciones de nuestra América, entre estas nuestra amada Colombia.
3 A mirar a la forma sorprendente como disminuía la mortalidad materno infantil al ritmo y nivel de los países del norte.
4 A tener presente la hazaña de erradicar la desnutrición y el analfabetismo, todavía presente en nuestro país que todavía afecta a más de un 8% de nuestros paisanos y universalizar con carácter obligatorio la educación hasta noveno grado.
5 A admirar de la mejor manera, la forma como la salud se convirtió en un bien universal para todos los cubanos sin distingos de clases sociales, a universalizar el deporte y convertirse en una potencia mundial más fuerte aún, que recogía sus grandes fortalezas del pasado.
6 A registrar en mis ensayos de historia la erradicación de la prostitución en más de un 90% y el tráfico de drogas en la isla que era “el fumadero” de los americanos del norte, cuyos “placeres” eran compartidos con los juegos de azar, los habanos tan apreciados en el mundo, el delicioso ron cubano y el goce inmoral de las jovencitas cubanas caídas en la desgracia de la prostitución.
7 A entender que México fue el único país de nuestra América que no doblegó sus rodillas ante la decisión imperialista de USA de expulsar a Cuba de la OEA y mucho menos romper relaciones diplomáticas y acceder al infame bloqueo económico que pretendió derrotar la revolución naciente.
8 A consternar nuestro espíritu ante las carencias que ha vivido el pueblo cubano por el bloqueo referenciado y las restricciones que impusieron los errores políticos que en la dirección económica del país cometió el Estado bajo la orientación de Castro.
9 A sentir uno de los miedos más terribles de mi niñez, cuando desde la radio y la prensa viví las amenazas de una guerra nuclear entre Estados Unidos y Rusia a raíz de la llamada crisis de los misiles rusos en Cuba en 1962.
10 A comparar la Constitución Cubana de 1976 con la Constitución política de Colombia de 1991 y concluir que ambas son las llamadas Constituciones Verdes de América Latina por sus normas protectoras del ambiente, la naturaleza y la sociedad, con una gran diferencia: en la isla las normas se respetan; en Colombia muchas son violadas.
11 A vivir de cerca La Guerra Fría, tan candente en política como las guerras convencionales a raíz del choque de las ideologías entre socialismo y capitalismo.
12 A comprender que el son no se fue de cuba con la revolución como han afirmado muchos detractores de la revolución; la presencia perenne en la isla del Trío Matamoros y de Celina y Reutilio son dos grandes confirmaciones; la existencia de centenares de grupos musicales que cultivan el son es otro gran indicador, al igual como lo es la Nueva Trova cubana, hija legítima de este como lo confirman los testimonios musicales de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés.
CONTINUARA: los errores de Fidel Castro y de la revolución socialista.