Fundación de Cartagena :492 años de ignorancia, alienación y antisimbolismo.
Fundación de Cartagena :492 años de ignorancia, alienación y antisimbolismo.
Para las minorías ilustradas y parte de las mayorías no ilustradas de Cartagena, no es un secreto que los símbolos de una nación encarnan varios de los valores más apreciados por sus habitantes, símbolos que se traducen en obras artísticas, literarias, esculturas, dibujos de plantas y otros seres sintientes.
Sobresalen en el amplio margen anterior, a nivel de la humanidad globalizada, el escudo, la bandera y el himno de la nación. Para nadie es desconocido que las mayorías de colombianos y cartageneros nos llenamos de
orgullo cuando escuchamos los acordes del himno de Colombia o el de nuestra Cartagena de Indias, y cuando ondean nuestras banderas en un espacio determinado, más si lo hacen en el ámbito de nuestros hogares y de la vecindad.
Desde tiempos inmemoriales, las comunidades de La Tierra forjaron parte de su identidad simbolizando la naturaleza, lo cual en nuestro particular caso, alcanzó un alto grado de estimación entre los originarios caribes.
El originario Caribe divinizó la naturaleza: el mar al cual le dieron su nombre, las plantas, las aves como el tucán, los felinos como el jaguar, y los astros.
Sobre esta base construyó sus símbolos identitarios y protectores: los tótems: representaciones de animales y plantas, seres maravillosos y divinizados, facilitadores de un vínculo entre la vida material y espiritual de las comunidades originarias.
Si bien es cierto que estas prácticas se desconocen entre los precaribes de Puerto Hormiga, Monsú, Barlovento y Barú, (años 4000 a.C -1790 a.C), entre los caribes su práctica se mantuvo hasta el siglo XVI cuando se dieron las múltiples invasiones y conquistas que realizó en nuestra tierra el imperio español.
Desde entonces se dio la destrucción de las culturas originarias:
Los dioses amerindios fueron reemplazados por el Dios de los cristianos; los adoratorios fueron reemplazados por las iglesias de los católicos, y en lugar de los tótems se impusieron las estatuillas del santoral católico.
De manera probable, la bandera española empezó a ondear desde los primeros años de la conquista, simbolizando a la par con la cruz y la espada la dominación violenta de los invasores.
Una vez consolidada la colonización y la destrucción de las culturas originarias de Karmairí y sus cercanías, 37 años después:1570, de la llegada de las hordas conquistadoras de Heredia, y otros más, Cartagena de Indias fue declarada ciudad por el rey Felipe II y en 1574 le fue otorgado el escudo a la “muy noble y leal ciudad”.
Desde el primer momento, fue cuando Cartagena de Las Indias se convirtió en ciudad; es escribir hasta 1570, la urbe fue sólo un puerto (Calamar) que servía de trampolín para penetrar al interior de la Nueva Granada y al reino del Perú.
Las colonias referenciadas despertaron, aún más, la codicia de los conquistadores y colonizadores, por la abundancia de metales preciosos, perlas y esmeraldas, entre otros.
Posicionados en las ruinas de Karmairí, españoles y criollos, constructores de una nueva sociedad dominante, hicieron de la bandera y del escudo otorgado por la corona los símbolos patrios de la ahora Cartagena de Las Indias; y usurpando y profanando la significación celestial de la cruz del Mesías la convirtieron también en símbolo de la conquista realizada “a sangre y fuego”.
De esta forma los símbolos de España borraron nuestra identidad, y nuestra cultura; la élite de los criollos, desde el siglo XVI se sintió “hija de la madre patria” y se anquilosó en estos sentimientos y en la alienación filosófica.
Sus descendientes continuaron la tradición de los progenitores hasta principios del siglo XIX, (1811), cuando los criollos revolucionarios ilustrados y las masas populares declararon la independencia absoluta frente al imperio.
De inmediato se enarboló la bandera cuadrilonga que hoy conocemos; el escudo republicano (el de la india) fue oficializado en 1812, en la portada de la Constitución del Estado Soberano (nación)Cartagena de Indias.
Sin embargo, todo desapareció a raíz de la reconquista española, (1815-1819) volviendo a reinar los símbolos del opresor reino de España hasta cuando en 1821 el ejército popular libertador, selló la independencia definitiva de la Nueva Granada.
El 10 de octubre de 1821, después que el ejército popular libertador ingresó a la ciudad, bajo el mando del general José María de Córdova, en el castillo San Felipe se arrió para siempre la bandera de España y se izó para la eternidad de los siglos la bandera cuadrilonga de Cartagena de Indias:un valor y un símbolo sublime de la libertad.
Los españoles, apertrechados en la ciudad, junto con su gobernador fueron expulsados; con este acto se selló la primera independencia de la Nueva Granada, hoy Colombia.
Años después, la élite criolla gobernante, desconociendo las luchas populares y la de sus antecesores, decidieron adoptar como símbolo de la heroica ciudad, el escudo de armas otorgado por la monarquía española.
Presos de la ignorancia, de la alienación, faltos de una identidad cultural propia, pero fieles a sus intereses de clases y el Hispanocentrismo continuaron la tradición hasta la primera década del presente siglo XXI.
Por su parte, no satisfechos con el antisimbolismo patrio, los historiadores de la élite cartagenera, cautivos muchos de ellos de la ignorancia y la alienación, construyeron la historia oficial de la ciudad, falseando los hechos históricos en sus explicaciones, omitiendo la participación de los sectores populares y sublimizando a los héroes de las clases dominantes.
Desconocen, también los aportes de la culturas originarias, (al punto que en sus libros la historia de Cartagena empieza por el mal llamado descubrimiento), desconocen el papel de la economía en los hechos históricos, , y colocan en el altar de la patria a 10 ilustres cartageneros a quienes llamaron mártires.
Una vez más, la élite olvidó que fue el pueblo pobre el artífice de la resistencia ante la reconquista y que las víctimas de esta fueron 10.000 personas, entre luchadores populares y demás miembros de la heroica ciudad.
Más la historia no para ahí y continúa hasta nuestros días del mes de junio del año 2025:
***Desde el 12 de octubre de 1894, para celebrar el descubrimiento de América, donada por el magnate Juan Bautista Mainero, se colocó en el centro de la actual Plaza de La Aduana una colosal estatua de Cristóbal Colón, el primer esclavista de América, junto con sus acompañantes
Se realizó así, la más grande ofensa que jamás se haya hecho a los originarios de nuestro continente:
Rendir tributo a un individuo cuyos actos heroicos desencadenaron la muerte de más de 56 millones de originarios, es una desfachatez, política, social y cultural que por desfortuna, no se ve de manera única en Cartagena, sino, también, en un sinnúmero de poblaciones dirigidas por gobernantes alienados.
***69 años después, bajo el mandato de un ilustre y respetado historiador, gobernador del Departamento de Bolívar, el 20 de enero de 1963 en una antigua rotonda ubicada frente a la actual Torre del Reloj (antes boca del Puente) se erige una monumental estatua al criminal más perverso que ha pisado el suelo cartagenero.
Se trata de Pedro de Heredia Fernández, responsable de arrasar a las tribus de los originarios de los actuales departamentos de Atlántico, Bolívar, Córdoba, Sucre y parte de Antioquia.
Heredia fue acusado por sus congéneres, de cometer, entre otros delitos, “aperrear” a los nativos, quemarlos vivos, cortar labios, orejas, y las tetas de las indias, incendiar poblaciones, asesinar a centenares de amerindios y desfalcar el fisco español.
No obstante el criminal expediente, la estatua del perverso malhechor es trasladada en 1998 a la antigua plaza de Los Esclavos, hoy plaza de Los Coches, mancillando la memoria de los miles de africanos y afrodescendientes esclavizados desde el siglo XVI hasta 1851.
Así se irrespetó también a la población afrodescendiente de la contemporánea Cartagena, cuyos representantes son el 40% de la población actual-
Para el colmo del irrespeto a todos nosotros los cartageneros, el nombre de Heredia lo asignaron las autoridades a un paseo peatonal y un puente, a la avenida central de la ciudad, a un colegio y hasta una urbanización habitada por respetables cartageneros.
Ya en el nivel máximo de la ignorancia, la alienación y la ridiculez, el pasado 1 de junio, las autoridades cartageneras, acompañadas de círculos culturales, políticos y demás hicieron ofrenda floral al vil conquistador.
En términos categóricos, y a manera de síntesis he de manifestar que la gestión de los dirigentes y funcionarios de alto nivel de Cartagena, de las esferas políticas, educativas y culturales, durante extensas décadas de los siglos XIX, XX y XXI, hasta el presente está signado por tres factores de nefasta importancia en nuestra ciudad:
*** Ignorancia crasa de la historia real local y nacional.
*** Ideología obtusa de clase dominante, y/o presos de la dominación ideológica y la alienación
***Hispanocentrismo y vergonzoso sentimentalismo de sentirse hijos de quienes ellos llaman la madre patria: España.
Sin embargo, hubo, en nuestro historial administraciones distritales progresistas: estas, desde los inicios del siglo XXI, rescataron el escudo republicano como símbolo patrio de Cartagena resignificando el valor de la libertad y el repudio al vasallaje de las potencias.
Más no todo es color de rosa: en el año 2015, el atípico alcalde de Cartagena Dionisio Vélez repudia al escudo republicano e instaura de nuevo el escudo del vasallaje: el escudo colonial.
Pero, en un hecho sin precedentes, el Concejo Distrital acuerda que, desde el 15 de agosto del año referenciado hasta la posteridad, el escudo republicano es el símbolo oficial de la ciudad.
En calidad de epílogo insisto:
*** Sobre la necesidad que los gobernantes y funcionarios de la Fantástica Cartagena de Indias deben superar los niveles de ignorancia sobre la historia real de la ciudad.
***Que un día del presente año, el alcalde de la urbe, el Concejo Distrital y/o la dirección del IPCC, en un acto de valentía, se decidan a retirar de sus sitios a las estatuas de los esclavistas Cristóbal Colón, Pedro de Heredia, Blas de Lezo, Pedro Zapata de Mendoza y Sebastián Eslava.
Estas deben ser reubicadas, en el Museo Histórico de Cartagena, acompañadas de una síntesis biográfica real, para que los visitantes al museo conozcan la verdadera vida de quienes esclavizaron a los originarios, africanos y afrodescendientes.
***Que al iniciar el segundo semestre del presente año escolar la Secretaría de Educación Distrital rescate, acompañe y controle la enseñanza de la Cátedra de Historia de Cartagena para dar cumplimiento a un Acuerdo del Concejo del Distrito y a los decretos distritales 0596 de 1990 y 1282 de 1996 expedidos por la propia alcaldía distrital.
***Que el Concejo de Cartagena haga respetar por el poder ejecutivo local, sus mandatos impartidos sobre este tópico desde años atrás.
De esta manera tendríamos jóvenes preparados en los saberes de su historia local, quienes, de seguro, al acceder a las esferas gubernamentales no cometerían los mismos errores de los funcionarios actuales.
Entonces, acompañados de representaciones de los luchadores populares surgirán los monumentos a los líderes de las masas, los cuales ubicados en parques, calles avenidas y paseos peatonales enseñarán que la historia de los pueblos la hacen sus representantes.
Finalmente, los nombres de los opresores y verdugos desaparecerán para dar paso a los apelativos de los hombres y mujeres, luchadores y luchadoras por la libertad, la paz, la ciencia y el bienestar de las mayorías.
Con los afectos de siempre:
UBALDO JOSÉ ELLES QUINTANA.
Patrimonialista. Ambientalista.