Héctor Lavoe, Joe Arroyo y Diomedes Díaz: La Dignidad del Artista.


 

 

Héctor Lavoe, Joe Arroyo y Diomedes Díaz: La Dignidad del Artista. (Primera Parte).

 Ellos en  su mediano peregrinar en la Tierra  fueron tres personas distintas,  en el multicultural  mundo del Caribe, con un  proyecto único de vida: ser artistas cantantes,  es decir emisarios  de la alegría y las tristezas, los amores y desamores, los sueños, las esperanzas y los desencantos, las fidelidades y las infidelidades de millones de seres comunes y corrientes, al igual que este quien escribe las presentes notas.

Por estas cosas de la vida, como decía mi abuelita Ana Hercilia todo un conjunto de coincidencias se teje en torno a ellos  en su relativa mediana existencia:

De orígenes humildes, y expresiones  significativas de las más puras estirpes populares.

Dueños de un sueño único: derrotar con su arte la pobreza social que los excluía de la sociedad de vida digna.

 Convertirse en ídolos populares  de su solar natal: Ponce (Puerto Rico), Cartagena de Indias y La Junta, (corregimiento de San Juan del Cesar, Guajira), el Caribe  Colombiano, Colombia, América Latina y un ámbito amplio de Europa y otros países del mundo.

Dueños  de unas cualidades personales  especiales que fueron  opacadas por  sus desafueros  conductuales en escenarios  privados e incluso ante  el  público que los idolatró.

Ser actores de una vida trágica que los condujo a una muerte temprana, producto de sus errores  los cuales  sirvieron  de base fundamental para que los  detractores y contados guionistas, directores de teatro y cine, libretistas y productores del séptimo arte y televisión, al llevar  la historia de sus vidas  a las expresiones artísticas y a los medios , privilegiarán para divulgar  las facetas negativas de los cantantes, lesionando su dignidad humana y artística.

Se opacó así, la razón del  ser de un artista: su arte, su canto, su delicada y  honrosa  cualidad de inteligencia musical, de convertir en canciones fragmentos de poesía popular  que enardecen y enternecen el alma  de sus fanaticadas, cada vez que oyen, cantan y bailan una o varias de sus canciones exitosas.

Pero la lógica de la crítica enseña  que al artista se le juzga y valora por sus arte y  no por los errores que cometieron en su trágica vida sea  pública o de su completa privacidad que a nadie interesa.

Por ello hoy, sin el ánimo de ocultar  los errores  de la vida pública y  privada de Héctor, Joe Y Diomedes, pero si resuelto a contribuir a rescatar el alto valor de su dignidad  de artistas y evitar que se continúe cometiendo estos garrafales errores, hay que  tallar en piedra de granito esta frase:

“Al artista se le juzga, critica  y valora por las expresiones de su arte y nada más”.

Po r estas razones es conveniente  rechazar las versiones de aquellos medios de comunicación que pusieron en primer plano de las obras teatrales, cine y tv. sus  debilidades humanas- su enfermedad de drogadicción-  olvidándose de lo  valioso y bello de su arte y lo sublime de sus canciones.

 En este orden de ideas me refiero a la obra de teatro:

Quién mató a Héctor Lavoe? De Pablo Cabrera con el productor David Maldonado.

“La producción presentada originalmente por el Puerto Rican Travelling Teather, contó con la actuación estelar del sonero Domingo Quiñones” (América salsa. Biografías…Biografía de Héctor Lavoe.Sept.24. 15).

Sobre esta obra, el connotado  periodista puertorriqueño Jaime Torres Torres expresa:

 “Siempre mencionaré que fue todo lo contrario al Héctor Lavoe que interpretó Domingo Quiñones en   ¿Quién mató a Héctor Lavoe? Que es la caricatura del verdadero Lavoe: auténtico, genuino y original. En la obra nos presentaron un Lavoe encorvado, robotizado, arrebatado, y mal hablado… cuando el fue un hombre de sentimientos muy nobles, no hubo distancias entre el  artista y el ser humano, siempre fue el mismo.

Es triste cuando te encuentras con una obra como esa que explota inmisericordemente la enfermedad y el calvario para llenar una sala de teatro ignorando los antecedentes, las circunstancias sociales y culturales, el drama humano y la personalidad de un ser humano que fue bendecido con un talento y que un día  a los 17 años emigró a la Babel de  hierro y soñando con un futuro mejor y por su generosidad y nobleza e ingenuidad fue devorado por el sistema”!

De igual manera aconteció  con la película : “El Cantante” interpretada por  Marc Anthony y  Jennifer López, tal como lo muestra Cinevista Blog (2007), en esta por demás  extensa cita , cuyos apartes comparto después de ver la película en una tercera oportunidad con ojos más críticos:

“Cuando el proyecto se creó, la producción pensó en realizar un film que celebrara la vida y música de este artista y además revelara su vida no solo como arquitecto de la salsa sino también dentro de su conducta autodestructiva. Esta última intención se cumple a cabalidad, pero la primera al paso del desarrollo de la historia se pierde totalmente. Al final de la cinta lo que te queda es un triste resumen de un Lavoe melancólico, triste, sin coraje casi un antihéroe que para quienes no lo conocieron deja interrogantes y dudas sobre su fama y legado. Hubo en la cinta cierta manía por recrear y ahondar más sobre su pasado oscuro, casi al punto de auto culparlo, regalándole al público una razón escueta y hasta justa de su muerte.

Sin que se quiera desconocer la cruda realidad de este artista, la cinta falla al intentar desmitificar la gran admiración que los fanáticos sienten por él, además desconocer los aspectos positivos por los cuales sigue siendo recordado, que sin duda, debieron ser más fuertes que sus defectos de carácter, para que aún hoy sea tan venerado y seguido por tanta gente incluso de generaciones posteriores.

A parte de ello, el ritmo se me hizo soso, lento y con falta de narrativa. Desconozco hasta que punto se contó con la participación de su público seguidor, pues estos hubiesen sido los mejores guías para descubrir y develar en la película, el lado humano de este súper artista y así reivindicar ambos aspectos.

Yo no imagino una película de Diego Armando Maradona en donde solo se destaque su adicción a las drogas para justificar su condición actual. Esto es algo que no se pensó en la producción definitivamente. Además fueron muy osados al dejar como causa de su muerte el sida, pues es un tema que hasta hoy se sigue debatiendo, como también el hecho no hacer mención alguna de la hija del artista llamada Leslie. Estoy de acuerdo con las palabras que expresó Willie Colón en su página web tras conocer el film: “Los responsables de la película perdieron la oportunidad de hacer algo relevante para la comunidad hispana”.

Por estas extensas razones considero  que es mucho mejor destacar el arte de los intérpretes, resaltar su dignidad de artistas y de seres humanos y considerar quue ninguno   somos  inmunes a los errores y menos los artistas cuyas condiciones de vida son en extremos difíciles, y que en vez de  vivir la morbosidad con  sus equivocaciones y trágica vida  hay que continuar disfrutando lo excelso de su arte,

Por ello, nada mejor que recordar  aquellos momentos inolvidables vividos con las canciones y la música de estos tres maestros empezando  con el “top ten” del “Cantante de los  cantantes”, quiero decir mi selección personal respetando la sabiduría y los gustos de mis lectores y lectoras.

Aquí les dejo mi listado de los  10 petardos de Héctor, por mí seleccionados, cuyos recuerdos evocaré en próxima entrega, al igual que los de Joe y Diomedes:

1.      El Cantante.

2.      Periódico de Ayer.

3.      Panameña.

4.      Canto a Borinquen.

5.      Cheche Colé.

6.      Mi Gente.

7.      El  Día de mi Suerte.

8.      Aguanilé.

9.      Ghana.

10.  Juanito Alimaña.

Así, mientras llega el momento de las evocaciones pensemos: ¿Quien en su vida  no ha tenido un “periódico de ayer”? CONTINUARÁ…

 


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