Héctor Lavoe(Segunda Parte). Joe Arroyo y Diomedes Díaz: La Dignidad.


Héctor Lavoe. (Segunda Parte). Joe Arroyo  y Diomedes Díaz: la Dignidad del Artista.

 

Gran parte de mis mejores momentos de la salsa  los he vivido con  las canciones de Héctor Lavoe “El Cantante de los Cantantes”, sin que hasta la presente hubiese decidido hacer una selección tan estrecha de tan amplio y exitoso repertorio.

Mas hoy, cuando lo intento siento que muchas de las canciones de Héctor se quedan fuera  de mis preferidas seleccionadas dejando   una especie de inconformismo conmigo mismo, un sabor dulce-amargo en mi paladar musical ; sin embargo, me comprometí con el “top ten” y lo prometido es deuda:

Mis encuentros con las canciones de  Lavoe son de vieja data, quiero decir desde 1969 cuando el primer hombre llegó a la luna, cuando apenas llegaba a mis primeros 19 años y Héctor grabó “Cheche Colé”, canción que de acuerdo con los entendidos, recoge fragmentos de un canto infantil africano y una primera versión caribeña, a la cual el Gran Willie Colón le puso música y Héctor la cantó con estas  estrofas, entre otras:

Vamos todos a bailar,

al estilo africano,

y si no sabes bailar,

yo te enseñaré mi hermano.

A ti te gusta la bomba

 y te gusta el baquiné,

Para que goces ahora,

 africano es el bembé.

Cheche colé, que bueno es…

Hoy, después  de 46 años , uno menos de los vividos por Héctor, siento el ritmo pegajoso de la canción y evoco a mi combo de amigos del barrio “Las Delicias” a quienes Cheche Colé servía de  canción de fondo al infaltable juego del “ludo” o parqué como dicen los barranquilleros y los cachacos, sucedido después por “el bate de tapita”, “la bola de caucho” y “la bola de trapo”, esta última para jugar fútbol, la cual introduje en las Delicias y la María, aprovechando mis viajes semanales a la Universidad del Atlántico.

“Cheche  Colé” se convirtió  en banda sonora de estos espacios lúdicos al punto que el afortunado jugador que tiraba un doble seis con los dados  no tenía más expresión musical que esta: la de Héctor:
¡Para Catanga!

Tan impresionante fue el éxito de esta canción que años después  Joe Arroyo la grabó con gran acierto y aceptación popular, al igual que lo haría Tejo Calderón con  Víctor Manuel, en una excelente  grabación.

Dos años después en 1971, con el álbum “La Gran Fuga “Héctor sorprendió a los salseros con otros de sus petardos inolvidables: Panameña

Panameña, panameña

que buena está,

panameña, panameña,

que linda va!

panameña, panameña

vamo’ a bailar, ae, ea

Hoy, 44 años después de este éxito “Panameña” trae a mi mente gratos recuerdos del tío Antonio Carlos, cuando en sus parrandas cantaba, por allá en  la primera mitad de los años 50 esta  joya del folclor latinoamericano:

Panameña, panameña,

panameña vida mía ,

Yo quiero que tú me lleves

 al tambor de la alegría…

 Estos  versos  de la Panameña eran en aquellos pasados tiempos, una especie de la célebre “Guantanamera” del líder de la primera independencia de Cuba: José Martí, nota en cuyo son pegajoso, como en el de la “Panameña” de Héctor, se montaban improvisados versos que se sucedían unos tras otros, de acuerdo con el ingenio y el talento del “cantante” de turno.

Este, generalmente, cantaba animado con muchos tragos  de ron anisado o (anisado simplemente), ron blanco de caña o ñeque muy abundante en esa época y  aunque la Industria Licorera de Bolívar, ubicada en Turbaco( Hoy las antiguas instalaciones son ocupadas por un colegio oficial)  se esforzara por la calidad de sus productos y el resguardo departamental de rentas aumentara su vigilancia, el ñeque se consumía a raudales y de manera pública, pues la abundancia de la caña de azúcar  y la facilidad para construir un alambique se convertían en sus mejores aliados.

Así, rápido e inexorable transcurría el tiempo a  la par que Lavoe sacaba lp.tras lp.  y en uno de estos, de los más sabrosos e inolvidables, Héctor  grabó  en el mismo año (1971): “Asalto Navideño”  en  el cual  apareció  “Canto a Borinquen”, algunas de cuyas estrofas recuerdo todavía:

Borinquen te quiero

porque en ti nací,

y en ti fue que vi,

resplandor primero…

Pero yo te he de cantar

Desde la otra vida,

yo te he de cantar,

 Puerto Rico desde la otra vida…

Canto a Borinquen se convirtió en un himno navideño como años después lo serían las canciones de Joe Arroyo: “Alma Navideña”, “Niño Dios”  y “Mensaje de Navidad” de Diomedes Díaz, las cuales hacen más placenteras las celebraciones de fin de año y ponen presentes las  palabras liberadoras de Jesús El mesías.

Un año después,  en 1972, cuando cumplí mis primeros 22 años ,  en mi condición de delegado de la facultad de educación de la U del Atlántico, viví experiencias maravillosas por el gran Caribe, visitando  Puerto Rico , República Dominicana y Cuba donde entré en contacto con  la santería, quedando realmente impresionado por la espiritualidad  de las prácticas!

Ese mismo año, Héctor grabó otra de sus más hermosas interpretaciones:”Aguanilé”; la fuerza de su canto y la significación de su letra todavía se siente en el recinto que miramos  el vídeo y escuchamos este audio:

Aguanile,

Aguanile,

Santo Dios

Santo fuerte,

Santo Inmortal,

Aguanile, Aguanile, mai mai

Aguanile, Aguanile mai mai…

Interminables son las recordaciones sobre un pasado lejano vivido y cantado al compás de las interpretaciones  del “Cantante de los  Cantantes”, canciones que desde  1973    en la universidad me hicieron soñar que:

 Pronto llegará el día  de mi suerte,

 sé que antes de mi muerte,

 seguro que mi suerte cambiará…

Y de veras que “mi suerte” cambió  de manera positiva al culminar mis estudios universitarios con  el apoyo incondicional  de Dios,  mi familia, mis maestros y maestras,   y mi esfuerzo personal  y luego con el apoyo de mis lectores y lectoras, desde  1984, cuando publiqué mi primer libro sobre  la crisis ambiental de Cartagena,   crisis que lejos de superarse hoy  se incrementa con los nocivos efectos del cambio climático.

Hoy por hoy, mi gusto por “El Día de mi suerte” sigue intacto  por su ritmo pegajoso y por la voz de Héctor,  más no por su letra, y así prefiero cantar  “A mi Dios Todo lo Debo”  interpretado por Joe Arroyo por idénticas  razones y también  por su mensaje positivo y agradecido al contrario del de Héctor: dolido y muy difícil.

Sin embargo,  “este mundo historial” continúa  y de  repente en 1974, en mi imaginación me veo inmerso en un  escenario  artístico de la República de Zaire, en el Estadio Statu Hai de Kinshasa  cantando, quiero  escribir haciendo coros con Cheo Feliciano, Ismael Quintana, Celia  Cruz, e Ismael Miranda, acompañados de la flauta mágica de Johnny Pacheco, el cuatro de Yomo Toro, el piano de Larry Harlow, “los cueros”  de Ray  Barreto,  el intérprete nada más que de “El Negro y Ray” , la guitarra de Santana  y pare de contar.

De pronto, en medio de columnas de humo y luces multicolores aparece la delgada figura  de Héctor Lavoe quien de inmediato pone a gozar a más de 80.000   participantes del gran concierto que ese día presentó la Fannia All Star; presto Héctor soltó uno de sus mejores petardos, tal vez el que más  se identificó  con la gente que lo idolatró e idolatra todavía.

Esa noche, como nunca la voz del cantante sonó más nítida,  melódica, profunda y participativa:

Mi gente ¡ustedes!

Lo más grande este mundo,

siempre me hacen sentir

un orgullo profundo…

Los llamé, ¡vengan conmigo!

no me preguntaron donde,

orgullo tengo de Uds.,

mi gente siempre responde…

Que cante mi gente,

 Laralalalá, que cante mi gente…

 Fue y es una noche eterna,   la  de Zaire, noche  que siempre se repite y continuará repitiéndose, cada vez  que escuchemos de Héctor : “Mi Gente” y cuando en cada momento veamos el vídeo de la Fannia: Live in África; es espectacular e irrepetible en el mundo de las artes musicales!

Luego de  Zaire, el tiempo como es natural y lógico, continuó  su destino inexorable; la vida de Héctor transcurría entre la gloria de sus triunfos públicos y lo duro de su  existencia personal signada por la desventura; más sacando las  fuerzas espirituales que durante muchos años lo sostuvieron como ídolo vivo de la música caribeña, el “Cantante de los Cantantes” grabó otro de sus grandes éxitos.

Desde 1976, cuando Héctor sacó la primera edición de “Periódico de Ayer” siempre tuve la esperanza de preguntarle en persona, el porqué de esas frases tan duras contra las mujeres en varios de los  “soneos”,  de esta canción, hasta cuando en 1986 en una de  sus  varias presentaciones en Barranquilla, una vez que cerró el espectáculo lo abordé diciéndole que si bien era cierto que la canción era muy buena, no había necesidad de esas frases, contra el ser más hermosa de la creación a  lo  cual Héctor respondió: pregúntale al compositor!

Ahora, a 29 años de distancia  recuerdo, no sin cierta dificultad,  dos de las  “páginas”  de uno de los diarios más famosos del cancionero popular del mundo:

Tu amor es un periódico de ayer,

que nadie más procura ya leer,

sensacional cuando salió en la madrugada,

a mediodía noticia ya confirmada

y en la tarde materia olvidada…

En el álbum de mi vida, en un página escondida,

Allí te encontré…

y para qué leer un periódico de ayer?...

 Vistas así las situaciones resulta muy Interesante el símil entre un amor olvidado y un periódico viejo; poético escribiría yo por esas comparaciones que invitan a  meditar de manera seria sobre la vida afectiva con estas preguntas:

¿Cuántos “periódicos de ayer” han existido en nuestras vidas y porqué pasaron  a una página escondida del álbum  de éstas?

¿Dónde se va el amor  cuando sale de tu alma y porqué aquella que un día te pareció la mujer más bella del mundo hoy ya no te parece?

Y, como canta Willie Colón (parodiando la rima  del gran poeta  español Gustavo Adolfo Becker) en Gitana:

¿Cuándo un  amor se muere, sabes chiquilla donde va?

Luego de este fugaz encuentro nunca más volví a encontrarme con Lavoe en persona, pero si siempre con sus inolvidables canciones y de manera especial con  esta que dice así:

Yo soy el cantante,

que hoy han venido a escuchar

lo mejor de mi repertorio,

 a Uds. voy a brindar…

Y nadie pregunta, si sufro, si lloro,

Si tengo una pena, que hiere muy hondo!

Es “El cantante”,  la pieza que Rubén Blades compuso de manera especial para que la cantara Héctor, la que tal vez  mejor refleja la vida del puertorriqueño, llena de efímeras alegrías y de hondas penas.

 Pero también puede ser la de muchos de nosotros  amantes de la escritura  y las historias musicales; es una de las muchas canciones que encumbró  a Lavoe, por su letra por su melodía:

una hermosa sinfonía, uno de los mejores conciertos, hecho una sola canción de la salsa, que ratificó la dignidad del arte del “Cantante de los Cantantes”, la canción que manda  a la basura la obra de teatro y la película que sin lograrlo pretendieron mancillar la vida   y la dignidad del artista!

¡Paz en  la  tumba de Héctor y gloria eterna a su dignísimo arte convertido  en  canciones que alegraron y alegran   aún  a miles de miles de habitantes de este mundo terrenal!


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