Ismael Rivera y Rafael Cortijo: Nacidos para Crear La Música del Caribe.
Rememorar 50 Ó 60 años, después aquellas canciones que llegaron al alma en su justo momento y cuyas melodías todavía resuenan plenas en los espacios más recónditos del espíritu, es una experiencia inolvidable que vivimos los melómanos empedernidos…
Se trata de un conjunto de percepciones y sensaciones que sólo se experimentan cuando estás frente a las playas del Mar Caribe y sientes que las brisas saladas de este acarician tu cuerpo entero, a la par que sientes el susurro de las olas que revientan a tus pies, en una sinfonía eterna, de nunca acabar, que te transporta a otra dimensión, más allá de la terrenal
Son las experiencias que se viven solamente cuando escuchas las canciones convertidas en Bombas, plenas, calipsos y sones, hoy con un agradable sabor a salsa, aunque ligeramente diferente a esta, las tres primeras, pero que también encarnan y son en esencia esta última, aunque parezca mentira y un juego vacío de palabras…son las canciones de Ismael Rivera Y Rafael Cortijo; son las canciones del Sonero Mayor, con Cortijo Y Su Combo; es la música de Maelo con Sus Cachimbos.
Se trata de dos amigos nacidos en las más finas entrañas del pueblo Boricua a quienes Dios le concedió el don de ejecutar con maestría la percusión con múltiples instrumentos y de cantar con una voz espectacular la música sabrosa del Caribe, convertida en ejemplo para los soneros del ayer y del incierto presente.
Se trata de un par de hermanos por el afecto por la música, un dúo de compadres nacidos para crear la música del Caribe desde Borinquen para los isleños, que muy poco creían en ellos al principio; después para la gente del Caribe y luego para los salseros y pueblos del mundo que los convirtieron en sus ídolos populares desde los años 50 del siglo XX, hasta 20 y más de 30 años después…y hasta hoy …cuando han pasado más de 50 ó 60 años, la cifra exacta no interesa …y hasta siempre.
Hoy cuando Ismael Rivera y Rafael Cortijo partieron al cielo de los artistas, que es un piso del cielo de los hombres buenos, mi mente de adulto mayor, recuerda con nitidez aquellas canciones de Cortijo y Su Combo con la voz líder de Ismael Rivera que disfruté de niño, adolescente, joven y adulto maduro, que sonaban en los bares de mala muerte ubicados a la entrada del Barrio La Esperanza.
Este era el sitio obligado para llegar a la Calle Leandro Cuberos Niño bautizado así, en honor a este general de la Guerra de los Mil Días (1902) y político liberal de inicios del siglo XX.
Allí, en esa zona que comenzaba a poblarse de manera rauda, con invasiones y compra-venta legal de terrenos, penetrando cada vez más en las playas de la Ciénaga de La Virgen residían familiares y amigos de mi abuelita Ana Hercilia, de quien desde niño, fui su compañero inseparable!
En esa segunda mitad de la década del 50 e inicios de la primera del 60, cuando todavía no existía la Avenida Pedro de Heredia construida desde 1962 por el gobernador Rafael Vergara y sólo estaba el antiguo paso del ferrocarril Cartagena-Calamar convertido en un carril asfaltado para los vehículos automotores con conductores expertos en sortear huecos, la entrada al barrio era horrible.
La suciedad reinante era la dueña del ambiente y la entrada estaba rodeada de ventas de artículos comestibles, carbón vegetal en sacos y latas y atravesada por un maloliente caño que venía de la Ciénaga de Las Quintas, repleto de basuras, muestra de las negativas condiciones ambientales de la época, generalizadas en Cartagena, cuando el alcantarillado era sólo una expectativa.
Desde ese espacio sonaba el Tuntuneco…Tuntuneco,
que bien que baila el muñeco…
Luego se escuchaba la canción dedicada a la mujer que tenía…
la cara como una pantera
y el cuerpo como una nevera : Severa.
y finalmente:
El Negro Bembón:
Mataron el negro bembón,
Mataron al negro bembón,
hoy se llora noche y día,
Porque al negrito bembón,
todo el mundo lo quería …
Después, mi otra fuente del sonido portorriqueño, fueron los buses de Bosque, cuyo turno en los años 50 y 60, estaba donde hoy queda Postobón como he afirmado en otras oportunidades.
Era una fuente móvil cuyo radio sintonizaba a las dos emisoras de la época: Radio Vigía del circuito Radial ABC, y Emisoras Fuentes, la más potente de la región en ese entonces, radiodifusoras también de la música de la Orquesta Aragón, pionera entre otras agrupaciones, del son cubano y el chachachá.
Allí en ese espacio móvil, recuerdo como si fuera ayer, las notas de “Quítate de la vía” Perico…
que ahí viene el tren…
y luego no vaya a decir ,
que a ti no te lo advirtieron,
y luego no vaya a decir ,
que a ti no te lo advirtieron…
El ritmo de la canción, además de causar el goce entre los pasajeros les hacía soltar carcajadas y comentarios chistosos ante la suerte de Perico que era sordo y no oyó el tren.
Intactos están aún también mis recuerdos de Maelo y Cortijo en uno de los enclaves de la música antillana durante los años 60 y70 en Cartagena: El Barrio Las Delicias en La Esperanza:
Allí, con ese sabor a Mar Caribe sonaban:
María Conchita… Baila este ritmo María Conchita,
baila este ritmo muy pegajoso…
oye, bailaló, bailaló…
María Teresa… María Teresa oye
la voz que te está llamando…
Ahora yo quiero que tú vaciles
esta rica bomba,
que Puerto Rico la está bailando…
Juan José… Juan José,
pasé por tu casa y te llamé,
Juan José como no me oíste te grité…
De esta manera, con el paso de los años entre los años 60 y 70, el pentagrama de mi vida tenía tres ejes estratégicos: El pié dela Popa con la Normal de Varones donde estudiaba, Las Delicias de la Esperanza y lo que después se llamaría Los Alpes.
Aquí, frente a lo que hoy es la estación de Servicios El Amparo, mi papá Rafael, luego de trabajar como obrero en la construcción del Barrio Blas de Lezo, iniciada desde el 17 de febrero de 1960 y terminada varios años después, mantenía un kiosco de ventas de refrescos y comidas compradas por los choferes de la ahora ruta Bosque –Blas de Lezo, cuyo turno se había trasladado hasta ese lugar por la aparición del nuevo barrio.
Pese a ello, el Bosque seguía siendo eso: un bosque con miles de árboles y arbustos .La Fábrica de Licores de Bolívar había hecho su aparición al igual que la Fábrica de productos Lemaitre, quedando todavía grandes extensiones de bosques; San Isidro y Ceballos comenzaban a tomarse los playones; La urbanización Los Corales, era todavía la antigua finca de Mainero; el Nuevo Bosque no existía, al igual que los barrios circunvecinos, como tampoco existía la Urbanización Bahía y el INEM
Pero la buena música continuaba apareciendo y…”Maquinolandera” con su ritmo pegajoso y por demás delicioso se convirtió en la favorita de los conductores, en su refrán preferido, cuando se trataba de acelerar la velocidad del bus y darle maquinolandera!...
Chuma la candela, maquino landera
Chuma la candela, maquino landera
Oh, oh, maquinolandera
Oh, oh maquinito landera, se formó la choricera,
Y yo me llevo a Chabela, maquino landera…
Por otra parte “El Chivo de la Campana” está ligado a la historia antigua del Barrio Blas de Lezo; aquí desde muchos años atrás estuvo la Tienda de ese nombre inspirada en la canción de Cortijo y Maelo.
Hoy la recuerdo, cuando varias veces a la semana me tocaba atravesar a toda máquina la extensa zona enmontada entre Blas de Lezo y el futuro barrio Los Alpes, pues la urbanización San Pedro del ICT no existía todavía; raudo debía llegar al “Chivo de La Campana” a comprar la panela para preparar el guarapo que en el kiosco se vendía.
Era una deliciosa bebida preparada con agua, hielo, limón y panela, un refresco que ya desapareció hasta de nuestros imaginarios, con la llegada de los jugos de frutas y limonada de los vendedores ambulantes.
Ahora, en este momento resuenan los acordes del Chivo:
El otro día por la mañana,
fui a visitar a tu hermana,
y los vecinos gritaban:
suelten al chivo de la campana,
suelten al chivo de la campana…
De esta manera, entre espinas y rosas la vida continuaba: Cortijo con Ismael llevaron la bomba y la plena portorriqueña a los salones más pupis de puerto Rico, rompiendo las barreras étnicas y sociales de la época; luego internacionalizaron estos ritmos populares de Puertorro y alternaron con los grandes de ese tiempo: Pérez Prado, Tito Rodríguez, Tito Puente, Machito y otros famosos.
Nelson Pinedo, el barranquillero grande de la Sonora Matancera y “El Guapo de la Canción” Rolando La Serie cantaron y grabaron con Cortijo y Su Combo, enriqueciendo el cancionero popular del Caribe, mientras que el mundo continuaba su marcha y el destino hacía su parte: La crisis que vivió el Combo de Cortijo permitió que Rafael Ithier fundara el extraordinario Gran Combo y que Roberto Roena, se convirtiera después en otro de los grandes músicos del Caribe nuestro.
Allá en Las Delicias mis hermanas y primas continuaban bailando y cantando María Conchita, Besitos de Coco, Palo que tú das, Chongoló, Oriza, Déjalo que Suba, El Yoyo, Yo Soy Del campo, Calipso, Bomba y Plena, Volaré, De Colores, Traigo de Todo, Sale el Sol, La Perla, Agua que Va a Caer, Con la Punta del Pié, Son Sonero y pare de contar… pero tenga presente que este dúo grabó más de 17 discos de larga duración.
Fue en ese tiempo también que me encontré con la canción hecha poesía de los portorriqueños: “Perfume de Rosas”… cuya historia es otra historia de amores bellos, cálidas pasiones y olvidos que el tiempo no puede dejar de recordar, como diría un poeta extraviado en una noche de luna en las playas de Marbella o Taganga.
Después Ismael y Cortijo se separaron y apareció: Ismael Rivera y Sus Cachimbos para continuar cantando. Pero todo no sería igual. CONTINUARÁ…