La Música de Navidad y Año Nuevo…Sólo Para Recordar. (1).


La Música de Navidad y Año Nuevo…Sólo Para Recordar. (1).
Después de más de seis décadas de escuchar música, desde el vientre materno, hasta nuestros días, no es fácil recordar el nombre del torrente de géneros , ritmos, melodías y canciones que se han sucedido a lo extenso de 67 navidades, tratando siempre de vivir el espíritu de la celebración del nacimiento de Jesús El Mesías, el hombre quien con sus palabras y obras transformó el mundo de la esclavitud, en un mundo de libertad , predicando la igualdad de los humanos ante los demás y su padre Nuestro Dios.
Hoy, como los de todos nuestros contemporáneos, mis recuerdos retroceden a la primera infancia, cuando en las novenas de aguinaldo aprendimos y cantamos villancicos, con la inocencia y la ilusión que solo tenemos cuando niños y que luego se llevan los caminos de la vida.
Llama la atención el hecho que los villancicos, populares desde el siglo XIII tienen parecido con el origen del vallenato del Caribe colombiano, géneros interpretados por campesinos y practicantes de otros oficios, alegrando fiestas y narrando los últimos y más sobresalientes sucesos de la vida cotidiana, al estilo de aquel entonces de los villanos, es decir, de los habitantes de las villas o ciudades de la edad media europea.
Sin embargo, por esas evoluciones que los humanos le imprimimos a nuestros actos culturales, los villancicos, en el siglo XV, terminan convertidos en canciones de navidad y bajo ese sello llegan a nuestra América, llenando de ternura, ilusión y afecto el corazón de grandes y chicos hacia la Sagrada Familia que todos conocemos, a través de las escrituras, las leyendas y las tradiciones familiares.
Ahora, en esta navidad 2017, (8 de diciembre) cuando las tormentas eléctricas y las lluvias torrenciales de más de dos horas de duración, retrasan la llegada de los vientos Alisios, esos que le dan “ese no se que” ambiental al último mes del año en el Gran Caribe, la niñez vuelve a mi alma cuando escucho las melodías de Campana sobre Campana…la canción más hermosa de navidad, a mi gusto: Noche de Paz,& MI burrito sabanero& Los Pastores de Belén, a La Nanita Nana &Tutaina y… pare de cantar.
Después, cuando el tiempo inexorable nos condujo a la niñez física y psicológica llegó a las fiestas de fin de año de nuestros hogares, la música de la Zona Bananera: la inolvidable “Víspera de Año Nuevo”, del también inolvidable Guillermo Buitrago (1920-1949) el cienaguero espectacular que se convirtió en uno de los primeros músicos que popularizó los cantos de Rafael Escalona en nuestro país.
En este momento, cuando escucho por Delfín Stereo.com de Ciénaga, la emisora de mi amigo escritor y poeta: Delfín, este “petardo” inmortal como el tiempo, recuerdo con gran facilidad alguno de sus versos:
La víspera de año nuevo,
estando la noche serena,
mi familia quedó con duelo,
yo gozando a mi morena…
Te vengo a felicitar con el cuerpo y con el alma,
año nuevo lo quiero pasar
contigo allá en la sabana…
Mi mente vuela rauda a esos viejos recuerdos evocando la presencia de mi padre y mis tíos quienes partieron para siempre hacia el cielo de los hombres buenos, y vuelvo a verlos llenos de alegría, cantando y gozando también, la Araña Picúa, El Huerfanito, Grito Vagabundo y otras bellas melodías de los años viejos cuando el vallenato se cantaba con guitarras, caja y guacharaca.
Luego vino la adolescencia, y con ella la novia ausente de ese Domingo 24, que Lisandro Mesa inmortalizó y que en este 2017 se repite después de no sé cuántos años atrás, cuando en la década de los 60 se convirtió en un himno de nosotros “los pelaos enamoraos” y tristes porque la joven amada se fue a pasar navidad y año nuevo a las sabanas, la tierra de sus padres.
Aun cuando la nostalgia pasó, todavía quedan en mi mente fragmentos de esta bella inspiración:
Ya llegó diciembre, la fiesta del mundo,
a unos trae alegría y a
otros llanto sin cesar…
Pero yo tan triste
que no tengo a nadie,
solamente a ella, pero no se encuentra aquí,
la tienen sus padres
allá en la sabana,
Sabrá mi Dios, si se acordará de mí.
Navidad, navidad, navidad
si yo lloro déjenme llorar…
Con la llegada de la juventud, en la década de los años 70 mi vocación de melómano quedo definida de manera total: La Universidad del Atlántico marcó para siempre mi vida a la par de la música navideña de la orquesta Billos’Caracas Boys y de Ricardo Ray y Bobby Cruz.
De manera afortunada, mi papá Rafael Enrique me enseñó a “llorar por dentro” pues mi alma se entristecía formando un torrente interno de lágrimas al escuchar: “Triste Navidad” en las voces de Memo Morales y Cheo García (segunda voz), pues las estrofas más tristes repiqueteaban en mi mente cada tarde que llegaba a cenar al restaurante del Champion.
Este, un bacán cartagenero que se había afincado en la acogedora Curramba La Bella, insensible, y sin piedad ninguna, en un ritual cotidiano de diciembre, ponía a sonar todo completo el LP “Fin de año con Billos” (versión 1965) y así después de: Año Nuevo, Navidad Negra y Lindo Año Nuevo sonaba para mi tormento: Triste Navidad:
Ay, que triste navidad,
voy a pasar sin ti,
Solito aquí en mi hogar
y tú lejos de mí…
En realidad, era yo el ausente pues los estudios en Barranquilla, nos mantenían ocupados a los cartageneros hasta fin de año; y mientras los barranquilleros derrochaban alegría y fiestas por doquier, la noche de las velitas de la inmaculada Concepción, con las Cuatro Fiestas(1965) del Maestro Adolfo Echeverría y todo el repertorio decembrino del Gran Aníbal Velásquez,nosotros los de Cartagena, sólo deseábamos volver al Corralito de piedra para encontrar a la familia y a la novia que tanto goce espiritual y corporal, bridaba y yo retribuía con amplia generosidad de enamorado. CONTINUARÁ…
Con los afectos de siempre:
uellesq@hotmail.com