Las Mujeres en el Bembé de su Salsa 2: Evocando a las Soneras de Ayer y Hoy.
En la década de los 60, cuando mi niñez el último y apresurado adiós, en una de esas tardes, cuando la brisa amiga bajaba del Cerro de La Popa escuché un bolero inmortal de Tito Rodríguez, uno de cuyos versos dice que:
En la vida hay amores que nunca pueden olvidarse,
Imborrables momentos guarda el corazón…
Hoy, tal vez después de más de 50 años, continúo convencido de la verdad de este canto, el cual parodiándolo, me lleva a considerar que al igual que los amores, existen canciones que nunca pueden olvidarse, que se guardan para siempre en el alma y la mente, acompañadas de las figuras de las féminas que las interpretaron y cautivaron nuestro ser.
Me refiero, por supuesto en esta línea a Celia Cruz, a quien comencé a escuchar en mi primera infancia cuando en todo el Caribe, en 1956, sonaba Juancito Trucupey canción que ponía bailar a toda mi familia en las fiestas frecuentes que realizaban en Turbaco.
Luego, dos años después, Celia nos sorprendió con su “Rock and roll” y de inmediato puso a bailar y a cantar a las muchachas de entonces, entre esas: mí hermana Alba y mis primas y a cantar a mi hermano y yo:
El mambo hizo furor en Nueva York,
Pero el chachachá lo derrotó.
Ahora un nuevo ritmo apareció:
Es el inquietante rock and roll…
Aquellos son momentos que imborrables se guardan por su carácter grato en aquellos lejanos tiempos, cuando la alegría inigualable y siempre abundante, derrotaba las estrecheces de la pobreza material, cuando las fuentes originales de la cultura dependían de la familia, la escuela, la radio y el cine, en su condición , los dos últimos, de medios dominantes de la comunicación.
Fue la voz de Celia, quien nos condujo a la música también hermosa, de la cubana La Lupe(1939-1992), cuyas canciones sólo vine a escuchar el pasado 2015, a través de una mediocre biografía televisada de La Guarachera de Cuba a pesar de la grandeza de su genio como la más grande sonera de la historia de la humanidad.
Después, iniciándose la década de los 60, me encontré disfrutando los “Camarones” y “La Mecedora” de la Reina de la Tamborera: la panameña Silvia de Grasse (1921-1978), la cual con su conjunto dio un nuevo sabor al tamborito panameño fusionándolo con el son cubano, mezcla que puso a gozar a miles de caribeños también con “Chupando Caramelo”, advirtiendo inicialmente con sus Camarones a las chicas desprevenidas:
…Muchacha si vas al río,
siempre lleva compañía,
no te pase lo que a Rosa,
lo que a tu prima María…
Camarones…
Inexorable, el paso del tiempo con mis años a cuestas, y rebasando los límites de la política de la revolución socialista de cuba, (1959-2016) la música de Celina González (con Reutilio) llegó a nuestra Cartagena de Indias con “A Santa Bárbara”, su primer éxito grabado en 1947 y por supuesto, ingresó remasterizado en la primera mitad de la década de los 70 del siglo pasado, en mis primeros “veintypico” de años.
Con Santa Bárbara llegaron muchos más éxitos que se bailaban, cantaban y se oían en Las Delicias de La Esperanza, un baluarte de la salsa en Cartagena; estos, entre otros, eran: Pedacito de mi vida, Me tenían amarrao’ con P/, Yo Soy el Punto Cubano/, A la Caridad del Cobre y pare de contar con estos versos:
No puede vivir sin ti
mí angustiado corazón…
todita la noche
me la paso en vela, mi amor
por ti llorando, y por ti sufriendo…
A la leyenda viva de Doña Omara Portuondo: “La Diva del Buenavista Social Club”(que lo dice todo) debo el quedar cautivo desde hace muchísimos años de uno de los boleros más hermosos del mundo entero: Siboney
Siboney, yo te quiero, yo me muero por tú amor.
Siboney, al arrullo de la palma, pienso en ti.
Ven a mí que te quiero y de todo tesoro, eres tú para mí.
Siboney, al arrullo de las palmas pienso en ti…
Ahora, cuando sólo Dios sabe cuántos años han pasado, recuerdo con nostalgia aquellos momentos, cuando solitario en las playas del Mar Caribe, cantaba esta segunda estrofa añorando la presencia de la novia ausente y contrariada.
Hoy, buscando en mi bella colección de salsa, encontré una joya inolvidable de Omara: Échale Salsita, la cual ha interpretado también el Septeto Nacional del inmortal Ignacio Piñeiro:
…La voz de aquel que pregonaba así:
échale salsita/ échale salsita/ échale salsita…
lo que te dé la gana/ .Échale salsita…
Mirando también en el retrovisor de mi pasado, me encontré luego con otras de las canciones que más me han fascinado en la vida, interpretadas por una de las mujeres que aún ansío conocer, para descubrir el secreto de esa voz maravillosa que enamora y me ayudó a enamorar en los primeros años de mi juventud.
Nadie más podría ser sino La Bonita Tania de Venezuela, La Inimitable, como dice el título de uno de sus LP de acetato.
En mi alma está grabada la melodía y los versos de sus primeras canciones desde el año 1973, entre estas:
Playas de Mi Tierra y Regresa Corazón, Enamorada, Sólo Quiero Ser… y hasta aquí los recuerdos de los 70, para evocar los de los años 80 con la compañía de Andy Montañez, cantando De que Callada Manera de Pablo Milanés y del Gran Maestro Hugo Blanco, interpretando Calla Corazón.
Más también esos recuerdos abarcan las interpretaciones de canciones clásicas, de esas que una vez, interpretaron Rocío Durcal y Juan Gabriel tales como: Jamás te Dejaré y Te juro que no Volveré, las cuales recogen con sus versos las situaciones contradictorias de la vida, esas que con toda seguridad hemos vivido millones de hombres y mujeres de Latinoamérica.
Quizás, la fórmula mágica de las canciones de Tania para cautivar el alma de millones de nosotros es el encanto de su voz, la fusión del son cubano con la cumbia nuestra y las notas mágicas de los violines y acordeones que le acompañan y que siempre nos invitan a cantar, una como estas:
Regresa Corazón,
mira que te quiero,
vuelve pronto mi amor,
Que sin ti yo muero…
Regresa mi amor, mira que te quiero…
CONTINUARÁ… Con otras Soneras de Ayer y Hoy. uellesq@hotmail.com