Mis Encuentros con Guachi Meléndez: “El Salsero Mayor de Cartagena” y “ Vale” del Joe Arroyo.
(Parte Final).
Desde el 1981 y durante 25 años más, mis encuentros con “El Guachi” Meléndez fueron constantes, producto de su vinculación con la “Orquesta La Verdad grabando” más de 10 LP. y/o cd. de los cuales aún conservo tres de aquellos, que hacen evocar a Víctor los viejos tiempos con El Joe, Cuando este cantaba en el cabaret “El Príncipe” de la zona de tolerancia de Tesca y él lo hacía en el “Club Verde” con los”Seven del Swing” de Hugo Alandete.
Por razones del destino, “El Guachi” dejó aquel sitio destinado al desborde de las pasiones del cuerpo, el despecho, el licor, la buena música popular como era el bolero, la salsa y” el sonido cartagenero”; igual hizo con el el grupo musical del Sonero Mayor de Cartagena: Hugo Alandete (qepd) y pasa a la Orquesta de Mincho Anaya, la cual amenizaba las noches del antiguo Hotel Americano en Boca Grande.
Cada LP. en acetato o cada disco compacto lleva el sello inigualable de la voz del Salsero en los coros; sin embargo, más impactantes son los videos, en los cuales el artista muestra sus mejores dotes de bailarín experto, corista consumado y ejecutor de las maracas, como casi nadie en el mundo de la salsa lo hace.
Así, mis recuerdos se remontaron al año 1996, cuando el Guachi grabó con Joe Arroyo y La Verdad el vídeo de “Falta La Plata”; de inmediato vino a mi mente aquella noche de fantasía de la segunda mitad de los años 50 del siglo pasado, también, cuando Crescencio Camacho y su Orquesta en vivo, amenizaba la fiesta de matrimonio de la hija de una vecina en la calle Real de Turbaco, dramatizando con uno de sus músicos este clásico de la historia musical del Caribe colombiano.
Víctor y Joe en aquella primera fecha interpretaron uno de sus mejores audios y videos, mostrando su gran calidad de cantantes e intérpretes de una pieza musical, con una coreografía espectacular, en un sitio que durante muchos años fue una vergüenza para Barranquilla como lo era el mercado público, y hoy es una buena muestra del rescate ambiental de un socio ecosistema del Río Grande de La Magdalena ( El Caño de la Ahuyama), que sin prisa alguna busca entregar sus aguas al Mar Caribe en las Bocas de Cenizas.
Aún resuenan en mis oídos, las voces convertidas en trío en mi delirante imaginación, del Maestro Crescencio Camacho, El Guachi Meléndez y del Joe, interpretando estas estrofas:
Cuando voy por el mercado,
veo muchachas tan hermosas,
que compiten con las rosas,
sus perfumes y fragancias.
Tú vistes con elegancia
pero nada puedes hacer,
a ti te falta la plata,
para poderlas tener…
Soy Víctor Guachi Meléndez,
un hombre muy popular,
como sufren las mujeres
cuando me oyen cantar…
Con posterioridad, mis encuentros siguientes con el “Salsero Mayor” de Cartagena ocurrieron en un sitio muy especial: la tarima de mi Institución Educativa Fernando de La Vega en dos espaciadas veladas celebrando, e integrándonos con nuestras madres y padres de familia en las llamadas “noches románticas” de final de año, de las anualidades 2012 y 2013 , en las cuales cantamos a dúo hasta la saciedad, evocando los tiempos de gloria del Guachi, evocando las canciones inolvidables del Joe Arroyo, en las cuales quedó grabada para siempre la magnífica voz de nuestro amigo Víctor.
Emocionante es también recordar la canción y el vídeo de “Buscándote” con la voz líder del Guachi acompañado de la Orquesta “La Verdad”; escuchar esta canción es recordar lo que la mente se niega a olvidar a: aquella mujer que un día se marchó por circunstancias de la “Maestra Vida” y por ello recuerdo con el cantante:
Buscando vivo mi prenda amada,
estoy intranquilo, no sé que hacer…
Pero de inmediato llega el consejo sensato del amigo:
“Déjala vagar, no la busques más,
Déjala vagar, el mundo,
Ya se cansará”…
Y así lo que pudo convertirse en un segundo error, quedó truncado para siempre; ella de manera desafortunada siguió su mal destino y este le pagó con creces… a veces la vida es así y nada podemos hacer por cambiarla; cambiar oro por cobre, siempre ha sido un mal negocio, como dicen las canciones mejicanas de Pedro Infante, José Alfredo Jiménez, Tony Aguilar, Cuco Sánchez y… no sigamos más adelante.
Raudo pasa el tiempo y Víctor decide incursionar en el programa de tv. “La Voz Colombia” impresionando al 75% del jurado en su primera audición; Ricardo Montaner fue el primero de ellos en decir: “Quiero oír tu voz”. Luego continuó Carlos Vives y al final Fanny Lú; Andrés Cepeda no se dio por aludido y Montaner no pudo contener su emoción y presuroso pasó a felicitar con un fuerte abrazo al Guachi, cumpliéndose el viejo adagio que “Nadie es profeta en su tierra” pues el venezolano fue quien más aprecio demostró por el canto del cartagenero.
Hoy, Cuando miro el video de la audición y escucho al Guachi cantando Las 40, aquella noche del nueve de octubre del 2012, creo reconocer en nuestro artista la gracia y el don del “Guapo de la Canción” Rolando La Serie, uno de los primeros y grandes intérpretes de este poema popular que recorrió el mundo en la década de los 60 del siglo pasado, a ritmo de bolero y de tango en 1955, interpretado por Charlo
Ahora al lado del Guachi en mi oficina tarareo con él, algunas partes de Las 40:
Aprendí todo lo bueno,
aprendí todo lo malo,
se del beso que se compra,
se del beso que se da,
del amigo que es amigo,
siempre y cuando le convenga,
y sé que con mucha plata,
uno vale mucho más…
Es después de estos instantes cuando “El Salsero Mayor de Cartagena”, decide contar sus peripecias en el concurso, señalando que en un inicio seleccionó a Andrés Cepeda como su entrenador, pero este no pudo serlo, porque no mostró interés por su voz.
Por ello su opción fue la de Carlos Vives. Pero… error fatal. “Mejor hubiese seleccionado como entrenador a Ricardo Montaner, por su trayectoria internacional”, dice El Guachi, “pero escogí a Vives por ser compatriota y él tenía en el equipo aun amigo: el gran folclorista Nicoyembe”.
“Espectacular fue mi “batalla” contra Nicoyembe, confiesa Víctor;” en esa audición del miércoles 24 de octubre ambos la dimos toda, con una extraordinaria coreografía”.
Pero el destino tenía sus cartas marcadas ya: “Carlos escogió a su amigo Nicoyembe, artista de gran trayectoria, al igual que mi persona, pero yo quedé eliminado, a pesar de mis méritos”.
Tal parece, escribo yo, y meditando en voz alta, que en estos concursos de tv. como en algunas versiones del concurso de “Señorita Cartagena”, el jurado escoge a la persona que menos méritos demuestra y eso fue exactamente lo que hizo Carlos Vives.
Más a pesar de esto, el video de “Se paró la moto” es espectacular y demuestra las cualidades extraordinarias del Guachi como bailador e intérprete de música popular:
Yo me fui con mi mujer,
con mi mujer en la moto,
y no sé lo que pasó, que la moto se paró.
Al ver que no arrancaba,
la empujaba un poco más,
Y mi mujer me decía:
Empújala, empújala,
empújala un poco más…
Después de esta experiencia el Guachi volvió a la cotidianidad cartagenera y a hacer lo que mejor sabe hacer: cantar y bailar salsa y música tropical, como muy pocos saben hacerlo en este país.
Hoy, cuando conversamos sobre Joe Arroyo, no duda en confesar su admiración por él como artista y los afectos que siempre tendrá:”Joe más que un amigo fue y será mi hermano del alma y siempre lo recordaré como tal”.
Por ello, dice Víctor: “a menudo frecuento a La Troja en Barranquilla, donde ocasionalmente canto con La Nómina del Pin, me relaciono con Wilson Saoco y Chelito De Castro, parte de nuestro combo de amigos más allegado a Álvaro José”.
Hoy El Guachi continúa su debut en la vida amenizando celebraciones familiares y eventos culturales de carácter local y regional, y de manera permanente , en las noches cartageneras alegra la vida de los visitantes en el “Bar El Coro” del Hotel Santa Clara con su Cuarteto: “El Son del Guachi”.
Así mismo disfruta de la vida con sus tres hijos, y de manera especial con Víctor Jr. egresado dela Universidad de Bellas Artes y pianista de su grupo musical.
La humildad de quien en el acetato y en el acrílico de los discos de larga duración (Lp.) o compactos es el corista de uno de los grupos musicales más famosos e importantes de Colombia, es algo que sale a flote desde el primer segundo del encuentro con “El salsero Mayor de Cartagena”; pero más allá de ello está el artista a quien Cartagena, Colombia y el Caribe Grande le debe un gran reconocimiento que sobrepase el puro simbolismo y pueda llegar hasta la edición de sus obras como solista y por supuesto con sus mejores interpretaciones con el gran Joe.
Ahora, cuando el veranillo de San Juan sufre los embates del fenómeno del Niño, acompañado de los efectos nocivos del cambio climático, alejando con su fuerza devastadora los frescos y amigables vientos Alisios del Caribe, me imagino cantando “F alta la Plata” en un mano a mano con El Guachi:
Soy Víctor Guachi Meléndez,
un hombre muy popular,
como sufren las mujeres,
cuando me oyen cantar.
Y yo soy Ubaldo Elles,
el hombre del corazón de oro,
no hago sufrir las mujeres,
Pero por ellas tampoco lloro.
Finalmente, para cerrar esta historia de ficción y de realidad, en un 99.9%, como diría David Sánchez Juliao, es válido también cantar junto con Víctor “Rebelión”, acompañados del Joe Arroyo, evocando aquellos momentos inmortales del cancionero popular del mundo, en calidad de homenaje a nuestros artistas y de defensa del ser más hermoso de la creación como lo es, la mujer:
En los años 1600,
Cuando el tirano mandó,
las calles de Cartagena,
aquella historia vivió.
Cuando aquí, llegaban esos negreros:
africanos en cadena,
llenaban mi tierra,
de esclavitud perpetua.
De esclavitud perpetua,
de esclavitud perpetua…
Oye men:
no le pegue a la negra,
No le pegue a la negra…
Sin embargo, “en este mundo historial” es conveniente recordar también que el racismo sigue vigente, acompañada de la discriminación social más absurda del mundo moderno, y que los descendientes de los antiguos esclavistas del imperio español volvieron y se apoderaron de sectores claves de la economía nacional:
La energía eléctrica,
El agua potable,
la minería,
El servicio de aseo,
y del sector más rentable y usurero: la banca que te cobra, hasta la entrada a cada uno de sus templos donde guardan el capital que devora desde el pobre hasta el pujante industrial.