Ni el Hambre, Ni la Pobreza, Ni la Degradación Ambiental, ni la Corrupción, Nos Roban la Alegría de cada Día.
Ni el Hambre, Ni la Pobreza, Ni la Degradación Ambiental, ni la Corrupción, Nos Roban la Alegría de cada Día.
Una de las realidades más crueles que vive el mundo contemporáneo es el hambre que martiriza a millones de personas en el planeta, producto de los sistemas de gobierno edificados en las injusticias de los poderosos de todo orden, factor al cual se unen la corrupción, los conflictos internos y los efectos del cambio climático que afecta a la humanidad, producto a su vez de la ambición desmedida que prioriza la destrucción inmisericorde de los recursos naturales.
En este ámbito, Impactantes son las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que explican la existencia de:
- 815 millones de personas que padecen hambre en el mundo.
*De estos, 520 millones viven en Asia, (11.7%) 243 millones en África (20%) y 42 millones en América Latina y el Caribe (6.6%).
*Al interior de estas cifras hay que destacar:
PRIMERO: que 155 millones de niños afectados por la malnutrición sufren retraso en el crecimiento, reflejado en su baja y anormal estatura.
SEGUNDO: 613 millones de mujeres en edad reproductiva están afectadas por la anemia.
Tal como se aprecia, el panorama del presente y el futuro de la humanidad tercermundista están afectados por uno de los flagelos más crueles que azota a la raza humana, perdida en el mar de los conflictos políticos, la pobreza secular, las crisis económicas y la destrucción de la Tierra.
Colombia, como parte esencial de América latina y el Caribe no escapa a la situación calamitosa:
*5 niños mueren cada semana por causa de la desnutrición. (Instituto Nacional de Salud.)
* 1 de cada 10 niños sufre de desnutrición crónica. (UNICEF)
*11.4% de los colombianos padece hambre. (FAO).
Todo ello ocurre en medio de la pobreza de las clases populares mayoritarias con el concurso, la indolencia del Estado y la opulencia de las clases dominantes.
Desafortunadamente, el Departamento de Bolívar es a su vez figura central en el marco de las avergonzantes cifras que involucran también a Cartagena, “la fantástica” en la cual el 28% de sus habitantes, confiesa haber dejado de ingerir por lo menos una comida en reiteradas veces durante un mes , por falta física de alimentos, es decir, por carecer de dinero para comprarlos, configurándose una situación que supera en negatividad la situación de cachacos y paisas, de acuerdo con las cifras de ¿Cartagena Cómo Vamos? 2017.
Más si a la inseguridad alimentaria, es decir al hambre física, producto de la pobreza se le adiciona este mismo factor en otras dimensiones de la vida cotidiana, las condiciones de indignidad en la vida de los cartageneros se acentúan en niveles insospechados, de tal forma que ni las poco confiables estadísticas del DANE, logran ocultar una realidad en la cual más de 294.000 personas viven en condiciones de pobreza y más de 55.000 sobreviven en la indigencia.
Por estas razones causa risa y a su vez ira profunda , cuando los entes que manejan las estadísticas y las soluciones a los problemas sociales, anuncian con bombos y platillos que una persona con ingresos mensuales, iguales o un poco más altos a $ 275.884 deja de ser pobre, cuando “un diario de comida” para una sola persona, con los más baratos alimentos y de la más mínima calidad sobrepasa los $ 15.000.Dónde queda la satisfacción de otras necesidades elementales y básicas para la simple supervivencia del ser humano?
Ello para una sola persona; más que sucede cuando se trata de una familia de cinco miembros y el ingreso es el mismo, o el jefe de familia hace parte de los más de 50.000 desempleados que tiene la ciudad? Por Dios hasta cuándo tanto cinismo e indolencia?
Desde este lúgubre panorama, no es de extrañar que Cartagena de Indias, nuestra ciudad sea la tercera urbe con más pobres en Colombia superada solo por Cúcuta y Montería; tampoco causa extrañeza que la Fantástica sea una de las primeras ciudades del país con más contaminación en el aire, una de las más deforestadas y la desdichada propietaria del cuerpo de agua de infección más extenso y peligroso del país.
Nada de ello es de extrañar en una ciudad presa de las injusticias seculares, de la corrupción, de la indolencia y otras lacras que se han magnificado con el paso de los años y la pudrición de vastas capas de la sociedad en que vivimos.
Pero ni el hambre, ni la pobreza, ni la degradación ni la destrucción del ambiente y de la biodiversidad podrán quitarnos la alegría.
Hoy, a finales de este marzo la esperanza de construir una nueva Cartagena permanece viva en el alma de las mayorías populares, de las clases medias y de una estrecha franja, o mejor de un escaso número de los poderosos de la ciudad; la esperanza en Dios y las promesas liberadoras de Jesús El Mesías, de manera especial en esta semana santa que transcurre, continúan vivas y en procura de las últimas.
Por ello, ni estos tres jinetes del Apocalipsis ni los 30 en total que cabalgan en Cartagena( 30 problemas complejos y de larga duración) podrán robarnos la alegría:
- Cuando los cristianos practicantes asisten a los ritos de la conmemoración de la resurrección de Jesús El Mesías
- Cada vez, cuando escuchamos o bailamos una salsa, un porro , un vallenato viejo o uno de fusión que guarda la esencia de este, una balada de Roberto Carlos o de Leonardo Fabio un bolero de la vieja guardia del Jefe Daniel Santos , Orlando Contreras, Felipe Pírela o de cualquier vocalista de la Sonora Matancera; una cumbia de Andrés Landero, la Pollera colorá’, o la Cumbia Cienaguera y la cumbia Sampuesana, en fin una de esas canciones que nos llegaron al alma y nos llegan todavía, cual bálsamo maravilloso, cual bote salvavidas en un mar tempestuoso.
- Cuando nos gozamos las fiestas de independencia del 11 de noviembre, las fiestas de navidad y año nuevo.
- Cada vez que celebramos un nuevo año de existencia en este mundo terrenal, con miles de dificultades, pero vivos y con grandes sueños.
- Cuando nuestros hijos e hijas hacen su primera comunión, contraen matrimonio, al igual que nosotros, aunque después venga el divorcio, con tristeza, pero después con renovada alegría.
- Cuando el lunes es de “puente festivo” y no hay que timbrar tarjeta en la oficina.
- Cuando nos gozamos el inmortal Carnaval de Barranquilla.
- En cada oportunidad cuando nuestros hijos o hijas, o nosotros mismos culminamos un pregrado o posgrado, aunque nos hubiese tocado “endeudarnos hasta el cuello.
- Cuando en tiempos del mundial de fútbol, la selección Colombia triunfa y dobla el gozo cuando en el momento el gol lleva el sello de un costeño de esos “bravos” que representan el Caribe.
- Cuando en el momento menos pensado nos encontramos con un viejo amigo a quien teníamos rato de no ver y le invitamos a comer una arepa de huevo en el Pie de La Popa…
1.000 … Así, Cuando en este escenario de la costa más bella del mundo, encontramos mil motivos para abrir el alma a este fugaz momento de la alegría que ni el hambre, ni la pobreza, la degradación ambiental, ni la corrupción, ni las injusticias seculares lograrán robar jamás, porque los abuelos, papá y mamá, y los buenos maestros nos enseñaron que :
“Al mal tiempo buena cara” y “No hay mal que dure 100 años, ni cuerpo que lo resista” y porque los sueños de la utopía social de una Colombia y de una Cartagena Justa, Pacífica y sostenible, no se borrarán ni se olvidarán jamás.
Ahh… y no hay que olvidar que alegría y felicidad son dos momentos diferentes de la vida real; y es imposible negar que los caribeños somos muy alegres, y gran parte de nuestros paisanos también lo son… Pero realmente, en medio de este país injusto que nos impusieron los poderosos de todos los niveles ¿somos, en verdad el tercer país más feliz del mundo? Mis respetos a quienes opinan de esta manera…Sin embargo las encuestas y las estadísticas, de manera especial, en época preelectoral presidencial, no siempre dicen la verdad ¡
Con los afectos de siempre, recargados este 2018.
UBALDO JOSÉ ELLES QUINTANA.
uellesq@hotmail.com