Marcar la diferencia con calidad, es la tendencia de la humanidad contemporánea desde la década de los años 60 del siglo pasado cuando se inició la revolución tecno-científica que hoy vivimos. en la globalización impuesta.
Esta es la nota que desde niños marcaron Richie Ray y Bobby Cruz, creando sonidos diferentes, re-creando ritmos como el bogaloo, convirtiéndose en pioneros-creadores de la salsa a cuyo sabor , pronto le dieron tinte dorado con 15 discos de oro ganados en sus momentos más significativos.
Decir que aprendí a marcar la diferencia con estos artistas es una mentira solemne porque ese yo que llevamos al interior de nuestra vida espiritual, cada ser humano, me enseñó desde mis primeros años a que debía ser diferente a los demás y que la vida te ofrece las tres medallas de los juegos olímpicos: oro, plata y bronce; tú decides cual escoges; el cuarto lugar no es para los mejores, aunque tampoco puedes olvidar el top10 o el ranking
de los 10 mejores, para ser más optimista.
Hoy, a más de 50 años de distancia temporal, recuerdo a manera de ejemplo, que en la escuela secundaria, mientras mis compañeros salían al descanso a” mamar gallo” siempre prefería llegar a la biblioteca de la Normal de Varones (1962-1967 ) y entrar en contacto con la literatura mundial , la cual seleccionaban los maestros de la época en detrimento de los autores nacionales, buenos desde siempre.
De igual manera, cuando millares de cartageneros desconocían las normas elementales de la educación ambiental y de la preservación del ambiente, con un grupo de ecologistas creé la Cátedra de Ecología y Educación Ambiental, la cual aún se mantiene, no exenta de dificultades.
Igual ocurrió con la enseñanza de la historia local: mientras las autoridades, los historiadores , los maestros y el grueso del pueblo cartagenero preferían la historia de los héroes y de los tiranos de España, mientras todos negaban la presencia de los indios precaribes y caribes en nuestro pasado e invisibilizaban los movimientos libertarios de los negros palenqueros, preferí escribir la Otra Historia de Cartagena, la historia social y económica, es decir la historia científica, la cual eternizécon la Cátedra de Historia de Cartagena, la cual dará paso a la Cátedra del Patrimonio en próximos meses.
Así en cada acto de mi vida fui marcando la diferencia hasta el presente, seleccionando desde aquella época hasta hoy a la nueva orquesta de Ricardo y Bobby, la cual sonaba de manera diferente a las entonces encumbradas en las emisoras de radio o en los picots de ese entonces.
Preferir como una de mis canciones favoritas a El Diferente, no fue difícil: lo pegajoso del ritmo, la sabrosura del son y la marca de la diferencia con tres de los más grandes de la salsa, no da para menos:
Pa’ que la gente no diga que sueno como Pacheco…
bombo bombo camará… Monguito se fue a bailar…
Pa’ que la gente no diga que sueno como Tito Puente:
y aquella mulata ,sepárala también ,
.. .sepárala Tito Puente, sepárala también …&&&…
Pa ‘ que la gente no diga que sueno como Joe Cuba:
Oye y ese pito,
y es que la rumba es sabrosa … así cantaba Cheito … &&&… .
Tito Puente, leyenda de la música caribeña trae a mis recuerdos las interpretaciones que a su lado hizo nuestro gran artista ,Cristhian Del Real, el prodigio del timbal , hijo del Nene, apreciado intérprete de nuestros sones tropicales
Imborrables son los recuerdos de Monguito , cantando con Johnny Pacheco sones imperecederos como el Champolón Bacalao, Oye Canuto, y otras incontables que alegran el alma cada vez que suenan en los paisajes de Caribe y la Tierra.
El pito de Joe Cuba con Cheo Feliciano ayuda a evocar los dorados años de la adolescencia, el combo de los amigos y de los primos amigos, cuando “ el pito” se volvió un vacile popular, una forma de manifestar la alegría que casi siempre vivía en el corazón de los adolescentes de la barriada, aunque ya empezaran a doler los amores de las primeras novias.
Sin embargo…
Yo quiero que todos sepan,
que quien les toca es Ricardo.
Así, Ricardo continuaba tocando y Bobby Cruz cantando, y lo hicieron mejor cuando soñaron a Colombia a instancias de los hermanos Char quienes le pidieron una canción para nuestro país y para otra de las ciudades mágicas del Caribe: Barranquilla, la puerta de oro de Colombia
De esta manera nació :Colombia Bogaloo:
Voy Pa’ Colombia,
Me voy pa’ Colombia, mi hermano.
Voy pa ‘Colombia con alegría,
Llevo intenciones de cumbanchar,
Allí siempre hay fiestas de noche y día,
En Barranquilla y en Bogotá…
Voy pa’ Colombia, me voy pa’ Colombia mi hermano.
Colombia tiene lindas mujeres, de piel canela, de blanca piel y negras también,
De ojos azules, ojos castaños
y ellas sí que saben querer…
Desde entonces Richie y Bobby Cruz se prendaron de Colombia, se volvieron asiduos visitantes de la nación y de nuevo les surgió otra canción:“Para ti Colombia” un mensaje de paz, amor , alegría y esperanza para un pueblo sufrido y explotado, un ruego para que las bendiciones de Dios continúen sobre nosotros, un llamado a seguir adelante pues Cristo nos ama y cada colombiano por Dios es amado.
De manera desafortunada, la canción no sonó mucho en estas tierras en el año 73, año de la reconversión de Richie y Bobby al cristianismo; fueron pocas las canciones cristianas de” los durísimos” que “pegaron” salvo dos o tres, entre ellas “Juan en la Ciudad”.
Fue en una de esas visitas a Colombia cuando pude hacerme amigo de la pareja.
la noche que vivimos junto a Amparo la del “ arrebato” en Cali, la noche que Richie estuvo en la plaza de toros de Cartagena, acompañado de Bobby, por supuesto, y de Miki Dimari con sus canciones del mundo del goce, la presentación de Ricardo en el “show” de los cuatro pianistas más grandes de la salsa: Papo Lucas, Larry Harlow, el judío maravilloso y el legendario Eddie Palmieri en el Madison Square Garden de Nueva York, la tarde del “Sonido Bestial” y el homenaje a Joe Arroyo vivo, en Barranquilla en febrero del 2011,
Fueron cinco de los grandes y especiales momentos que he vivido en este mundo maravilloso de la salsa, cuyos ancestros están en los ritmos clásicos del folclor caribeño.
Contar estas experiencias de goce y disfrute de la música del Caribe, acompañado de uno de sus mejores intérpretes, es motivo de otra crónica, la cual contaré a mis lectores, con el favor de Dios, en próxima entrega.