Silvestre Dangond (Parte Final): La Pasión Hecha Canción.
En medio de la fantástica noche y la madrugada del encuentro con las canciones reales de Silvestre Dangond, la música fue la nota predominante, opacando el diálogo que siempre se acostumbra en estas reuniones sociales de familiares y amigos.
El top 10 y más de sus canciones iluminó nuestra alegría, trajo recuerdos gratos e ingratos de amores y desamores, optimismo sobre la vida, y de manera especial, cantos hermosos a las mujeres, así como también de aquellos cantos que alguna vez, en este corto peregrinar sobre la Tierra, quedaron grabados en mi vida sentimental.
“La Colegiala”, lució triunfante en las notas de Juancho de La Espriella, en la voz de Silvestre y de todos aquellos quienes de manera osada nos atrevimos a cantar a dúo con él o a hacer los coros que casi siempre llevan las canciones del género vallenato, como herencia del areíto de los Indios Caribes y de otras de nuestras culturas indígenas.
Estos fragmentos de La Colegiala, quedaron grabados para siempre en mi mente:
Me estoy enamorando más,
de tus ojos, de tu boca
y ya no puedo esperar más, porque
algo me provoca…
Anda, dime lo que quieras,
Se que eres la niña para enamorarme.
Yo sé bien que tus padres a mi
No me quieren porque soy cantante…
Una vez terminada la interpretación, le comenté al conjunto en pleno que en ese instante me venía a la mente la otra canción de” La Colegiala”, de la inspiración del poeta sabanero, Rubén Darío Salcedo, interpretada a finales de los años 50 o inicios de los 60, ( 61,62, ayúdenme los expertos) por el Rey vallenato de 1975, el Gran Julio de La Ossa, otro excelente juglar de nuestras sabanas del Bolívar Grande.
De igual manera, comenté la coincidencia de la letra en “el rechazo de los padres de la estudiante hacia el pretendiente”, con la diferencia que el de Silvestre es cantante y el de Julito es chofer, tal como él lo confiesa:
Entonces, porqué mujer,
te enamoraste de mí
sabiendo que este chofer
no puede hacerte feliz?
mejor piensa con cuidado o aléjate de mi lado…
Mejor piensa con cuidado, o búscate un abogado.
También, les dije que años después Alfredo Gutiérrez, del mismo Rubén Darío, grabó la “Contestación a la Colegiala” o “La Cuñada” una de cuyas estrofas dice así:
Ay! aquella colegiala que se burló de Rubén Darío,
Ahora me las pagó con su hermana,
Todas las penas que había sufrido,
Porque a ella le había afrentado
que yo era un triste chofer,
porque no era un abogado,
ella me mandó a correr,
pero yo le había formado, una trampa pa’ caer…
Finalmente les recordé que EL Binomio de Oro y Carlos Vives interpretaron también esa canción, con muy buen sabor y con mucho éxito, quizás con el mismo que tuvieron Hansel y Raúl, cuya versión fue imposible hallar por la web y por los espacios de mi colección salsera.
De inmediato:
“Dile” trajo a mi mente recuerdos de un pasado muy lejano, de una situación que muchos de nosotros latinoamericanos hemos vivido, en algún momento de esta vida (Ay la vida, tan difícil que es vivirla, tan bonito que es vivirla); con hermosa letra y bien interpretada,” Dile” en mi alma dejó grabada esta estrofa:
“Dile aunque vivas con él…que”:
Dile que…Tienes a alguien,
que ya sus palabras poco te interesan,
que tienes mis brazos para calentarte,
y a su vida nunca, jamás tu regresas,
dile que lo arrancaste de ti eternamente
y a su vida.
El acordeón de Juancho de La Espriella con sus notas llenas de mágica alegría no daba tregua al descanso y así entre notas y tragos, de pronto sonó:
La Gringa:
Tengo unos amores nuevos,
Se los voy a presentar,
Ella vive en Nueva York,
…Pero para sorprenderla,
yo vine y le hablé en Wayuu…
Y yo traduje el idioma de los gringos,
en un traductor que en google hallé,
mientras aquella lengua de los indios,
no dio para traducirla en inglés.
Y nos la pasamos chatiando todo el tiempo,
me dice tu música me encanta.
… y yo le envío canciones vallentas…
Y yo le envíe una de Diomedes,
una de Poncho Zuleta,
también una de Silvestre,
la gringa está muy contenta.
También una de Jorge Oñate,
y de Beto Zabaleta.
“La Gringa”… Fue sólo eso: una sola canción de escasos minutos la cual dio lugar a tres momentos mentales sucesivos:
El primero de estos es el recuerdo de las luchas invencibles de los Wayuu contra la invasión española, las guerras de resistencia de los nuestros que garantizaron su supervivencia frente a las pretensiones inútiles de los chapetones (españoles) de exterminarlos para siempre de la faz de la Tierra, como hicieron con los C aribes de los territorios y mar a que dieron su nombre.
Fueron estas luchas las que años después continuaría el ejército popular libertador liderado por Simón Bolívar Palacios y el guajiro José Prudencio Padilla, libertador también con su ejército popular de nuestra Cartagena de Indias, en la que, de igual manera, fundó para Colombia la Armada Nacional, sin excluir la liberación de Venezuela.
Así mismo, el nombre de Valledupar trajo la evocación de aquella dama insigne de la independencia del pueblo vallenato: Doña María Concepción Loperena de Fernández de Castro la heroína de esas bellas regiones, voz cantante del grito de liberación y apoyo invaluable con sus recursos logísticos para el triunfo del ejército popular del Libertador Bolívar.
EL momento siguiente fue el de la evolución del género vallenato con su controvertida” nueva ola”, con sus nuevos acordes y compases ( si es válido escribir así) y las nuevas costumbres y palabras usadas en sus letras alusivas a las nuevas tecnologías, las cuales obligan a los amantes del vallenato clásico a cuestionar la evolución del género, como lo hacen a manera de ejemplo los amigos Moisés Navarro e Inés Caraballo.
El lapso final lo representaron los recuerdos de aquellas parrandas de mis viejos tiempos con Diomedes cantando” Fantasía” de Rosendo Romero, “Los Tiempos Cambian” de Poncho Zuleta, “Mujer Marchita” de Jorge Oñate y” Benditos Versos” de Beto Zabaleta.
Todavía no terminaban las notas del acordeón, cuando a continuación Silvestre anunció:
Ahora, amigos y amigos vamos a cantar puras canciones para las mujeres, pero para las mujeres bonitas, como son las que están aquí en estos momentos, para las mujeres que nos han querido a lo bien y “para las que queremos que nos quieran”; para ellas van estas tres canciones siguientes.
Así, en medio del bullicio generalizado, comenzaron a sonar una tras otra estas preciosas interpretaciones:
GRACIAS:
Gracias por sembrarme
en el alma nuevas ilusiones,
gracias, por hacerme
escribir más de mil canciones.
A BLANCO Y NEGRO:
Tú eres la que puede pintar
con mil colores mi mundo blanco y negro
y borrar mis decepciones.
y tú eres la que puede
arrancarme los años
para ser siempre joven
y estar siempre a tu lado.
LA MUJER DE MIS SUEÑOS:
Oye mi amor como hago para conquistar tu corazón,
Una mujer que me sepa querer,
Una señora que valga la pena .
Pa’ conquistar tu amor dame la clave por favor…
y la gente dice que estoy tragao, enamorao
de la mujer de mis sueños, no tengo paz ni tranquilidad,
yo deliro por sus besos.
De esta forma, entre canciones y copas, entre amigos y familiares, entre chanzas y risas, entre recuerdos del pasado y proyectos futuros di las gracias a aquellas mujeres que habían pintado de mil colores mi mundo afectivo.
Recordé también en aquellos tiempos lejanos de mi soltería, a aquella ejecutiva de mi ramo profesional, de una alta posición jerárquica, a quien jamás, por cobarde, confesé mis afectos; evoqué, de igual forma, a aquellas que sembraron en mi alma nuevas ilusiones y recordé al final que mis parejas siempre habían sido de menor edad que yo, salvo una excepción con una excelente mujer que iluminó el camino en mi vida prematrimonial.
Ya al final, cuando los rayos del sol del nuevo día se abrían paso firme entre los árboles de mango, el follaje del mamón, la grosella y la guanábana, Silvestre y su conjunto típico interpretaron, tal vez una de las mejores canciones del artista urimitero, de la inspiración de otro de los grandes compositores de la música del Caribe: Sergio Moya Molina:
“EL Tiempo”, poema musicalizado que después grabaría con su acordeonista Lucas Dangond, canción que narra una visión muy personal del compositor, pero que a la larga se convierte en la saga de la vida de muchos de nosotros del Caribe, dándole así un tinte histórico – biográfico a la creación de Sergio Moya, creación que al interpretarla como canción, Silvestre puso en ella todas su pasión y su fuerza vital, esa pasión que le caracteriza desde sus primeras grabaciones.
Son grabaciones que comenzaron con: Román López, luego de iniciarse cantando con “Coco” Zuleta y que siguieron con Juancho dela Espriella y Rolando Ochoa, heredero del arte de su padre, el juglar vallenato Calixto Ochoa y hoy siguen con Lucas Dangond, otro virtuoso del acordeón.
Por ser “El Tiempo” una de las mejores interpretaciones de Silvestre y una de las que mejor muestra las cualidades que le han convertido en uno de los grandes de la “nueva ola” cierro con esta canción, acompañado de una inmensa nostalgia, en esta lluviosa tarde del 17 de agosto, ese encuentro imaginado en un lugar imaginario con las canciones reales de este cantor del Caribe:
EL TIEMPO:
El tiempo, se ha convertido en mi peor enemigo
porque, me está quitando las cosas queridas
se lleva la juventud de mis años floridos
y al fin se va llevando hasta mi propia vida .
Y ya me quitó la niñez de mis hijos
y hoy no puedo verlos jugando en el patio
la juventud de mis viejos queridos
hoy sólo han quedado plasmado en retratos
también se fueron algunos amigos
que andaban conmigo cuando era muchacho .
El mundo, se está quedando hasta sin sentimientos
se alejan, del corazón las pasiones sinceras
se mueren todas las flores de la primavera
y todo por la carrera imparable del tiempo.
Y ya se perdieron las cartas sentidas
de aquellos amores los que un día partieron
la inspiración de mi musa querida
era un canto alegre, hoy es un lamento
y la que ha sido el amor de mi vida,
a veces me mira con resentimiento.
El hombre, con el afán de sembrar la violencia
se olvida, hasta de Dios y su inmensa ternura
y todas las intenciones de paz y cordura
se pierden bajo la sombra de la indiferencia.
Y desperdiciamos preciosos momentos
buscando el dinero que un día prometimos
y soportamos con remordimiento
la triste nostalgia de los tiempos idos
y las promesas que no se han cumplido, las cubre el olvido por culpa del tiempo.