Solo Para Enamorados 2.Armando Manzanero:Sigues Siendo Mía.


Sólo para Enamorados 2.Armando Manzanero: Sigues Siendo Mía.
Finalizaba la primera mitad del siglo XX, cuando en un típico paisaje del suelo mejicano, uno de sus hijos, de esos que se inspiran en “los amores imposibles” escribió su primera canción: “Nunca en el Mundo” como preludio de lo que años más adelante sería su genio creativo.
El inspirado muchacho de aquel entonces, fue el Maestro Armando Manzanero cuyo primer canto pasó desapercibido en nuestra región del Caribe y más aún por mí, nacido en un año crucial para la historia mundial, por la llamada Guerra de Corea en el año 1950.
Sin embargo, quien “nace para músico las notas le caen del “cielo” y al año siguiente, 1951, cuando “El Batallón Colombia” entra a participar de manera absurda, en una absurda guerra, como lo son todas estas versiones infernales, Armando inicia su vida profesional como pianista, encontrando el sendero de la fama 14 años después cuando gana un festival de música en Miami, cantándole a su amada:
Cuando estoy contigo,
no sé qué es más bello,
si el color del cielo o el de tu cabello,
No sé de tristeza, todo es alegría,
sólo sé que eres, tú la vida mía…
Cuando estoy contigo, no sé qué es más tierno,
tu figura frágil, o un ave que invierna.
Cuando estoy contigo, yo cambio la gloria,
por la dicha enorme de estar en tu historia.
Pero… la vida cambia y con ella los afectos y los sentimientos… y por supuesto las musas de la inspiración, al punto que las circunstancias amorosas de la vida conducen al poeta a cantar:
“No”.
…Aunque me juraras que mucho has cambiado,
para mi lo nuestro ya está terminado
no me pidas nunca, que vuelva Jamás!
“No”, fue un éxito rotundo en América Latina en la voz del “As de Corazones” y Bolerista Mayor Roberto Ledesma, quien se convierte en el mejor intérprete de los poemas de Armando, en una canción que a diario cantábamos los adolescentes del Barrio La Esperanza cargando el bolso de la escuela de bachillerato, repleto de ilusiones, ansiosos de conquistar el mundo a punta de estudios y sacrificios.
Pero bien pronto, el compositor, pianista, productor, arreglista y cantante decide interpretar sus propias canciones y en 1967, los enamorados nos apropiamos de los poemas que cantaba Manzanero y que bien pronto le entregábamos a las chicas a quienes pretendíamos, llenos de ilusiones e impulsos tórridos y apasionados, de esos que brotan en la adolescencia y nos acompañan hasta 80 años más de nuestras vidas.
Fue entonces, cuando apareció Adoro, Esta Tarde Vi Llover, Somos Novios, Contigo Aprendí y otras canciones que hasta el presente suman más de 400, alcanzando la fama más de 50 de estas, gracias al arte de Armando y a la gracia infinita de Roberto Ledesma creándonos así dos escenarios vitales: El de los sueños adolescentes amorosos, con las interpretaciones de Manzanero y el de compartir con los adultos, el mundo mágico de los boleros del habanero Roberto Ledesma.
Hoy, en esta larga noche de abril, evoco con la nostalgia de mi ser caribeño, los múltiples momentos compartidos con Armando y Roberto, al unísono, en diferentes escenarios del Caribe, en mi condición de amante e intérprete anónimo de sus canciones.
Recuerdo también que centenares de veces he estado con ellos en imaginarias tarimas en la América entera, de manera especial en la nuestra, compartiendo sus canciones con otros y otras grandes artistas que lo han interpretado a lo largo y ancho del mundo entero, quienes quedaron encantados de las letras de sus poemas y de la magia de sus canciones.
Inolvidables son las versiones de las canciones de Manzanero cuando las interpreta Frank Pourcel, Paúl Muriat, Ray Connyf, José José, Andrea Bocceli, Elvis Presley, otros y otras.
Sin embargo, entre el sinnúmero de canciones de la inspiración y de la interpretación de Manzanero hay dos muy especiales, entre las especiales:
Mírame Fijamente y “Mía”.
Mírame Fijamente hasta cegarme,
mírame con amor o con enojo,
pero no dejes nunca de mirarme,
porque quiero morir bajo tus ojos.
Cuando me miras subo los cielos,
porque tus ojos son dos estrellas,
que me iluminan, cual dos luceros,
el caminito de primavera.
Esos ojazos me enloquecieron
de tal manera con su mirar,
Que ya no puedo vivir sin ellos
y esto me obliga siempre a cantar…
Sucedió una noche, tal vez, el domingo 13 de noviembre del 2005, cuando en el marco del concurso nacional de belleza, Valerie Domínguez fue coronada señorita Colombia; en la antesala estuvo Armando Manzanero interpretando con su acordeón mágica “Mírame Fijamente”; los presentes y los televidentes quedamos embelesados con la canción que ha enamorado a más de dos generaciones de caribeños.
Aunque desde niño me encantaron estos versos y me los aprendí con la versión de Alejandro Durán, una de las mejores de tantas, allí frente a la tv. la del mexicano, me pareció la más hermosa de todas y en ese momento se la dediqué a mi mujer, sentada a mi lado.
Al día siguiente, en un paraje de playa, brisa y mar, todavía cautivo de la emoción, en lo más recóndito de mis pensamientos, dediqué la canción “a las mujeres que yo amé”, al igual que Hansel y Raúl y di las gracias a todas aquellas que permitieron que en los momentos de amor, besara sus ojos, uno de los actos más tiernos de los instantes más sublimes del ser humano.
Sin embargo, ahora en estas meditaciones, evoco que 40 o 45 años atrás, había mirado los ojos más hermosos del mundo, inspirado en las melodías de Alfredo Gutiérrez , en la trilogía de “Ojos” que ejecutó en esas fechas aproximadas; hoy, cuando en muy escasas ocasiones casuales coincido con la dueña de los ojos bonitos, en el centro histórico, noto que estos siguen siendo bellos y le hago peticiones iguales a las que escribieron Tobías Enrique Pumarejo y el español José Padilla, compositores de letras muy parecidas, en una melodía con título muy parecido: Mírame Siempre…
Ahora, cuando la tarde empieza a morir con un cielo generoso de lluvia que anuncia la llegada, quizás, de “La Niña” meteorológica, las notas de Armando con su piano y su voz interrumpen mis preocupaciones cuando surge una de sus mejores interpretaciones: Mía.
Mía, porque jamás dejarás de nombrarme,
y cuando duermas habrás de soñarme,
Hasta tú misma dirás que eres mía.
Mía, aunque te liguen mañana otros brazos,
no habrá quien sepa llorar en tus brazos,
nunca te olvides sigues siendo mía.
Mía, aunque tú vayas por oro camino,
aunque jamás nos ayude el destino,
nunca te olvides, sigues siendo mía.
Mía, aunque con otros contemples la noche,
y de alegría hagas un derroche,
nunca te olvides: Sigues siendo mía…
En ese momento, miles de recuerdos se agolparon en mi mente; no obstante, el recuerdo más insistente fue el de aquella tertulia, cuando entre amigos, amigas y familiares conversamos sobre la canción de Manzanero:
Unas y otros decían, que el amor y la “propiedad” de la pareja, finalizaban cuando la relación llegaba a su término; otro bando se manifestaba de acuerdo con los versos del cantante y argumentaba, que a pesar de la ruptura, decían ellos, la mujer continuaba siendo de “ellos” por las caricias y las pasiones compartidas, que nadie jamás las podría borrar del alma y del cuerpo de la mujer amada.
Ellas, por su parte enfáticas manifestaron, que cuando a un hombre se olvida, se borran todos los recuerdos de la mente femenina; entonces…yo sin tomar partido (¿?) dije que a las mujeres les pasa lo mismo que a la canción de Alfredo: “Un amor viejo no se olvida” y que por siempre en mi terrenal existencia continuaría cantando al viento: Nunca te olvides, sigues siendo mía.


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