Es bien sabido que el Senado y la Cámara son las instancias por donde transitan los proyectos que se convertirán en leyes de la república. No obstante, a la gran masa de esta nación no le interesa sino mantenerse apartada de esa realidad y que se les llene el estómago con los veinte o treinta mil pesos que reciben para votar por los mismos con las mismas. El jolgorio y el carnaval que se manifiesta en ese día, es la fiel muestra de esta afirmación.
No hubo ni dolor de patria ni conciencia con lo que se hacía en los cubículos. Pasó de todo y nada pasará, porque supuestamente no hay evidencias que permitan investigar las anomalías presentadas en los puestos de votación. Es decir, hay una pereza arraigada que facilita que los depredadores del erario nacional se fortalezcan y hagan de las suyas con sus dentelladas y tentáculos. Las denuncias de fraude no pasarán más allá que de titulares de prensa amarillista.
Qué la ciudadanía es apática. Qué no hay ilustración para el electorado. Qué los tarjetones eran inmanejable hasta para quien lo craneó. Qué esto, qué lo otro. En fin, un mundo de excusas y explicaciones que rayan en la estupidez y en lo que tradicionalmente sucede luego de una contienda electoral como la pasada. Pero, no hay que olvidar de que lo que primó fue un río de billete salido de no se sabe dónde.
Muy seguramente algunos cuantos son conscientes que debería existir una responsabilidad en la participación de los ciudadanos para que se vaya materializando y fortaleciendo la democracia que necesitamos. Una apreciación digna de tener en cuanta a pesar del escepticismo existente. Asimismo, para otros, es necesario que cada uno de los electores investigue la hoja de vida de los candidatos y sus propuestas para que al momento de acercarse a seleccionar a su candidato lo haga a conciencia y sin la presión de alguien o la incertidumbre de no saber por quién votar. Esto sería un ideal de toda democracia.
Para los especialistas y estudiosos -los famosos politólogos, brujos y visionarios- de esta contingencia sucedida el domingo anterior, lo que pasó no es más que la consecuencia de la poca educación que tiene la gran mayoría de los electores, los cuales han sido amarrados por uno u otro motivo de amiguismo o compadrazgo por el cacique de turno, sin saber el perjuicio que le hace al país. Esto es, primó la ignorancia sobre la cordura y sensatez. De nada valieron los movimientos sociales de inconformismo suscitados el año anterior, que hicieron pensar que la política hacia lo social tenía que cambiarse. Igualmente, esa riada vislumbraba un cambio de actitud hacia el poder hegemónico. Pero nada pasó.
Cabe destacar que la relación de la política con la ilegalidad fue la ganadora en estas elecciones: la compra-venta de votos y el caudal politiquero de muchos líderes tradicionales ha obligado a que tengamos nuevamente a personajes y personajillos ya conocidos, que nunca han levantado su voz en el congreso, pero que, apoyados por su poder financiero, han vivido chupando la sangre de una nación ignorante, enceguecida e ignorantes que aún le cree a sus cantos de sirena. Representantes que van a hibernar y ganar dinero sin decir ni “Mu” en las sesiones ordinarias y extraordinarias, haciendo como las vacas: Mugiendo y rumiando su incapacidad de pensar más allá de sus beneficios personales.
Docente de Castellano y Literatura del Distrito de Cartagena en la Institución Educativa Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y de Comunicación Oral y escrita de la Fundación Universitaria Tecnológico Comfenalco.