LA VIOLENCIA Y LOS SENTIMIENTOS NEGATIVOS


El  glorioso ciclista colombiano Martín Emilio “Cochise” Rodríguez expresó en una entrevista que “En Colombia la gente se muere más de envidia que de cáncer”. Envidia que se evidencia en la empresa, la oficina, el barrio, la ciudad, el país, cuando alguien escala posiciones sociales que el otro no puede alcanzar. En fin, es una manifestación de los sentimientos negativos que  los individuos, cuando se relacionan intersubjetivamente, materializan degradando la raza humana.

Una  filosofía del sentido común, que posee mucha certeza y sencillez y, hoy, luego de algunas investigaciones de la condición humana que sobrepasan  la razón  y la irracionalidad positivistas, se convierte en una verdad contundente y lapidaria con sentido y significado.

No voy a elucubrar más allá de algunas dispersas ideas que pueden ser refutadas o compartidas.   Total, usted puede o no seguir leyendo. Puede abordar el texto desde una perspectiva religiosa, filosófica o psicológica. No importa.

En su ensayo “Modernidad, sentimientos negativos y conflicto social en Colombia”, recogido en el libro “La derrota de la Luz”, editado por la Universidad del Valle, Fernando Cruz Kronfly esboza, en uno de sus apartes, algunas consideraciones interesantes sobre la justicia social existente no sólo en Colombia, sino en el mundo. Manifiesta que:

“… cuando la justicia social es precaria o inexistente y la sociedad se encuentra conformada por individuos que se sienten libres y reclaman ansiosos su igualdad, para no ser excluidos y evitar la marginalidad insultante de su dignidad, el conflicto social de naturaleza económica, política y social, resulta absolutamente sobrepasado por los sentimientos negativo, que terminan apoderándose de la lógica del mismo e imponiendo sus métodos de odio, resentimiento, envidia, sed de venganza, etc.”. 

Quizás esto sea lo que vivimos en el país. Una escalada del conflicto social motivada por  conductas y comportamientos de quienes participan como protagonistas o espectadores en él, aupados por los sentimientos negativos.

Es importante resaltar la forma cómo se  ha elevado el conflicto social en el país no solo por los factores políticos, sociales y económicos, sino también por los llamados  “sentimientos negativos”. Sentimientos que catalizan las conductas y comportamientos humanos y permean cualquier objetivo altruista que se tenga para el beneficio social del grueso de la población.

Sin entrar a detallar estos planteamientos, considero que reflexionando un poco se pueden vislumbrar alternativas que entren al debate no para resolverlo inmediatamente, sino para mejorar el desequilibrio existente en esta época de desarrollo científico y tecnológico, donde educar para las emociones y los sentimientos placenteros sin descalificar las diferencias debería ser prioritario y política de los estados.

Los “sentimientos negativos” tales como la hipocresía, la envidia, el odio, el resentimiento, la ambición y la sed de venganza, entre muchos otros, aunque hagan parte de la condición humana, cristalizan  una sociedad que no repara en mancillar la honestidad y la vida de los demás, pues para ella lo que importa es el tener y el éxito. Objetivos deshumanizados que se han asimilado como cultura y metas sociales sin importar a quien se lesione o maltrate.  

Cada vez se ve, a través de los “mass medios”, el deterioro de algunos principios tan básicos y necesarios para una convivencia pacífica. También la  descarada imposición de la cultura “light”, la cual es absorbida sin ninguna oposición fuerte por la gente del común; además, es aceptada como lo último que la cultura humana le ha aportado a la sociedad del siglo XXI.

Entonces, abocados al incremento de esos sentimientos, se observa la insensibilidad social, el egoísmo, el individualismo y la corrupción como formas aceptadas por nuestra cultura, sin haber hecho un análisis contundente de sus nefastas consecuencias y la manera de potencializarlos hacia conductas y comportamientos benéficos para el colectivo social. Sin embargo, si cada uno examinara que esos problemas sociales, políticos y económicos no son sólo los dinamizadores de una cultura violenta y conflictiva, sino apenas la punta del iceberg, podríamos  darnos cuenta  como el reduccionismo de la perspectiva, la falta de una visión integral y compleja de esos sentimientos  desde la cual se miran la desigualdad, la dictadura de gobiernos y la antidemocracia,  y de esta manera permitirnos superar esas cristalizaciones atávicas que desde el principios de los tiempos han sido estudiadas por religiosos y filósofos.

La  perspectiva reduccionista que pone de manifiesto una “subjetividad moderna” donde lo material y lo superficial son los pilares sociales que soportan el andamiaje establecido por los estados hegemónicos y sus economías debería abordarse desde la educación como un problema de investigación. De esta forma educar para una civilización armónica con quienes nos acompañan en este viaje por la tierra.

Hoy, después de mirar el descaro con el cual se conversa de paz, democracia, equidad, educación, economía, salud y ecología sin la debida honestidad, “los sentimientos negativos” deberían ser los ejes de análisis para alcanzar a comprender la trascendencia  en la resolución de los conflictos y la manera de superarlos sin menoscabar al oponente, aunque subyazcan  en la pugna interior de los individuos,  que luchando desde lo social, lo político o lo económico por alcanzar una posición de poder para gobernar a todos aquellos que le delegaron la función de mesías o salvador,  los últimos  vestigios de la animalidad que nos ha caracterizado a través de la historia.

Por último, pregunto ¿Puede haber una forma diferente a lo racional para resolver nuestros conflictos individuales y colectivos? ¿Existirá una vía alterna de lo racional-irracional para que la sociedad y los individuos resuelvan sus diferencias y conflictos?

*Docente de Lengua castellana y literatura del Distrito de Cartagena en la Institución Educativa Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y de Comunicación Oral y escrita en la Fundación Universitaria Tecnológico Comfenalco.