POR UNA EDUCACIÓN SOSTENIBLE, DIGNA Y DIGNIFICADORA


¿Otra vez los maestros de Colombia están en Paro? ¿Qué quieren ahora, si son los que más ganan y no hacen nada, tienen dos vacaciones al año? ¿Qué desean esos flojos, qué les aumenten el sueldo, si no hacen nada? Esos y muchos interrogantes, entreverados con afirmaciones descalificadoras, se hace el grueso de la gente, desconociendo la realidad de quienes realizan la labor magisterial. Nunca han estado en una sala de clases calurosa y sin ventilación con cincuenta o sesenta estudiantes. Tampoco conocen las maravillas que tienen que hacer los maestros para que aquellos niños, niñas y jóvenes que no tienen ni para una fotocopia puedan tener mínimamente un acercamiento al saber disciplinar de “x” o “ y” asignatura. En fin, descriteriados y amaestrados por la televisión y la prensa que han bajado la cerviz ante la ola de corrupción sin levantar sus voces de protesta, esperando que sus líderes les resuelvan sus problemas con pañitos de agua tibia.
Creo que para los maestros es doloroso que esas percepciones sean el pan de cada día entre los ciudadanos del común. Pero, lo más triste son los comentarios degradantes y soeces que se lanzan contra las personas que enseñan los rudimentos del conocimiento a niños, a niñas y jóvenes, hijos del proletario, que no tienen la posibilidad de costearse una educación elitista y privada. Comentarios llenos de odios y resentimientos contra quienes construyen patria sin darse golpes de pecho y sin esperar retribución de los gobernantes y ciudadanía en general. Personas que calladamente hacen la labor más dignificante y humanista, que edifican una sociedad para que no se deje arrodillar ni subyugar por la superficialidad ni la desbocada ola consumista de una sociedad capitalista donde el Tener es más importante que el Ser. Es de resaltar que cuando los maestros salen a las calles a exigir inversión sostenible y digna para una educación de calidad están educando para que la sociedad también exija el respeto a sus derechos.
Es menester manifestar que la cuestión, en ésta y en otras oportunidades, no es por salario como piensan muchos de los desinformados. El cese de actividades trasciende más allá de eso y pugna por una mayor inversión para una mejor educación gratuita de calidad para los niños, niñas y jóvenes de este rico y hermoso país. Hasta el momento sólo se habla de cobertura, de salario de los maestros, de restaurantes escolares, de recursos didácticos y pedagógicos, de transporte, de jornada única, entre otras perlas importantes. Pero, el asunto no es de esto o aquello, ni de dos o tres puntos del salario y de bonificaciones, sino de sostenibilidad de un sistema educativo que merece ser, si verdaderamente se desea un país desarrollado, con equidad y justicia social donde todos quepan, científica y tecnológicamente la piedra angular de una sociedad civilizada. Que haya una política de Estado para la educación que posibilite una formación de alta calidad, en condiciones dignas tanto para estudiantes como para docentes. Que haya recursos suficientes, dotaciones tecnológicas y científicamente necesarias e insumos para ejercer unos procesos de formación cognitiva integral acordes al momento histórico. Que la sociedad y sus gobernantes puedan exigirle, ahora sí, a los maestros altos resultados, así como se hace en otras naciones donde la educación es el eje central que mueve su desarrollo y progreso social.
No obstante lo anterior, los medios siguen empecinados en señalar que el gobierno ha ofrecido todo a los maestros, pero éstos quieren más aumento en sus salarios. ¡Falacia más grande! Es una lucha por una educación de calidad que alcance no para ser los más educados en el 2015, sino para ser una nación autónoma, libre y soberana, que pueda decidir por sí misma por un gobierno verdaderamente democrático donde se respeten los derechos y las diferencias. Una educación para humanizar y no para esclavizar ni manipular.
En conclusión, no olvidemos las frases célebres de ese ícono de la libertad, cuya estatua se encuentra en las plazas de todas las ciudades de Colombia: “Las naciones marchan hacia el término de su grandeza con el mismo paso con que camina su educación” y “Tan sólo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre El hombre no es más que lo que la educación hace de él”. Y con esta última frase le pregunto a quienes critican a los maestros cuando luchan por la educación de los colombianos: ¿Será que su formación escolar no los hizo ser hombres críticos, autónomos, libres y respetuosos de sus semejantes, sino ovejas de un redil?
Edinson Pedroza Doria, docente de Lengua Castellana y literatura de la Institución Educativa Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Cartagena de Indias. Maestrante de Neuropedagogía de la Universidad del Atlántico.


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