Hola amigos salseros de la Costa Caribe colombiana y del mundo:
A partir de hoy entra al ruedo musical el blog “Pentagrama Salsero”, un espacio dedicado a un género musical que nos apasiona y vivimos intensamente cuando escuchamos el sonido de la clave, el bongó y la campana: la salsa.
Nací en Barranquilla y ahora estoy radicado en Cartagena. Crecí en el seno de una familia muy pachanguera. Mi mamá, al igual que mis tíos, son amantes de la música afroantillana y tropical, pasando por el mambo, el cha cha cha, la guaracha, el bolero, la pachanga, el danzón, y los ritmos colombianos como el merecumbé, la cumbia y el porro.
Son fanáticos de la Sonora Matancera, Pacho Galán, Dámaso Pérez Prado, Beny Moré, Billo’s Caracas Boys, Los Melódicos, Los Blanco, la Orquesta de Chucho Sanoja, Pedro Laza y sus Pelayeros, los Corraleros de Majagual, Aníbal Velásquez y Rufo Garrido, etc.
Recuerdo que cuando tenía 5 años, en un viejo radio de mi abuelita Elisa Castro (q.e.p.d.), comencé a escuchar las primeras melodías salseras del momento. Era la época dorada de Willie Colón (con Héctor Lavoe), Ricardo Ray y Bobby Cruz, Joey Pastrana, la Magnífica de Pete Rodríguez (El pianista. No confundir con “El Conde” Rodríguez), Johny Pacheco, los hermanos Eddie y Charlie Palmieri, Joe Cuba, los Hermanos Lebrón, Johnny “El Bravo” López, Cortijo y su Combo (con Ismael Rivera), la Orquesta Aragón, Tito Puente, el Gran Combo y Joe Quijano, entre otros.
Me identifiqué con ese ritmo al punto que a los seis años ya “tiraba” mis primeros pases de salsa en cumpleaños y fiestas de niños. Bueno, tuve excelentes profesores: mis tíos, mi mamá y mi tía Lucinda De la Hoz.
En ese tiempo el “Negro Ray” era el bailarín más popular de Barranquilla. Sus presentaciones en los estaderos populares de la ciudad eran muy aplaudidas.
La Salsa se convirtió en la música de las esquinas en los barrios. Era una forma de vivir la vida, principalmente los fines de semana. Por eso, Rubén Blades, el afamado cantautor panameño, en su popular composición “Las esquinas son”, interpretada por “El niño bonito de la Fania”, Ismael Miranda, describe lo que son las esquinas de los barrios: “iguales en todos los lados”.
El salsero se convirtió en una persona con una forma de vivir la vida distinta a los demás. Sólo pensaba en el ritmo, en el último éxito del momento, tomarse sus frías (cervezas) en los estaderos o verbenas, escuchando las descargas y los solos de piano y trompetas.
En medio de ese ambiente me crié en el populoso barrio San José, hoy por hoy, donde están los mejores estaderos de la ciudad de Barranquilla.
Mi afición por la salsa fue creciendo al punto de que me escapaba por las noches y me metía en las verbenas para estar cerca de los picoteros (hoy, DJ). Mis ojos observaban sus movimientos en la forma como atinaban a poner la aguja en los cortes de los acetatos. Me parecía algo increíble. Era la época de los grandes picós, aquellos que parecían unos escaparates, aquellos que cuando uno pasaba por su lado le querían sacar el corazón, los que tenían amplificadores potentes con tubos que les decían “teteros”, aquellos bautizados con nombres muy curiosos: “El Coreano, El Sibanicú, El Solista, El Rojo, El Gran Pijuán, El Isleño, El Concorde, El Bucanero, El Perro, El Safari, entre otros.
Uno de los días más felices en mi infancia fue cuando mi papá compró un amplificador con dos bafles con parlantes de doce pulgadas, acompañados de dos columnas con tweeters. Allí comenzó la fiebre de ser picotero, de programar la música en las fiestas que se hacían en mi casa.
Ese oficio de poner música, de complacer a la gente que estaba bailando, me permitió incrementar el conocimiento a cerca de los interpretes de la salsa.
Comencé a memorizar los nombres de las orquestas, los discos, los cantantes, compositores y músicos. Mi universo salsero se fue ampliando y se convirtió en una fiebre, la cual todavía no se ha quitado.
Con el tiempo fui investigando más a cerca de la historia de la salsa, de cómo fue su evolución a lo largo del tiempo. Su plenitud, decadencia y la salsa actual.
Antes de 1968 el término “salsa” no existía. Este nombre se le disputan mucho, siendo el más ajustado a la realidad el apodo de “padre de la salsa” al periodista venezolano Phidias Danilo Escalona.
Escalona, quien dirigía un programa de radio llamado “La hora de la salsa”, patrocinado por la empresa “Pampero”, productor de varias salsas para las comidas en Venezuela, en una entrevista en Caracas le preguntó a Roberto Cruz Feliciano, más conocido como Bobby Cruz “¿qué clase música tocan ustedes porque no es mambo, ni es guaracha, ni pachanga?”. Entonces Bobby Cruz respondió que era como el Keetchup, la salsa de tomate que se le echan a las hamburguesas. Entonces Escalona exclamó “¡Osea que ustedes tocan salsa!”. Allí quedó bautizado el nombre.
A partir de ese instante el término se popularizó en todo el mundo. Ese mismo año Richie Ray y Bobby Cruz habían grabado el álbum “Los Durísimos”, pero aún no había salido al mercado. Ellos le sugirieron al dueño de la compañía “Alegre Records” que le cambiara el nombre por “Salsa y control”, pero éste les dijo que las carátulas ya estaban impresas y no se podía hacer nada.
Sin embargo, la compañía pudo poner en otras carátulas en la parte de abajo “Salsa y Control” con el nombre arriba de los “Durísimos”. Fue la primera vez que se usó el nombre “salsa” en la carátula de un disco; y fueron ellos los padres de la salsa.
He aquí el motivo de la presentación de este blog ante ustedes, los lectores amantes de la salsa.
Quiero compartir experiencias y anécdotas; controvertir sobre algún tema especifico a través de los comentarios a los que ustedes tienen acceso en la web. Hay muchos temas a tratar, hay mucha tela de donde cortar en el universo salsero. Siempre he dicho que en la salsa nadie se las sabe todas, pues el universo es muy amplio. Por eso quiero compartir y aprender con ustedes, porque la salsa es única y fascinante.
Hasta pronto.