Cartagena, ¿inmóvil en la salsa?


Nuestro colega periodista Rubén Darío Álvarez me ha enviado un ensayo muy interesante sobre un tema que merece un análisis profundo: la salsa, ¿inmóvil en Cartagena?.
Dice Rubén que Cartagena, como otras ciudades del Caribe, no escapó al fenómeno de la salsa y que no fue ajena tampoco a la transformación cultural que trajo consigo el sonido de los timbales, el bongó y el ritmo de la clave.
Sin embargo, para nuestro apreciado colega, los amantes de la de este género en el “Corralito de Piedra” parecen que se hubiesen congelado en el tiempo, en el gusto por las canciones de poca letra y mucha instrumentación; las descargas de Ricardo Ray, Cachao, Eddie Palmieri, Joe Cuba, The Cuban Jason Session, o el estilo de las charangas América, Aragón , Sublime, Johnny Pacheco, la orquesta Broadway, Típica Novel, etc.
El salsero del común se rehusa a escuchar otro estilo de formato de salsa que no sea la de los años 60 y 70, que marcaron un hito en la música popular en Latinoamérica.
Los gustos musicales, según Rubén, siempre son los mismos: Un verano en Nueva York (Gran Combo), Acuyuyé (Johhny Pacheco), Sonido bestial (Ricardo Ray), el Negro y Ray (Ray Barreto), Micaela (Pete Rodríguez), El Cantante (Héctor Lavoe), Plantación Adentro (Willie Colón-Rubén Blades), para citar algunos ejemplos.
Según él, en los estaderos, templo de los salseros, siempre se escucha la misma música.
“Desde ese entonces son muy pocos los intentos que hemos emprendido por hacer que la pequeña Ciudad Inmóvil se abra sin temores hacia los nuevos sonidos que músicos veteranos y recién llegados al escenario del espectáculo latino están experimentando en otros países, como una muestra de que la cultura no puede ser estática sino dinámica, como lo es la misma vida”, expone Rubén Darío Alvarez en su escrito.
Y las preguntas que plantea son:
¿Por qué, entrado el siglo XXI, seguimos escuchando la misma salsa de hace 40 años?. ¿Por qué a Cartagena llegan las producciones de los nuevos músicos residentes en Nueva York, Miami y el resto de Colombia, pero no se oyen en las emisoras ni en todos los estaderos?. ¿Por qué los directores de las emisoras no intercalan sus programaciones con un 50% de la salsa nueva y el porcentaje restante con la salsa vieja? ¿Por qué en ciudades como Barranquilla, Cali, Bogotá, Medellín y Buenaventura se escucha lo más nuevo de la salsa que se está haciendo en el Caribe y Estados Unidos; y todos, desde el más joven hasta el más viejo, la bailan y la cantan sin asomo de prejuicios?
¿Por qué cuando se organizan homenajes y conversatorios acerca del algún personaje de la salsa, el escogido tiene que ser algún cantante o músico de viejas calendas? ¿Será este un problema de manejo de medios masivos de comunicación o de apatía del ciudadano cartagenero, supuestamente fanático de la salsa?
Son muchos interrogantes que plantea Rubén y sería bueno que cada uno de los que se sienta aludido piense en qué factores lo motivan para tomar esta actitud.
Poniéndome yo en los zapatos de los salseros tradicionales, porque yo también lo soy, y mi gusto está en la denominada salsa vieja, pienso que hay muchas razones para este tipo de comportamiento.
El primero, y considero que es más esencial, es que en esa época el dominio de los músicos era total. Y eso generó que cada orquesta tuviera su sello personal dependiendo qué instrumento tocaba el músico que lideraba la orquesta.
Y para la muestra muchos botones: Ricardo Ray y su orquesta (Richie Ray toca piano); Joe Cuba y su sexteto (Joe Cuba tocaba la tumbadora); Nelson y sus Estrellas (Nelson González toca piano); Ray Barreto y su Orquesta (Ray Barreto tocaba Tumbadora); Bobby Valentín (bajista); Pupy Lagarreta (violinista); Roberto Roena (bongocero); Pete Rodríguez y la Magnífica (pianista); Fruko y sus tesos (bajista), Tito Puente (timbales), Cortijo (timbales), Luis Perico Ortiz (trompetista), Willie Colón (trombonista), entre otros.
Ese dominio de los músicos le dio un sabor especial a la salsa, el cual quedó impreso en el gusto del salsero.
Luego, en la década del 80, la salsa entró en una crisis porque las orquestas se volvieron insostenibles y los compositores se fueron extinguiendo. Y fue cuando los cantantes jóvenes entraron al ruedo con otro tipo de registro vocal, menos soneros y más pinta física que voz.
Como no habían muchos compositores, las letras de temas de balada fueron el salvavidas de este género. Aparecieron los Eddie Santiago, Jerry Rivera, David Pa-bón, Willie González, Micky Taveras, Ray Ruiz, Danny Daniel, Gilberto Santa Rosa, etc. Ese nuevo sonido cautivó a los jóvenes, pero los salseros ortodoxos fueron renuentes a este nuevo formato.
Se perdió el golpe del timbal, los solos de piano, conga y bongó. Los arreglos se volvieron monótonos y acartonados, todos la misma línea musical.
Ese puede ser uno de los motivos para que los salseros tradicionales todavía no digieran este “nuevo” producto.
Particularmente pienso que todo salsero debe incrementar su universo musical, no cerrarle la puerta a las nuevas generaciones, sin perder la escencia del sabor caribeño.
Rubén Darío Alvarez destaca que “Cartagena también cuenta con un grupo de coleccionistas admiradores de la salsa que, aunque conservan y defienden las viejas piezas de esa expresión musical, también están abiertos a recibir y a compartir lo nuevo que se está haciendo en el Caribe, en Miami y en Nueva York”.
Asegura que “al lado de esos coleccionistas y sus discotecas personales, hacen igual tarea los dueños de algunos estaderos que ya están siendo reconocidos por los cartageneros como una puerta para adentrarse en el verdadero conocimiento de lo que es la cultura musico-popular viva. Ahora sólo falta que entre todos nos dispongamos a fundar nuevas emisoras, revistas y cineclubes que mantengan a los cartageneros en el mismo nivel informativo de nuestros hermanos caleños, bogotanos, antioqueños, barranquilleros y chocoanos. El asunto es sacudir la inmovilidad de la Heroica”.
El tema está servido. Los salseros tienen la palabra.

Hasta luego.


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