Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas


En uno de los pregones del tema “Vuela la paloma” que grabó la Fania All Star y está en el album “Tributo a Tito Rodríguez” en 1976, el cantante cubano Justo Betancourt dice la frase “Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas”.

Y traigo a colación esta frase, muy significativa por cierto, porque a través del mundo de la salsa siempre ha existido una polémica entre cuál de las dos corrientes es la mejor, si la cubana o la puertorriqueña.
El ánimo de esta columna en esta oportunidad no es convertir esto en un “ring de boxeo” ni mucho menos, pues que he visto que en otros foros ha existido una controversia muy fuerte sobre el particular y la cosa de ha puesto “color de hormiga” con insultos personales.
La idea es que cada uno exprese su punto de vista sin ofender a nadie y que se llegue a un consenso general que aporte luces sobre el particular.
Los cubanos dicen, y con mucha razón, que la salsa no es más que un compendio de ritmos creados por ellos que fueron adaptados por un grupo de latinos (puertorriqueños), que lo bautizaron “Salsa”. Es más, muchos cubanos no han aceptado el término “salsa”; que la salsa sólo sirve para las hamburguesas.
Yo tengo un concepto muy personal sobre este tema y lo quiero compartir con ustedes los lectores de este post, pues he visto que son personas muy conocedoras de este género y además lo aman como yo.
Pienso que lo importante no es quién lo haya inventado porque eso no tiene discusión, fueron los cubanos y punto. Lo verdaderamente importante es que este ritmo se siga difundiendo en todo el mundo, que no desaparezca, que el espíritu del salsero se siga conservando, ya que esa condición nos hace ser diferentes con relación a los amantes de otros géneros.
Yo crecí en Barranquilla oyendo a los Willie Colón, Ricardo Ray, Gran Combo, Fania All Star, Joey Pastrana, Joe Cuba, Cortijo y su Combo, orquestas de corriente puertorriqueña, y también a las cubanas como Machicho, Sonora Matancera, Benny More, Celina y Reutilio, Aragón, Trío Matamoros y Sublime, entre otras. Las dos corrientes tienen su estilo propio, pero nunca han perdido su esencia. Eso es lo verdaderamente importante.
“A Dios lo que de Dios y al César lo que es del César”, dijo Jesucristo. A Cuba no se le podrá quitar el rótulo de madre de la salsa, de ser el cordón umbilical de este género, pero también hay que reconocer que fueron los puertorriqueños y otros latinos los que difundieron la salsa, a su estilo, por todo el mundo, tal cual hicieron los apóstoles con la palabra de Dios.
Yo pregunto ¿qué hubiera pasado si a todos estos ritmos afrocaribes no se le hubiera bautizado con el nombre de Salsa?. Creo que existiría una especie de “Torre de Babel” para los fanáticos de la música antillana tratando de diferenciar un son de un son montuno; o un guaguacó de una guaracha; o una pachanga de un mambo; o una plena de una bomba; o un boogaloo de una descarga. Se necesitaba de un nombre y por fortuna apareció: Salsa.
Y por eso traje a colación la frase de Justo Betancourt. La Salsa es un gran pájaro, el cual para volar necesita de dos grandes alas. Si una de ellas no funciona su vuelo sería irregular, o simplemente no volaría. Cuba y Puerto Rico son esas alas de un pájaro llamado Salsa, no deben ir por separado y mucho menos pelear sobré quién es el mejor. Son un binomio maravilloso, el cual durante décadas nos ha dado alegrías. Lo que nos motiva a ir todos los fines de semana a los estaderos a bebernos una cerveza bien fría.
Es por eso estoy totalmente de acuerdo con el compositor cubano Ignacio Piñero, cuando dijo en el tema “El baile del Suavecito”: “el son es lo más sublime para el alma divertir. Se debiera de morir el que así no lo estime”. Hasta luego.


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